I: "Nuevo Amigo"

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Había llegado a este extraño y aburrido lugar hace tres días y Daniel ya no podía soportar otro día más. Tenía planeado escapar esta noche junto con su oso de peluche y su manta favorita contra los monstruos de la oscuridad.

Y todo esto comenzó cuando llegó al hospital con sus padres una mañana que Daniel no se sentía bien de la cabeza. Daniel estuvo bien luego de que le dieran de beber un horrible líquido y con que tuviera que faltar ese día al colegio, incluso, para rematar le habían asignado su propia habitación.

Daniel era feliz y cómodo.

Pero su cómoda estadía solo fue por el primer día, ya que, al segundo le dieron de comer una horrible porción de comida, que según el, era para bebés y le quitaron las golosinas que había llevado. Luego le quitaron su nintendo y sus juguetes, pero lo peor de todo fue que le pincharon con una gigantesca aguja su pequeño trasero y lloró todo el día porque estaba adolorido y muy aburrido.

Como sus padres tenían que trabajar, solo los podía ver por las mañanas al despertar y las tardes cuando salían del trabajo. Así que pasaba la mayoría del tiempo solo con lo único que le dejaron quedarse los doctores: su oso de peluche. A pesar de tener 9 años, aún dormía y jugaba con su oso de peluche, su, en ese entonces, mejor amigo. Daniel preguntó reiteradas veces a las enfermeras por qué no podía conservar sus juguetes, pero la única respuesta que recibía de todas ellas eran libros. Aburridos libros que ni siquiera se daba el tiempo de leer el título de ellos.

Como Daniel planeaba irse esta noche decidió darse una vuelta por el hospital para así revisar el lugar y estar seguro por donde deberá salir y esconderse por si algún guardia merodeaba por ahí en la noche.

Estaba pasando por el kiosko en un principio, pero cuando levantó su rostro estaba en un extraño patio que nunca antes había visto y por lo tanto, no sabía como había llegado y mucho menos como volver. El patio no era exactamente muy grande y era extraño, ya que se encontraba en medio del hospital y el piso estaba cubrido por hojas de otoño.

Daniel se dió unas cuantas vueltas por el lugar, pero simplemente volvía al mismo lugar de siempre: un naranjo árbol de Roble con una banca debajo. Daniel se rindió y se sentó para esperar a que llegara alguna enfermera y que cuando lo viera, se lo levara del lugar. Pero los minutos pasaban y Daniel no soportó el cansancio mental de estar totalmente perdido y se recostó para cerrar los párpados unos segundos.

La brisa era fresca y algunas naranjas hojas del árbol caían a su pequeño y regordete rostro. Daniel medía un metro cuarenta y cinco a sus nueve años, tenía el pelo y los ojos de un castaño claro y lucía unas rosadas e infladas mejillas que causaban ternura en todas las personas que lo veían por primera vez.Era más tímido que los demás niños, pero muy inteligente y divertido cuando se lo proponía. Le encanta ver anime, nadar y los animales. Su madre, Eunji, siempre decía que Daniel era la estrella brillante que todos necesitan alguna vez en su vida y que estaba agradecida de haber dado a luz a un niño tan sonriente como su niñito. Pero hace unas semanas Daniel comenzó a sentirse muy mal y es por eso que sus padres decidieron recurrir al hospital y esperar a su completa recuperación, ya que Daniel solía ser muy enérgico y testarudo.

- Oye niño, este es mi lugar.

La dulce y desconocida voz hizo despertar a Daniel de una sola vez y se sentó rapidamente. Cuando abrió sus ojos se encontró con la figura de un niño que parecia de su edad, pelo oscuro y ojos pequeños.

Cuando Daniel al fin se hizo a un lado, el pequeño niño no esperó más y se sentó a su lado a beber de su jugo de uva.

- ¿Cómo te llamas? Nunca había visto a un niño por aquí. Mi nombre es Ong Seongwu.- el pequeño le extendió su mano en forma de saludo.

De Vuelta a Otoño ✧ OngnielWhere stories live. Discover now