Amor Feroz

334 34 33
                                    

Hubo el bosque y salí de el, me adentre en la selva para encontrarla, todo parecía encajar.

La pantera de mis sueños. Como las heroínas de las leyendas que escuchaba de cachorro.

Una guerrera que hacía temblar a cualquier hombre, tanto por su belleza como por su fortaleza. Valiente, audaz, intrépida, inteligente, fuerte y entregada a su dueño.

Yo fui su dueño por un escaso lapso de tiempo, muchos días y muchas noches, pero apenas un suspiro entre el paso de los tiempos como un último hálito de vida que expiras. Y fue eso, como encontrar la vida misma que nos había sido negada por nuestros pecados, por ser lo que eramos. Y al fin, llegar al sentido de todo, Amor feroz. Y devorarnos alegremente el uno al otro.

Incrédulos y ciegos, no me creáis si no queréis. Hay un ser para cada uno de nosotros. Que Eros me de la espalda para siempre y que Thánatos me engulla por toda la eternidad, si este lobo miente.

Ella era mi TODO, y cuando yo dormía, o incluso cuando la oscuridad me engullía, ella estaba ahí, cuidándome y devorando la misma oscuridad aún y restándose ella misma años de vida. Luchó con garras y dientes contra todos, incluso contra los de su propia raza, para estar junto a mi.

Y ella me espero. Y yo la ansiaba cada noche, ella se convirtió en mi luna. Ansiábamos ser compañeros el resto del tiempo que nos quedaba.

Pero incluso la flor mas perfecta se marchita. Incluso una mirada color ámbar puede perder su significado.

Hay errores que nos cuestan la vida, sin embargo, hay errores que nos condenan de por vida.

¿recuerdas cuando decías que si te enamorabas te retirarías? O que dejarías que te devorara.

¿recuerdas cuando decías que tu vida me pertenecía? O que mi cuello acabaría entre tus fauces o tu yugular entre mis dientes, si algo... si algo salía mal.

Maldita la confianza y las palabras de los hombres, malditas cada una de sus formas de lenguaje que jamás pueden ser atrapadas por sus acciones. Maldita la hora en que quisimos llegar a más en nuestra forma humana.Fracasamos por formar parte de un mundo que no es afín a lo que somos. ¿Como puede una pantera, como puede un lobo estar a la altura de sus almas, obligados a ser humanos la mayor parte del maldito tiempo?

Puede que no me creáis, pero creed al lobo.

Yo pude dominarla, y yo pude entregarme a ella. Yo, un viajero incansable, un nómada sin fin, tuve un lugar al que llame hogar.

Puesto que mi hogar estaba donde estuviera ella.

Donde quiera que fuese.

Hay veces, que una pequeña acción desencadena tempestades y guerras, puede volver la calma, puede volver la paz.

O puede que no vuelva jamás.


Cartas desde el InframundoWhere stories live. Discover now