Capítulo 22

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Una cosa buena de no trabajar más en el bar era que podía dormir hasta que me diera la gana.

Lamentablemente mi cuerpo había parecido olvidar ese hecho, porque a las siete y media ya estaba despierta.

―No, no, no, tienes que dormirte ―murmuré para mí misma, pateando la cama frustrada― ¡Duérmete!

Pero cuando el cuerpo no quiere no hay quién lo obligue a lo contrario.

Lucifer maulló, como si me estuviera mandando a callar.

―Sí, por supuesto, Don Lucifer, vuelva a dormir mientras yo me ahogo en mi miseria ―escupí en dirección a la bola de pelos, la cual dio media vuelta, dejando su trasero frente a mi rostro―. Grosero ―agregué.

La mañana trascurrió sin problemas, claro, si dejamos de lado el hecho de que estuve completamente despierta, viendo matinales aburrido en la televisión y hambrienta, porque me daba pereza levantarme y hacerme algo de comer.

Yo me esperaba una mañana de en sueño, llena de sueños húmedos con Jensen Ackles y Jared Padaleki. Pero no, todo lo que tenía era hambre y sueño.

Y por supuesto, un gato traidor y egoísta.

A las una de la tarde me levanté para ducharme y hacerme algo de comer.

No me sentía demasiado entusiasta ese día, pero el deber y los rugidos en mi estómago me llamaban.

Me duché con agua tibia, ya que no hacía tanto calor como ayer. Las nubes surcaban el cielo y una agradable brisa recorrías las calles.

Me vestí con un top azul oscuro anudado en frente con un pequeño lazo y unos jeans desgastados azules. Tomé mi cabello en un rodete desordenado, dejando mechones libres y apliqué un poco de perfume.

No tenía, como ya había dicho, nada de ganas de cocinar. Por lo que con todo el dolor de mi corazón, me reparé una sencilla ensalada cesar con los restos de pollo frito que había comido el día anterior.

Cuando terminé de comer cepillé mis dientes. Luego tomé mis cosas, y ya que tenía tiempo de sobra, decidí visitar a mi amiga.

La había visto hace solo dos días, pero era mi mejor amiga, podía verla todos los días si así lo quería y ella tenía el deber de aguantarme sin rechistar.

Le pedí al taxista que me llevara y minutos después se detuvo frente al edificio de Ian y Cindy.

Pagué el coste del viaje y luego de agradecerle, bajé del auto y caminé hacia el lugar.

Subí hasta la planta de mi amiga y una vez frente a su puerta toqué el timbre.

―¡Lily! ―exclamó Cindy en cuanto me vio y se lanzó a abrazarme―. No te esperaba.

―Sí, bueno, luego de todas tus recriminaciones decidí darte una sorpresa. Ya sabes, para avivar el fuego en nuestra relación ―bromeé, riendo suavemente y balanceado mis cejas.

Ella se separó de mi para dejarme pasar, sin dejar de sonreír.

El lugar estaba perfectamente limpio, como siempre, aunque en algunos muebles había productos para bebés y juguetes. Creo que le daba un toque hogareño al lugar.

―¿Dónde está mi hijo? ―inquirí, siguiendo a Cindy hasta su habitación.

―Has llegado en un momento perfecto, porque justamente tenía planeado bañarlo.

Abrí mis ojos sorprendida y me apresuré para caminar a su lado.

―¿No es demasiado pronto? No me gustaría que se hiciera daño. Es tan pequeñito aún ―comenté mordiendo el interior de mi mejilla. No es que no confiara en el criterio de mi mejor amiga, después de todo ella era su madre. Pero tampoco podía evitar preguntar.

Equal Halves. MADLY IN LOVE #2Where stories live. Discover now