4. Paparazzis y consecuencias

1.1K 63 0
                                    

—¡Tranquila! todavía no puedes ponerte de pie, estás herida—Chris alzó ambas manos para hacerme bajar la guardia.

—¡Mi teléfono se extravió! lo necesito urgentemente para llamarle a un amigo.

—¿Amigo? ¿por qué a tus padres no?.

—Ya te lo dije, ellos no lo saben. Por eso he viajado sola—suspiré cerrando los ojos.

—Entonces es un buen amigo, para cubrirte la espalda—me dedicó una escasa sonrisa burlona que al poco tiempo se desvaneció por completo—de todas formas hiciste mal, este viaje pudo haberte costado la vida.

En eso, Robert Downey ingresó a la ambulancia portando unas gafas oscuras y obviamente su encantador semblante no pudo faltar.

—¿Como se encuentran?—nos dedicó una mirada rápida a cada uno.

—Solo intento tranquilizarme—respondió Olsen, sonándose la nariz con un pañuelo.

—Sigue en shock—musitó Ruffalo.

Downey realizó un corto mohín desviando la mirada hacia mi. Obviamente me sentí intimidada.

—No sabes cuánto me alegra que estés bien, hermosa. ¿Y tus familiares? no vi a nadie afuera de la ambulancia—apuntó por detrás de su hombro.

—Y-Yo...

—Viajó sin avisarle a sus familiares, ellos no tienen idea del lío que se metió—Chris añadió por mi, señalando mi pierna cubierta por una sábana blanca.

A Robert se le formó un gesto de «en shock» que lo hizo retirarse las gafas para apreciarme mejor.

—Oh hermosa, eso no se hace. No lo vuelvas hacer ¿okay? okay —me dedicó un guiño— y ¿de dónde eres?.

—D-De Seattle—titubeé.

—¡Hermosa ciudad del norte!. He pensado viajar dentro de unos meses, tal vez coincidamos—Se volvió a colocar la gafas y en eso, una llamada entrante lo hizo culminar la plática con nosotros.
—Es mi esposa Susan, deséenme suerte para no encontrarla histérica.

Enseguida salió de la ambulancia, Chris volvió a observarme.

—¿En dónde pasarás la noche?, linda.

Me ha llamado linda.

¡ME HA LLAMADO LINDA!.

—En ningún lugar, hoy mismo me regresaré a Seattle en avión.

Intenté sonreír, pero entonces Chris se suelta a reír como si nada.

—¡Nooo!—vuelve a reír— Como crees que viajarás herida, no, no, imposible dejarte ir en ese estado de salud. ¿Por que no aceptas pasar una noche en el hotel, con nosotros?.

—En verdad no te preoc...

—Solo será una noche, mañana vuelves a Seattle con mas calma, y nosotros partiremos a Atlanta. Además...—suelta otra risita señalando mi pierna— tendrás más tiempo de inventarte  una pequeña excusa.

No pude evitar sonrojarme.

—Buena idea sobre lo segundo. Pero no creo pasar la noche en un hotel cinco estrellas, muy apenas tengo para mi boleto de regreso. No te preocupes, no me duele la herida, solo me arde.

—¿Crees que dejaremos gastar efectivo, a nuestra valiente fan?—expresó Elizabeth con amabilidad— a pesar de lo ocurrido, será hermoso convivir contigo.

—Después de la tormenta, llega la calma.

Mark añadió con una sonrisa.

—No se diga más—Chris avanzó hacia la salida, haciéndole una seña a un chico con smoking— Liam, encárgate de llevar a la señorita dentro de la camioneta— dio unas cuantas palmaditas sobre el hombro del chico, aparentemente era su conductor.

-

Estábamos de camino al hotel, en la camioneta nos encontrábamos Chris, Mark y Jeremy Renner. Elizabeth decidió irse con el resto del set.

Evans decidió acompañarme en el asiento detrás. Tenía que en cualquier momento sufriera un desmayo o entrara en crisis, lo bueno que hasta el momento no ha sido así.

—¿Como se siente la señorita?—me pregunta mirándome de soslayo.

—Mucho mejor, gracias por haberme salvado la vida—hablé en susurro lo último— con más razón eres mi vengador favorito.

Noté un ligero toque de sonrojo sobre sus mejillas.

—Lo haría por cualquier persona, incluso sería capaz de dar mi vida, pequeña.

Sonreí con ternura ante su respuesta, él se había convertido en un verdadero héroe, sin necesidad de portar capa o un traje que lo distinga.

Cuando llegamos al hotel, él me ayudó a bajar. Cargándome entre sus brazos, obviamente me hice la difícil pero terminé cediendo. Habían grupos de paparazzis en cada rincón del porche, incluso uno que otro se había colado al lobby, preparando sus cámaras.

—Ay, no—chasqueó la lengua, estaba agotado de las cámaras—cúbrete el rostro con mi gorra—inclinó su cabeza para que la tomara.

Obedecí inmediatamente. Pero al sentir una lluvia de flashes sobre nosotros, Chris hundió su rostro sobre el mío, sintiendo como su ligera barba me raspaba el pómulo. No supe  por qué motivo lo hizo. Tal vez para no darles el lujo de mostrar su rostro a los medios.

Unos pisos después, nos encontrábamos afuera de una habitación. Al parecer, Scarlett y Elizabeth pasarían la noche ahí mismo.

Así es, dormiría en la misma habitación de las hermosas actrices de Hollywood.

—No quiero incomodar, me da pena.

—¿Pena por qué? al contrario, es un privilegio.

—Eres muy amable, y demasiado humilde. Quién se lo imaginaria...

—Como no ser humilde con una hermosa chica rebelde, que se escapó de su casa para conocerme en persona—me guiñó el ojo.

Dios mío, dame fuerzas para seguir con vida después de esto.

—Si «es verdad» —asentí, comenzando a sentir como mis mejillas empezaban a calentarse.

Ambos mantuvimos el contacto visual, por un microsegundo. Fue algo tan chispeante y mágico, no se como explicarlo, sentía muchas abejas picoteándome el estómago. Era demasiado hermoso en persona, sus ojos son de un color inigualable y profundo, sus pestañas son demasiado largas, su piel es tan suave.  Él se mordió el labio, lanzándole una rápida mirada a mi boca.

—Ya hay que... que ir a dormir—cortó el contacto visual, tocando la puerta de la habitación. Enseguida Scarlett abre la puerta, recibiéndome con una linda sonrisa. Chris me baja del suelo.

—Adelante, querida. Pasa, pasa—señala hacia adentro— ¿Tú no vas a pasar?—le pregunta a Evans—yo me vuelvo a girar rápido.

—No, de hecho ya me iré. Ustedes necesitan descansar —sonríe a boca cerrada intercambiando la mirada con ambas.

—Que caballeroso, nos vemos después, cariño

—¿Yo? siempre.

Ambos se despidieron con un corto beso en la mejilla. Acto seguido, Chris se inclinó a mi altura para plantarme un dulce beso en la mejilla. Me quedé más tiesa que un pan del supermercado con más de cinco días, él me había tomado por sorpresa.

—Buenas noches, linda.

—B-Buenas noches—humedecí mis labios.

¡¡AHHH!! ¡¡ME BESÓ!!

Debo estar soñando.

—¡Oigaaan!—una voz varonil nos hizo girarnos.

Nada es Imposible |Chris Evans & Tú. (Editando)Where stories live. Discover now