Capítulo 18

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En una mesa comunitaria casi abandonada y devorada por la vegetación y el tiempo, el espacio era adornado por la luz triste de la sucia bombilla del alumbrado público. Hilda devoraba una hamburguesa de doble carne y con extra picante que se escurría de sus labios.

—Tu tampoco crees que Robert sea el culpable—Abigail interrogó.

—No, no lo creo—dijo mientras pasaba un gran bocado.

—Debe de haber algo mal en todo esto—>>después de todo volviste<< pensó Naru—¿en qué me equivoque?

—Entonces volvemos al principio—dijo Abbie— o es lo que debería decir, pero...

Sacó unas hojas de debajo de sus ropas, a lo que Naru solo se sonrojó y miró a las estrellas.

—Espera—interrumpió Naru para volver a la tierra—eso no es.

—Sí, evidencia que robe.

—Genial, ahora si podrán detenernos sin ninguna excusa—dijo Hilda.

—Cuando nos separamos, decidí seguir trabajando en esto—ella comenzó a desdoblar una hoja—cuando me atacaron en la editorial, ditto no me quito las bitácoras ni las hojas de registro del guardia, solo intentó eliminar la libreta de novedades u observaciones como le quieran decir. Reconstruí la mayor parte de la hoja, y esto es lo que encontré.

En la hoja reconstruida indicaban que en algunos días Robert salió y regresó a la editorial, día en que presuntamente estaba secuestrando a algún infante.

—Pero eso no es todo—Abigail miró a su amiga—también sé que estas escondiendo información. Tu eres la total mentira que dijeron en la estación la primera vez que nos conocimos.

—Interesante idea—Hilda sostuvo la mirada, en ambas afloraba la hostilidad— y ¿qué si así es?

—Un inocente será encerrado.

—La vida es injusta. En primer lugar, solo venía a ganar una medalla de gimnasio, no a detener a un psicópata—contestó.

—Eres una egoísta—reclamó con desilusión—pensé que serías mejor que esto.

—La gente no existe para llenar tus tontas expectativas niña. A menos que...

— ¿De qué se trata?

—¿Cuánto me ofreces? —Hilda hizo un acentuado gesto de dinero utilizado por mercaderes.

—Es mejor que te retires de este lugar—exigió Abigail con los puños cerrados.

La chica de cabellos negros se paró despidiéndose de Naru con una sonrisa que en algún lugar de su ser despertó una sensación de dolor. El muchacho la siguió hasta su motocicleta, la tierra comenzaba a recuperarse del invierno.

—Yo también hice algo de lo que no estoy orgulloso, así que puedo entender tus motivos—dijo mientras se preparaba para partir.

Hilda se puso su casco.

—Espero que lo atrapen.

Las despedidas nunca fueron su estilo, pero Hilda sin decir más se fue de la ciudad sin mayor palabra para sus aliados en la locura de Hypno. Recuperó en una pieza su vehículo, el relajante sonido de la aceleración le provocaba alegría, sin embargo, Cado que descansaba en su pecho salió para proporcionarle unas bofetadas a su entrenadora con la protuberancia de su cabeza.

—Deberías ser más amable porque te puedo dejar caer en cualquier momento.

El pequeño con enojo miró a su entrenadora, y de inmediato algunas bombas de agua fueron contra el rostro de la chica.

Pokémon: Sweet and Bitter StepsWhere stories live. Discover now