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Mi respiración era agitada y el detenerme a estas alturas no me era una opción, así que seguí corriendo, a todo lo que mis pies daban.

A unos pocos metros de donde me encontraba pude visualizar una diferencia de tierra, en ese pequeño lugar no había ni una pizca de pasto, arboles u hojas. Eso significa una sola cosa.

Territorio desconocido.

-¡Atrápenla! -escuche la voz de un guardia detrás de mi. Eso me puso demasiado en alerta, no debía dejar que me capturaran.

Vamos, que sirva de algo este maldito gen.

Sentía que desfallecería en cualquier segundo, incluso juraría que en cualquier momento me desmayaría y moriría. Pero no podía permitirlo, cansada corrí más y más sintiendo como mis piernas se rompían.

Tan solo un poco más. ¡Puedes hacerlo!

Y... Lo logre, pase el territorio. Pero estos idiotas no se detendrían y tengo que considerar que hasta algún punto son más resistentes y rápidos, así que en cuanto vi el primer árbol enorme salte hasta que mis pies se quedaran sujetos a algunas partes del tronco y que mis manos tomaran algunas rama. En cuanto eso sucedió comencé a escalar hasta llegar a la copa, una vez en la copa comencé a saltar entre otros arboles.

Si ellos tenían ventaja abajo yo la tendría arriba.

Corrí tanto que ni siquiera me di cuenta que ya había pasado tiempo y probablemente ellos ya se habían cansado de correr o simplemente me perdieron de vista, así que me detuve y agudice mis sentidos.

Sin aromas, sin sonidos, sin presencias.

Baje del árbol en el que me encontraba y me recargue sobre el tronco, si que había corrido bastante, no lo pense dos veces y decidí descansar un rato mientras recuperaba el aire y reposaba mis piernas. Después de un rato suspire y me levante para hacer lo de siempre, lo que hacia después de salir de alguna manada.

Tome mi pequeño bolsa que tenia en mis hombros y saque el pequeño mapa arrugado entre todas las cosas que tenia.

-Demonios. -volví a mirar el pedazo de papel entre mis manos y sólo pude sentir el enojo en mi interior. -Estúpidos guardias, estúpido Alfa, ¡estúpida manada! -me levante del piso y revise mi mochila, de ella volví a sacar un rastreador y una manzana.

No había comido en varios días.

Tome el rastreador y lo encendí, inmediatamente un pequeño punto rojo apareció en la pantalla. Esos malditos estaban a varios kilómetros desde donde me encontraba. Si tratara de alcanzarlos me tomaría días en llegar, y ellos ya se habrían ido. Volví a sentarme y mire el mapa, habían sólo dos rutas por las que podía pasar, una era totalmente segura, sin manadas, sin personas, ni ninguna otra criatura o humano, sólo había un defecto.

Tres días en llegar hasta donde se encuentran aquellos hombres.

La otra ruta era muy peligrosa, había una de las manadas más poderosas del país, una de las mejores en seguridad, en hombres, en todo. Pero tan sólo tardaba seis horas en llegar, tenía una oportunidad para alcanzarlos y por fin lograrlo.

Vamos... Decide.

Por fin, guarde todo lo que en un principio había sacado y volví a colocar la pequeña mochila en su lugar. Amarre mi cabello en una pequeña coleta y comencé a correr, y a dudar.

La ruta era muy peligrosa, y yo, tal vez no lo lograría. No tenía oportunidad, moriría sin poder cumplir lo que por tantos años he estado persiguiendo.

No. No me daría por vencida.

Corrí a todo lo que mis pies podían dar hasta que en algunos minutos eternos volví a sentir aquel cambio, un calor inigualable, y un sentimiento de seguridad, al mismo tiempo que el sentimiento de invasión se apoderaba de mi. Acababa de entrar a la manada.

Algo que tampoco tardo en llegar fue la señal, aquel aullido que hacían entre ellos, el cual en este caso, avisaba mi maravillosa y estupenda llegada. En cuanto me encontraba a la mitad de aquel pueblo pude ver a los habitantes verme de forma extraña, claro, estaba sucia, corriendo y con cara súper angustiada. Hasta yo me extrañaría.

En algunos minutos las fuerzas reales, la caballería o como se le dijera, llego. Todos estaban transformados, y estaban a punto de encerrarme. Pero en el momento en el que pasó, salte y coloque mi mano en la cabeza de el lobo más grande, que era el que estaba en la parte delantera, me impulse y logre salir de aquel circulo en el que pensaban capturarme.

El truco más viejo que he visto.

Seguí corriendo hasta llegar a un punto donde las pequeñas caballas de madera eran pocas pero en lugar de eso, empezaban las casa grandes. Nada de eso me detuvo, ni siquiera cuando vi a los arqueros apuntándome, cuando todos lanzaron su flechas salte hacia un árbol y me balance entre los que había en aquel lugar, las flechas seguían tratando de llegar, sin embargo las hojas me eran de mucha ayuda, porque cada vez que intentaban darme saltaba a otra rama o incluso subía o bajaba dependiendo sus trayectorias y altura del árbol que escogiera.

Un poco más, ya casi llego.

Hasta este punto podía ver la salida del territorio, incluso puedo decir que eso fue muy fácil. Pero todo se fue a la basura cuando tres lobos, más grandes que los normales, se colocaron delante de mí.

Alfas.

Fue lo primero que pensé. Aquellos lobos me miraban como si mi cabeza tuvieron recompensa. La cual tiene, pero no en este estado. Mire hacia atrás y los lobos que estaban siguiéndome ya estaban detrás de mi. Estaba acorralada. Sólo me quedaba tratar de vencer a aquellos Alfas, así que me puse en posición para poder pelear, cosa que los enfado, me supongo. Aquellos lobos me gruñeron, mi señal para acercarme y comenzar con lo primero que podría ser mi suicidio o mi salida a donde se encontraban aquellos hombres.

El primero al que me acerque fue a un Alfa que reconocí, era el Alfa de la manada Moon Black, una manada a la cual entre para tomar prestadas algunas cosas y bueno, él se enfrento conmigo y las cosas no salieron muy bien, para él.

Frente a frente nos encontrábamos, y la ventaja que el poseía era muy notoria, pero ni siquiera así me dejaría vencer. Se lanzo contra mi hasta que yo quedara completamente en el suelo, con él arriba de mi, tome su hocico entre mis manos y lo trate de alejar antes que me mordiera. Tal vez si estirara un poco más mis manos le partiría la quijada en dos, pero yo no haría aquello, por lo que yo pase. Con mis manos sujetas baje hasta su cuello y lo gire mientras presionan un punto en el, en pocos segundos el lobo se desmayo.

Va uno faltan dos.

Aquellos dos corrieron hacia mi, y bueno, tal vez no podría con dos yo sola. Empecé a buscar hasta la más pequeña barita de madera que pudiera serme útil, hasta que encontré una flecha, corrí hacia ella y la tome, me acerque al primer lobo y la clave en su estómago, tratando de no perforar algún órgano vital. Al segundo lobo lo golpe justo en la cabeza con el cuerpo de aquel animal que había desmayado hace algunos minutos.

Bien, había acabado con tres Alfas.

Ahora sólo tendría que correr ya que los estúpidos guardias estaban perplejos de aquello que había hecho. Nadie jamás habría derrotado tan fácil a tres Alfas.

Justo cuando estaba lista para correr alguna fuerza me derrumbo. Caí al suelo, pero eso no es todo, justo en mi abdomen sentía algo perforándome.

Levante mi vista y vi lo peor de lo peor.

Vi al Alfa de esta manada.

Un lobo más grande que cualquier Alfa, negro y con los ojos rojos.

Un Alfa verdadero.

Pero... Se supone que están extintos.

Reaccione en cuanto aquellas garras entraron más en mi cuerpo y no pude hacer más que gemir de dolor.

En un momento donde quede mirando a aquel Alfa sus ojos conectaron con los míos.

Había algo en esos ojos, sin embargo, no sabia qué.

Aunque ahora mismo, mi cerebro pensaba en una sola cosa.

No saldría de aquí.


Esclava del Alfa. Where stories live. Discover now