Capítulo 10

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El investigador tomó un prolongado sorbo de una bebida amarga bien cargada de cafeína, el agente Adachi de cabellos rojizos observaba aburrido una sala a través de una cámara de seguridad posicionada en una esquina oscura. Revolvía aburrido algunos documentos y reportes de la noche anterior, su letra ilegible empeoraba ante cada cambio de formato los cuales eran afilados sin cuidado en una torre de babel beige que, en las horas que llevaba en el viejo escritorio, se habían derrumbado en dos ocasiones.

En la sala de interrogatorios número tres, Abbie golpeó el escritorio frustrada por la negativa de las autoridades de darle alguna explicación de su situación jurídica. En todo momento solo entraba agentes que el pedían explicar de nuevo los sucesos del concurso, una y otra vez explicaba cada vez más irritada, pero con la decisión de evitar explotar para no generar ideas erróneas de su persona o propósitos, su versión de los acontecimientos.

—Es en serio un Pokémon enorme y dos gelatinas azules nos atacaron—dijo exasperada.

—Eso no tiene sentido, señorita. ¿Está segura de lo que vio?

—Si, lo estoy, y también las ocho veces anteriores.

A pesar de los constantes intentos de los agentes de sacar algún tipo de error de la chica rubia, el agente Scott alzó sus carpetas las cuales estaban llenas de las declaraciones de los otros dos testigos se dirigió al vidrio negro que separaba a Adachi de la escena, impactó sus nudillos tres veces en la superficie y de inmediato su compañero liberó el seguro de las otras puertas para que los demás sospechosos pudieran reunirse.

Los asientos viejos pero bien cuidados, recibieron a Hilda y a Naru que por alguna razón parecían haber pasado un día peor que el de la chica de ojos miel.

“¿debería hablar con ellos?, podrían pensar que estamos coludidos en lo que sea que estos policías estén pensando…”

Pero antes de poder pensar las cosas más, Hoover entró en escena llevando consigo varios papeles que sobre salían de distintos folders de colores variados en cuales con letras grandes estaban escritos los nombres de las personas frente a él, alineados en una posición en la que la iluminación dejaba ver tan solo una cuarta parte del rostro de mediana edad del comisionado.

—Una verdad, una verdad a medias y una completa mentira—dejó salir después de haberse paseado de un lado a otro.

Azotó los papeles frente a una mesa de caoba lisa e impecable, tomó un caramelo mismo que desapareció. En un intento de crear una atmósfera menos hostil, el comisionado se puso en las mismas las mismas condiciones que sus interrogados.

—Solo respondan, tenía lo oreja cortada a la mitad ¿verdad?

—No—respondieron al mismo tiempo.

El veterano de las fuerzas de seguridad formó una leve sonrisa en su rostro, con un gesto sutil de su cara la sala se iluminó dejando ver lo amplia y vacía que era con sus paredes recién pintadas, de la misma forma el vidrio oscuro cambió dejando ver a los subalternos de hombre frente a ellos.

—Son libres—respondió el comisionado— O eso es lo que me gustaría decir.

Los tres chicos se miraron entre si sorprendidos, pero sobre todo dos de ellos procuraron permanecer serenos ante la gran noticia, Hoover señaló una parte de la pared en la cual se podía visualizar un punto centelleante.

—Eso indica que el interrogatorio ha dejado de ser grabado—agregó—ahora comencemos con lo que en verdad nos concierne.

Abrió una de las carpetas que con anterioridad había arrojado con ira y la dirigió a los muchachos más que perturbados. En ella una ampliación de una carta se manifestó para revelar con una letra deforme los nombres de los tres casi desconocidos, en medio de las miradas de duda e intimidación del resto de policías del otro lado de la pared falsa de cristal.

Pokémon: Sweet and Bitter StepsWhere stories live. Discover now