Harry.

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El dolor era insoportable, la manera en que inundaba su ser lo era aún más y solo habían pasado unas pocas horas desde que lo había dejado inconsciente sobre su sofá. No había querido acostarse con él, por supuesto que no, porque él sabía que aquello terminaría por quebrarlo y lo hizo. Cada parte de él que había podido mantenerse de pie estaba derrumbándose, lentamente y podía sentir como las afiladas esquinas de aquellos trozos se le clavaban en la carne y en el alma y lo reducían a nada. El dolor era insoportable, lo era más que muchas de las experiencias de su pasado, igualándose con el sentimiento de pérdida que le dejó la muerte de sus padres y es que su corazón no solo estaba roto, estaba hecho pedazos que se pulverizaban a cada segundo, recordándole que Harry Potter nunca había sido suyo que no lo sería jamás.

Rodó en la cama una vez más, estaba sudando terriblemente y temblando mientras una fiebre endemoniada terminaba con lo que quedaba de él. Luchaba contra las alucinaciones que llegaban a su habitación y le recordaban lo miserable que era su vida; su madre estaba ahí sentada en la cama junto a él, con la marca de la sábana con la que se ahorcó en su celda en el cuello, su padre estaba de pie junto a la ventana con sus ojos grises apagados, mirándolo con la desaprobación de un padre que cree que su hijo es patético por sucumbir ante un hombre como Potter, Vincent estaba ahí, junto con Goyle, reclamándole silenciosamente por haberlo dejado morir, Severus, con las mordidas frescas de Nagini en el cuerpo se desangraba a los pies de su cama, reprochándole sus malas decisiones, Lord Voldemort estaba ahí también sentado junto a su cabeza, burlándose de su debilidad, y las voces, las voces de cientos de personas recriminándole, reclamándole, sabía que todo era producto de la fiebre, pero se estaba volviendo loco y la culpa era de Potter, únicamente de él.

Gritó y sollozó, dando vueltas, viendo el tiempo detenerse, ir en cámara lenta y luego adelantarse a una velocidad sobre humana, hasta que se quedó profundamente dormido. Pero ni el sueño le trajo la tan ansiada calma, en su mente solo veía el rostro del hombre que había asesinado a su padre y que había causado el suicidio de su madre y le quería sufriendo, pagando como él por sus errores, no libre por el ministerio para hacer con alguien más lo que le había hecho a su familia, le quería muerto, le quería sangrando, le quería suplicando perdón y arrepintiéndose de haberle tocado un solo cabello a su padre, a su amado padre.

En su sueño podía ver a aquel hombre, a Jones, pero este a veces dejaba de ser y se convertía en Harry, en un Harry desnudo y jadeante bajo su cuerpo, suplicando que lo penetrara más, más fuerte, más rápido y entonces Harry dejaba de ser él y Jones volvía, burlándose de él por haber cometido un error más, el error de creer que Potter era diferente y entonces Draco le clavaba sus delgados y pálidos dedos en los ojos, porque no soportaba aquella mirada que le humillaba y Harry volvía sangrante, aún desnudo y sollozando y Draco solo podía alejarse con las manos manchadas de aquella sustancia que tanto aborrecía. Se estaba volviendo loco, no quedaba de él nada más, solo desesperación, tristeza, confusión y una sed de venganza como hacía muchos años no la sentía.

Y se despertaba por sus propios gritos solo para encontrarse nuevamente con su madre, su padre, su profesor de pociones y Lord Voldemort, con sus amigos muertos y los que vivieron para ser arrastrados a aquel mundo de miseria que ya era insoportable. Y quería acabar con ello, debía acabar con un ello; un Avada, aquello sería suficiente y dejaría de existir, dejaría de sufrir, dejaría de pensar en Potter, dejaría de sentir aquella sensación de vacío en su pecho que lo consumía lentamente y que le hacía mirar todo del negro más oscuro. Pero cada que lograba sujetar la varita firmemente Voldemort soltaba una carcajada y le siseaba en voz baja que aún tenía un asunto pendiente y Draco sabía que era verdad cuando sus padres le miraban a través de la oscuridad de la habitación. Debía levantarse una vez más, una última vez para vengar el nombre de los Malfoy y entonces, le recordaría a toda la comunidad mágica que el mal no había desaparecido con el señor tenebroso, si no que se había implantado en cada uno de ellos, corrompiéndolos.

Lonely Hearts Night Club.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora