Suya.

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Frunció el ceño al despertar y sentir su cuerpo adolorido y un ardor en su entrepierna.

Se despertó por completo al sentir unas grandes manos con garras abrazadas a su cintura y un fuerte y desnudo pecho debajo de ella. Alzó la mirada, un par de ojos ambarinos  examinaban sus reacciones.

No podía moverse, estaba sorprendida. Sus mejillas se tiñeron de un tono rojizo al recordar los sucesos del día, o más bien, de la noche anterior.

Había pasado la noche entre los brazos del youkai, y más que eso.

—Ohayo, Sesshomaru.—Susurró sintiéndose avergonzada de repente.

Por un momento olvidó el dolor y entumecimiento de su cuerpo al sentirlo aún dentro de ella.

El youkai desvió la mirada a su cuello y sonrió con suficiente.

—Ahora eres completamente mía, Azul.—De nuevo decía su nombre de esa manera.

Un estremecimiento recorrió su cuerpo cuando, en un movimiento, el ojidorado la hizo quedar debajo de él, a su merced. Juntó sus frentes y rozó sus narices antes de besarla. La castaña cerró los ojos correspondiendo al beso...

—Ohayo Azul-sa...ma.—La ojigris se reparó del beso asustada al escuchar la voz de Jacken.

Había olvidado que Jacken siempre la despertaba en las mañanas. El youkai de piel verde se sonrojó al ver la escena y se sobresaltó al sentir la mirada de su amo.

—¡Sesshomaru-Sama! ¡Azul-Sama! ¡Gomennasai!—Gritó haciendo una reverencia y salir corriendo de la habitación.

"Eso fue muy vergonzoso" Pensó la castaña cubriendo su sonrojado rostro con sus manos.

—Olvidé que Jacken viene a despertarme todas las mañanas.—Susurró.

Lo escuchó gruñir.

Con timidez, descubrió la mitad de su rostro para ver la expresión del youkai. Esté miraba la puerta con el ceño fruncido y los ojos cerrados.

"No estará pensando en asesinar a Jacken... ¿O si?"

Lentamente descubrió su rostro, el peliplata se alejó de ella, saliendo de su interior. Ella ahogó un gemido de dolor al sentirlo salir.

Él lo notó.

—Vístete.—Le ordenó mientras el terminaba de colocarse de nuevo su kosode blanco.

Con calma, se puso un lindo kimono naranja con flores amarillas. Justo cuando terminaba de cambiarse el youkai la cargó sobre su hombro y salió volando por la ventana.

—¿Por qué siempre tienen que cargarme así?—Susurró la castaña para sí.

Simplemente suspiró y vió el paisaje (o lo que podía). Cuando por fin el youkai se detuvo y la dejó en el suelo pudo darse cuenta que los había llevado a unas aguas termales a las afueras de sus tierras.

Se sonrojó violentamente al sentir las manos del youkai desatando la cinta de su kimono.

—¿Qué... Qué haces?—Preguntó en voz baja, apenada.

El ojidorado frunció el ceño.

—Perdí el control.—Una vez que el kimono estaba en el suelo pudo ver con detenimiento el cuerpo de la castaña, había marcas de sus garras en su cintura, parte de su hombro derecho y antebrazos.

Sus ojos se ocultaron en su cabello al bajar la mirada.

—Yo... Tampoco fuí delicada... Si no fuera porque sanas rápido tendrías la espalda marcada.—Tomó entre sus manos el rostro del peliplata y lo besó tiernamente. Rió.—Ambos nos descontrolamos un poco.

Se alejó sintiendo su rostro arder y se adentro en las aguas termales una vez que logró reunir el valor para terminar de desnudarse frente al youkai. La temperatura de las aguas relajaba su cuerpo haciéndolo más ligero, segundos después el youkai estaba a un lado de ella, atrayendola a él y reclamando sus labios de nuevo.

**

Por fin llegaron. La aldea estaba a unos cuantos metros frente a ellos. Por fin, después de un par de días insistiendole a ese terco youkai logró convencerlo de visitar a sus amigos.

—¡Azul!—Escuchó la voz de sus amigos acercarse.

Alegre y un poco ansiosa, se mantuvo quieta, esperando a que sus amigos llegaran a encontrarlos.

Los primeros en llegar fueron la sacerdotisa del futuro y el hanyou, quién frunció el ceño al verlos juntos. La sacerdotisa observó sorprendida a su amiga, llevaba puesto un kimono azul pálido con cuadros morados y... parecía cómoda, algo extraño pues a ella le incomodaba mucho usar ese tipo de vestimenta... También, tenía un peculiar brillo en los ojos y no dejaba de sonreír. A su lado, el youkai de ojos ámbar la sostenía de la cintura, algo que la asombro por demás, puesto que el inu youkai no era mucho de demostrar cariño.

—Konnichiua, chicos.—Saludo la castaña con una sonrisa.

Misma sonrisa que se esfumó al ver al hanyou mirarla con el ceño fruncido, examinándola. El peliplata de traje rojo no dejaba de observarlos, pasaba su vista de ella a su hermano. Algo no estaba bien.

Al momento de olfatear el aire lo notó. La castaña, su hermano... Sus olores estaban mezclados. Su mandíbula se desencajó y observó a la que consideraba como su hermana con los ojos abiertos de par en par.

—¿Inu?

—Nee... San...—La castaña ladeó la cabeza confundía. El agarre en su cintura se hizo más fuerte.—Tu y Sesshomaru...

Esta vez la castaña fue quien abrió los ojos como platos, y sintiendo su rostro arder, y antes de que el hanyou pudiera terminar aquella oración, llenó sus pulmones de aire y grito con todas sus fuerzas.

—¡¡OSUWARI!!

Esa chica extrañaWhere stories live. Discover now