Redención.

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Draco no era feliz, él lo sabía, podía verlo en sus apagados ojos grises y en las navajas que había encontrado en su baño manchadas de sangre. Intentaba decirse a sí mismo que Malfoy solo estaba pasando por una fase, que se sentía demasiado cansado como para continuar pero cada día era más difícil creer en sus propias palabras. Su piel cada vez más pálida, sus cabello cada vez menos brillantes, su sonrisa forzada y las enormes ojeras bajo sus ojos, todo era señal de que se estaba rindiendo y aquello Harry simplemente no podía soportarlo. Ya antes le había mirado así, en sexto año, enfermo y decaído, como si su cuerpo estuviera ahí con él pero su mente se encontrara realmente lejos, muy, muy lejos de él, inalcanzable.

En aquella ocasión, durante sexto curso había hecho uso de todas sus habilidades para intentar sacarlo de sus casillas y traerlo a la realidad pero nada de lo que había hecho había funcionado, Malfoy se había consumido como una vela ¿cómo se había levantado? Harry no lo sabía muy bien, después de la muerte de Dumbledore todo había sido realmente confuso, pero en aquel momento realmente deseaba saberlo, quería ayudarlo a ponerse de pie nuevamente, ésta vez no por un capricho de un joven inmaduro de diesiseis años que solo busca llamar la atención de su rival, si no como un fiel amigo, el amigo que juró que sería desde aquel día en que había pedido disculpas por su comportamiento y estas habían sido aceptadas.

Pero Malfoy no cooperaba, había mejorado bastante en el arte del disimulo, frente a todos parecía indestructible y hasta el mismo Potter se había preguntado si no serían imaginaciones suyas. Pero no lo eran y si las cosas seguían así, cuando Harry terminara de reunir todas las pruebas para atrapar a Cherry y a sus hombres ya no tendría sentido. Potter había pasado los últimos meses repartiendo su tiempo entre Hermione, los Weasley, su prometida y Draco Malfoy, entre su trabajo como auror y su investigación personal, y aunque sabía que seguramente debía dedicar más tiempo a los preparativos de la boda que tendría lugar en un mes, la verdad era que volcaba la mayor parte de sus esfuerzos a levantarle el ánimo a aquel rubio.

Había intentado de todo, regalos pequeños y grandes, modestos y carísimos, comidas en sus restaurantes favoritos, objetos que le habían pertenecido y que aún se encontraban en Malfoy Manor, tardes de calidad mirando películas o paseando por algún parque de Londres, escapadas a la playa o a algún bosque alejado de todo, si hasta había comprado un par de boletos para la opera para que él y Nott asistieran, pero nada parecía funcionar, nada le levantaba el ánimo y aquello lo tenía sumamente preocupado.

Sin embargo estaba haciendo su mejor esfuerzo para terminar con aquel contrato que le mantenía unido a aquella vida que el mismo rubio describía como insoportable, trabajaba día y noche, investigando, reuniendo información, hasta el punto en que había desplazado su interés sobre los preparativos de su boda, relegando toda responsabilidad hacia Ginny quién encantada se estaba haciendo cargo de todo. Él tenía una prioridad, tenía una responsabilidad para con Draco Malfoy e iba a cumplir aquella promesa que muchos meses atrás había hecho y ni su trabajo como auror, ni su responsabilidad como futuro esposo iba a intervenir, Draco Lucius Malfoy no tendría que volver a ser llamado Ángel nunca más, de él corría la cuenta.

Sabía que su repentina actitud se debía a los sentimientos que tenía por el rubio y le era difícil, muy, muy difícil mantenerse al margen, porque lo que había comenzado a sentir por Draco cada vez era más grande y más obvio y no sabía cómo tratar con ello. Ya no era cosa de contacto físico, ya no era solo sexo desenfrenado y lujurioso, en él habían más cosas, muchos más sentimientos a los que no quería ponerles nombre porque de hacerlo estaría condenándose a sí mismo a la miseria. Cuando estaba con Malfoy su vida se tornaba de un color completamente diferente, era como si no fuese el mismo Harry Potter, era mucho mejor, era mucho más. Y es que había comenzado a creer que por Draco sería capaz de cualquier cosa, sería capaz de desmantelar aquella red de prostitución en la que había caído, sería capaz, incluso, de no entrometerse en su relación con Nott para verlo feliz, aunque los celos le consumieran lentamente.

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