Capitulo 3

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"Narra Nikolay"

Estiro mi mano hacia la pequeña lámpara de la mesilla de noche y la apago con delicadeza. Con paciencia me acuesto suavemente en la cama y coloco mis manos debajo de mi cabeza. Miro el oscuro techo y suspiro. Sigo pensando en ella, en la chica del vestido rojo. Y es que joder, ¿Cómo no hacerlo? Tras que la vi mirándome fijamente con sus ojos celestes pude reconocer que no era una cualquiera, que no era la acompañante del hombre que tenía al costado. Y es que su mirada habla por sí sola. Simplemente, es capaz de darte miles de mensajes y amenazas con una insignificante ojeada lo que es realmente alucinante. A mí no me engaña; es uno de ellos.            Su compostura, sus andares, su manera de moverse y en la forma en la que levanta la barbilla desafiante son uno de los principales síntomas de la seguridad y del poder que sabe que posee. Y es que no hay dudas ante la idea, es de Yakuza . El hijo de puta del jefe la ha entrenado bien. Tanto cómo para que sea capaz de matar a una docena de hombres en tiempo récord.

La tenia cara cara, estaba tan cerca de ella que podía apreciar su nariz chata, sus grandes ojos azules, sus largas pestañas, sus rosados labios y como no su llamativa piel dorada. Su condenado perfume embregaba mis fosas nasales y la sensación de que estaba oliendo un ramo de rosas se mantuvo en mi mente cada segundo que estuve junto a ella. Lo único que quería era ofrecerle dinero, una muy buena cantidad a cambio de información sobre el misterioso dueño de Yakuza. Creía que con suerte, podría aceptar mi pacto y que así mi camino hacia el poder sería más sencillo. Estaba listo, preparado para empezar con mi macabro juego cuando los disparos se presentaron interrumpiendo me. Y diablos, así como aprecié la tensión que había entre los dos, también lo hice con su rapidez.

¿Como narices pudo manejar la situación tan rápidamente? ¿Cómo pudo mantener la seguridad y la calma al segundo? Sin duda no es una cualquiera, sabe lo que hace y el momento indicado en el que lo tiene que hacer. Es una profesional a la hora de matar y lo dejó más que claro. A su lado ninguno de nosotros es nada. Absolutamente nada. Tiene una de las mejores punterías que he visto en mi vida. Sobrepasando el nivel de mis escoltas y el mío de goleada. Es una maldita estrella en esto pero no lo entiendo...Es muy joven como para tener tantas cualidades.

Aunque solo puede haber una explicación... Si está entrenada para ser uno de los mejores es porqué tarde o temprano tendrá que serlo. ¡Maldita sea! ¡Como no pude darme cuenta antes!   Es la hija del jefe, lleva esto en la sangre. Esto sólo significa una cosa; Si ella está aquí, su padre también tiene que estar. Él no es estúpido y sabe perfectamente que si no la protege cómo es debido, la pueden matar. Que yo la puedo matar. Pero ha fallado, sin darse cuenta me la ha colocado en mis manos para que la aplaste cómo una hormiga. ¿Por cuánto tiempo pensaba que esto permanecería oculto? La haré sufrir. La obligaré a qué me diga el paradero de su padre mientras la torturo, mientras me pide piedad. Ha llegado mi momento, la hora para que coja las riendas del carro y levante mi reinado. Se acabó Yakuza, se terminó su legado. Ahora me toca triunfar a mí.

Te queda poco tiempo princesa, muy poco.

(...)

Son las doce de la noche y sigo con la vista pegada en la gran pantalla de la central. Junto a mi equipo de informáticos busco algún rastro de la chica intentando localizar la furgoneta negra en la que se subió para marcharse. Pero no he obtenido nada, las grabaciones de las cámaras de la calle que hemos confiscado no nos facilitan la misión. Esto no es tan fácil como esperaba.            Mis mejores hombres están buscando cómo desesperados un elemento que no saben ni cómo buscar. ¿Eso se supone que tiene sentido? Es absurdo. 

Nervioso me adentro en mi despacho y al ver la gran silla negra, me siento abatido. Tiro de mala manera mi americana y me enciendo un cigarrillo al tanto que coloco ambos pies encima del escritorio. En un momento inesperado mi teléfono empieza a vibrar debajo de una montaña de papeles y después de soltar varias maldiciones por lo bajito deslizo mi dedo encima de la pantalla para contestar.

Número Uno® [Sin Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora