ʀɛsɨɢռaċɨóռ

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Mangloy <3

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Sintió su corazón palpitar tan rápido que parecería que saldría corriendo o le daría una paro cardíaco, un suspiro pesado salio de sus labios mientras sobaba sus sienes buscando calmar esa sensación y el posible sonrojo que tendría en esos momentos.

— ¿Meg? — La rubia detuvo su hablar para mirar con preocupación a la de menor estatura, se acercó un poco más a ella.— ¿Te encuentras bien? ¿Quieres que vayamos al baño?

La mencionada sacudió su rostro y le dirigió una pequeña sonrisa para negar, no quería interrumpir más la clase aunque cada quien estaba haciendo lo que quisiera por la ausencia del docente.

— Vamos al baño.— Sentenció con una voz dulce la más alta.

Ahora suspiro resignada por no poder llevarle la contraria, sintió una leve corriente eléctrica al momento en que  Joy tomó sus mano derecha. El tacto suave le reconfortaba, quiza Joy sea la persona con las manos más suaves que halla conocido, parecían hechas de algodón.

¿En que momento fue que se había enamorado pérdidamente de su mejor amiga? Si antes por quien su corazón latía era aquel pelirrojo molestoso y traidor, es más, se debatía si lo quería a él o a Springtrap. Pero sin darse cuenta Joy comenzó a provocarle esas sensaciones placenteras y cálidas que había sentido en lo mínimo con ellos dos, pronto se dio cuenta que era amor.

Ahora sufría internamente por estar cerca de Joy. Por el amor frustrado e insano.

— Tú no estas bien, te conozco Meg así que no me digas lo contrario.— Soltó su mano dejando una sensación de vacío en la albina y la calidez aún latente en su mano.

Meg ni cuenta se dio que habían llegado al baño de la institución, el sonido de la puerta cerrarse la trajo por completo de vuelta y más al escuchar el pistillo de la puerta. Era una costumbre de ellas cada vez que iban a hablar en los baños. Se regaño mentalmente por pensar otras cosas.

— Te preocupas por las puras, si sigues así te arrugaras rápido.— Le saco la lengua divertida.

Joy se le quedo mirandola fulminantemente.

— ¿A sido Fox? — Preguntó con enojo en su tono.

Ella rápidamente negó, lo último que quería era hablar del maldito por el cual sufrió.

"Si supieras que el problema eres tú"

La rubia no dijo nada y se acercó a Meg. Esta se ponía más nerviosa a cada paso de la mayor y sutilmente daba pasos para alejarse de ella, finalmente termino chocando con la pared.

Un olor dulce —como a esos pasteles que a Joy le gustaba— inundo sus fosas nasales, el tacto suave se expandió llegando a hacer presión y una calidez la invadió.

— Te quiero, te amo, te adoro.— Susurró la más alta.— Recuerdalo.

Meg rogó por qué la rubia no escuchara sus latidos acelerados, lentamente correspondió al abrazo disfrutando de la sensación tan maravillosa que sentía. Esbozó una sonrisa y apretó contra ella a la rubia, pegándola aún a ella pudiendo llegar a sentir con claridad los pechos de esta, cerró los ojos.

Así se quedaron ellas durante un buen rato más, fundiéndose en un abrazo, dejándose llevar.

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Dulce tentación - MangloyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora