IV: "Encuentro y división"

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Un mes había pasado desde aquel accidente de Daniel.

Luego de aquel incidente, Seongwu y Jaehwan lo visitaron algunas veces, pero con el paso del tiempo les fueron restringiendo los momentos de la visitas hasta que un día, el doctor Hwang Minhyun se les acercó a hablar.

— Lo lamento mucho chicos, pero no podrán ver a Daniel por un pequeño lapso de tiempo. Es por su bien.

Seongwu discutió mucho con el doctor por no dejar visitar a su amigo como lo hacía antes y ni siquiera le decían que es lo que le sucedía.

Debe estar enfermo, pero de aburrimiento allí dentro todos los días y es su culpa ¿Sabe usted qué si no corre, se hace pís en la cama?

Eran algunas de las cosas que le decía el pelinegro a los doctores para convencerles de dejarlo ver a Daniel.

Por otro lado, Jaehwan ya no jugaba tan seguido con Seongwu porque el había vuelto a sus clases y era gracias a Daniel que se hablaban porque jamás se sintieron cercanos el uno con el otro y todo era más incomo sin la risa contagiosa de Daniel entremedio de sus charlas debajo del árbol.

La madre de Daniel iba todos los días a visitarlo y su padre iba los fines de semana, pero ninguno de ellos correspondía a los incesantes pedidos de los niños por saber de su amigo y cuando preguntaban por su salud y bienestar, la respuesta que siempre obtenían por parte de la señora Kang era:

Esperenlo solo por un tiempo más, pronto volverán a jugar.”

Y luego les acariciaba el cabello con dulzura, antes de abrir aquella puerta que los separaba para cerrarla sin dejar pista del chico.

— Mamá.— llamó Seongwu a su madre, que se encontraba en el sofá de la habitación de su abuelo, quién dormía plácidamente en la camilla.

— ¿Sí, cariño?

— ¿Está Daniel muy enfermo? Tu hablas con su madre, por favor, dime sí lo volveré a ver.— aquellas palabras del pequeño angustiaron a su madre y dejó la bufanda que tejía a un lado para prestarle mayor atención a su hijo, quién lucía ojos cristallizados y lo levantó para sentarlo en su regazo con dulzura.

— Daniel pasó un momento difícil, por eso lo alejaron de ti, pero el es un niño muy fuerte y se está recuperando. Por eso te pido que esperes solo un poquito más por él.

"Poco".

Seongwu y Jaehwan habían escuchado esa palabra tantas veces desde que alejaron a Daniel de ellos.

— Está bien mamá, seré paciente.— respondió rendido.— Pero de todos modos, quiero que le hagas llegar esta carta a Daniel.

Seongwu sacó de su abrigo una pequeña carta y se la entregó a su madre en las manos con cuidado.

— Nadie más que Daniel puede abrirla.

— Entendido, hablaré con su madre hoy mismo para que se la haga llegar. Eres un niño muy atento.— su madre besó su pequeña frente.— Ahora debo despertar a tu abuelo porque ya es hora de su merienda.














🍁

— ¿Estás seguro de que leyó la carta?— preguntó Jaehwan por enésima vez desde que llegó al punto de encuentro.

Eran las diez de la noche, hora en la que supuestamente todos ya están duermiendo y los dos chicos se encontraban en la banca debajo del árbol del patio central.

— Sí, el me dió la señal.

— ¿Cuál fue la señal?

Seongwu sacó del bolsillo del gran abrigo que llevaba por encima de su pijama, debido al frío de la noche y sacó una figurita de Spiderman. Específicamente, la figura de Daniel.

— ¿Cómo has conseguido su juguete?

— Le indiqué en la carta que debía arrojarla por la ventana a las seis de la tarde y así lo hizo. Estaba entre los arbustos secos.

En la carta de Seongwu le indicaba a su amigo un muy elaborado plan que había planeado durante dos días porque ya no aguantaba más la espera y por una razón en especial. Supuestamente debían encontrarse en el gran árbol exactamente a las 10:10.

— ¡Ya es la hora!— Jaehwan se sobresaltó cuando miró su reloj de pulsera y ambos comenzaron a buscar en la oscuridad alguna señal de Daniel.

Las hojas crujían a cada paso que daban con cuidado rodeando el árbol y Seongwu tropezó con una rama, pero tuvo que contener su dolor para aproximarse a la banca y abrochar bien los cordones de sus zapatos.

Cuando volvió a levantar su rostro, sus ojos no podían asimilar lo que veían.

Aún en la oscuridad de la noche podía reconocer su reluciente sonrisa.

¿Era esto una ilusión?

Ambos niños se abrazaron con fuerza y luego sintieron al otro cuerpo uniéndose al abrazo. Los tres habían vuelto.

— Los encontré.

— ¡Te extrañamos muchísimo, Daniel! Creí que ya no venías.— dijo Jaehwan un poco más alto, recibiendo un golpe de advertencia por parte de Seongwu.

— Me demoré porque tuve que ser muy cuidadoso para que no me pillaran.

— ¿Estás bien?— fueron las únicas palabras que formuló Seongwu.

— Ahora sí lo estoy, me recuperé completamente hace una semana y ahora me mantienen ahí por si sufro alguna recaída o algo así. Fue solo un resfrío severo.

— Sal pronto de ahí, estaré solo de ahora en adelante...

— ¿Por qué lo dices?

— Daniel... La razón principal para que vinieras es para despedirme. Yo ya terminé mis chequeos con mi doctor y con mis padres nos mudaremos. Está es mi última noche aquí y quería despedirme de ustedes.

Daniel abrazó a su amigo, aquel con el que compartió carcajadas, juguetes, historias y comida; ahora se encontraba abrazándolo a mitad de la noche tratando de contener el llanto inminente.

— Gracias por ser mis amigos este tiempo, chicos. Espero nos volvamos a encontrar.— Jaehwan sonrió.— Daniel, debes mejorarte rápido para acompañar a esta ardilla come libros y Ong, cuida de Daniel.

— Lo haría aún si no me lo pides.— objetó el, divertido y nostálgico recordando todos aquellos motivos que buscaba para contradecir a Jaehwan.

Jaehwan se fue del hospital a la mañana siguiente y desde el auto de su madre pudo ver a Seongwu y a Daniel junto a sus padres conversando alegremente, todos reunidos en la habitación 101.

El auto arrancó, dejando atrás a sus amigos, a Daniel, a Seongwu, al hospital, al doctor Min, el olor a medicina y aquel gran árbol donde todos se conocieron, preguntándose si alguna vez volvería a ese lugar.

De Vuelta a Otoño ✧ OngnielWhere stories live. Discover now