13. Las Mosqueteras

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"...La amistad es el único cemento que siempre mantienen unido al mundo..."
Woodrow Wilson

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XIMENA

No era mi intensión ayudar a Alejandra, pero tampoco podría vivir con mi conciencia al saber que podría ser víctima de una violación o peor aún, terminar muerta en las manos de alguna asesina.

—Definitivamente tienes un alma buena.

—Estoy tan sorprendida de mis acciones como tú, pero creo que hubieras hecho lo mismo si no me hubiera adelantado.

Antes de salir de la prisión, Arthur me toma entre sus brazos y me abraza fuertemente. Deposita un beso en mi frente y me mantiene ahí por varios minutos.

—¿A qué viene todo esto?

—Sabes, le prometí a Damián que no intervendría entre ustedes; que me duele hasta el alma pero lo que más deseo es que seas feliz, tu felicidad es la mía. Ahora que todo esto termine, solo espero poder contar contigo como los amigos que fuimos. Te he extrañado de todas las formas habidas y por haber, me conformaría con volver a tener a mi amiga y contar con ella.

—¡Arthur… —siento que voy romperme en mil pedazos y las lágrimas las siento al borde de mis párpados.

—Por favor bombón, no llores. Es esto o del todo desaparecer de tú vida y no es lo que quisiera.

—Siempre serás parte de mi vida, no quiero que te alejes nunca de mí. Seremos siempre amigos.

Por unos minutos seguimos abrazados, Arthur depositaba besos en mi cabeza y yo, lo hacía en su pecho a la altura de su corazón, esperando que con ello, pudiera sanar las heridas que le he ocasionado. Muy despacio va aflojando su abrazo, para solo sujetar mis manos y sin más, deposita un corto, dulce beso sobre mis labios con una despedida implícita en él.

Salimos hasta el parqueo donde Damián nos esperaba a un lado, observando cómo el sol caía sobre las edificaciones alrededor de aquella prisión, aquel atardecer era el ocaso a una historia, una que caminaba a mi lado y otra que empezaba esperándome a tan solo unos pasos de donde nos encontrábamos.

—Gracias por la ayuda para Alejandra. —Me refugio entre sus brazos y siento como su mano se eleva y con mi vista periférica observo como se estrechan la mano, los dos hombres más importantes en mi corazón.

Volvimos hasta el hotel todos en silencio. Al bajar del auto, Arthur se queda en su asiento tras el volante, coloco mi mano sobre su hombro y recuesta su mejilla sobre ella, luego la hala hasta su cara y deposita un beso en el interior de ella.

LO ÚLTIMO DE MÍ - DESPERTANDOWhere stories live. Discover now