IX: "Bienvenida"

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Daniel llegó a su hogar, al atardecer de aquel día y, al entrar, se puso sus pantuflas, dejó su abrigo en el perchero y tiró sus llaves en la mesa.

— ¿Madre?— llamó.

— Aquí estoy.— respondió ella, bajando por las escaleras.— Tardaste en llegar y estaba a punto de llamarte, ¿Cómo te fue con la radiografía?

— Bien, supongo. Los resultados saldrán en dos semanas, pero te quería hablar de otra cosa.

— Vamos al sofá.— ambos se sentaron y la mujer continuó con la bufanda que estaba tejiendo.— Te oigo, hijo.

— De casualidad, ¿Te encontraste con alguien...

— ¡Oh, es cierto! ¡No creerás con quién me encontré hoy, en el hospital, hijo!— la mujer dejó lo que hacía a un lado.

— Lo sé, mamá, yo también lo ví.

— ¿En serio? Que alegria que te pudo encontrar, pero ¿Por qué no te veo feliz?

— Porque, exactamente, no lo estoy.

— ¿Por qué? Eran muy buenos amigos.

— Eso fue cuando niños, mamá.— respondió Daniel, frustrado.— Todo es muy distinto ahora, el y yo somos personas totalmente distintas.

— ¿Por qué? ¿Por qué el viene de Seúl? Daniel, ya hemos hablado de esto otras veces, debes dejar de menospreciarte por aquello, pronto mejorarás...

— ¿Puedes parar, ya? No quiero que te entrometas en esto. No tienes permitido hablar de mi con el, es un desconocido para mi desde este momento y yo tampoco quiero saber nada de el.— suspiró.— Estoy cansado, mamá...

La mujer asintió y con semblante triste, acarició el rostro de su hijo.

— Esta bien, mi vida. Tienes razón y no volveré a hacerlo.— ella lo abrazó y le dio unas palmadas en su, gran, espalda para reanimarlo.— Ve a cambiarte, la cena ya está lista.

La gran afectuosa sonrisa de su madre siempre podía arreglar todo el ambiente y caminó entre los pasillos de su casa hasta su habitación.










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— Madre, es enserio, me encantaría que fuera una broma, pero no lo es.

— Es extraño, cuando pequeños, Daniel siempre fue el mas afectuoso entre los dos y siempre quería estar a tu lado ¿Cómo es posible que no te recuerde?

Seongwu se encontraba en una charla telefónica con su madre desde hace media hora, contándole de su primer día en el hospital y sobre su reencuentro con su amigo de la infancia, que lo había olvidado.

— Han pasado quince años, madre, puede ser entendible.

— ¡Pero tú si lo recuerdas todo!

— ¡ESO MISMO PIENSO YO!— su voz incrementó al concordar con su madre y luego un suspiro salió de su boca, al recostarse en su cama.

Al fin alguien que entendía como se sentía.

— A lo mejor es cosa de tiempo, se paciente. Deberías invitarlo a salir.

— No lo sé...— el pobre rascó su cabeza, exhausto de pensar.— Parecía bastante incómodo cuando se lo sugerí.

— Es solo por ahora, pronto verás que ya entrarán en confianza nuevamente, después de todo, sabes cosas de el, que muchos no.— aconsejó su madre.— ¡No te quiere, superal— !Ah!— la voz de Kuanlin, el hermanastro menor de Seongwu sonó desde la otra línea del teléfono, interrumpiendo la charla y recibiendo una golpiza por su madre.

De Vuelta a Otoño ✧ OngnielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora