ċaʟɨɖɛʐ

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qUIERO ESCRIBIR CUALQUIER WEA PERO NO PUEDO :"V

El sol brillaba en su máximo esplendor, las nubes flotaban vagamente por el alrededor y la brisa era suave. En cualquier día normal seria agradable pero al menos no para Meg y Joy, en especial Meg que no paraba de quejarse.

Pues, el día anterior de casualidad Meg miro el programa del pronóstico, con aquel señor calvo y gracioso, y se supone que el día iba a ser nublado, frío y con posible lluvia. Cuando vio esto, la albina le aviso a Joy como buena amiga que es —y de paso a Bon, que ahora esta quedando en el olvido— acordando ir abrigadas con sus ropas de invierno.

Meg lo presentía pero no le hizo caso a sus instintos. Ahora maldecía al calvo.

— Vamos Meg, no es para tanto.— Intentó calmar la rubia.

— ¡Pero el maldito me estafo! — Se quejo abanicándose con la mano.— Ni puedo con esto, me largo a mi casa.

— Meg

La albina no hizo caso y se dio la vuelta dispuesta a irse a su casa, hasta que cayo en cuenta que dejaría sola a la rubia. Una idea cruzo su mente.

— Escapate conmigo.

Joy abrió los ojos sorprendida y se puso colorada, el nerviosismo se apodero de ella.

— P-pero somos. . . n-no creo que puedo.— Jugo con sus dedos.— Q-que le diría a mi mamá y a... Donde iríamos

La albina arqueó una ceja confundida, no iba a ser la primera vez que se escapaban de la escuela. Es más ya tenían cierto "profesionalismo" en eso.

— Joy, vamos a mis casa.— Cogió la mano de la rubia.— No creó que se den cuenta de que faltes hoy.

Los colores en la cara de la rubia se disiparon así como un suspiro salio de su boca, ya no sabia si era de alivio o decepción porque toda la emoción se fue.

— ¿No quieres? — Meg la miro a los ojos mientras acariciaba  con el pulgar el dorso de la mano de la contraria.— No hay problema por mí, si no quiere solo dímelo.

— No, si quiero ir.— Sonrio radiantememte.

La albina con un sonrojo fue caminando, la rubia le seguía con una sonrisa.

La mano de Meg se balanceaba de un lado a otro tentadoramente para la rubia, no sabia si tomarla seria correcto o no aún cuando le había pedido que no le tocara mucho. Se armo de valor y acelero sus pasos hasta llegar al lado de la albina.

Ella tomo su mano.

— Mira que lindo día, esta tranquilo ¿No? —

La albina se sobresalto al sentir el agarre pero no dijo nada, solo apretó levemente la mano de Joy. Una leve sonrisa se presento en su rostro y comenzaron a caminar en compás.

Meg tenia un chingo de calor y odiaba eso pero no le importaba sentir aquella calidez extraña y adictiva que transmitía Joy cuando estaba con ella.

Esa era la única calidez que aguantaba y amaba.

Dulce tentación - MangloyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora