VII: Anhelos.

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Un mes tuvo que pasar para que se preparan todos los arreglos de los hospitales y el propio Seongwu. Verano había terminado y Otoño comenzaba frío, nublado y nostálgico.

Seongwu estaba en la estación de trenes junto a Sungkyung acompañándolo.

— ¿Llevas todo?

— He dicho que sí.

— ¿Ropa interior suficiente? ¿Tus libros? ¿Hilo dental?

— No me falta nada Sungkyung, ya deja de exagerar, no me estoy llendo del país. Si algo se me olvida puedo volver a buscarlo o pedir que lo envíes. No te preocupes.

— ¿Un beso?— ella preguntó e inmediatamente recibió un beso de parte del doctor.

Definitivamente, ya no faltaba nada.

— Estaré bien.— su tren había llegado.— Cuídate, come todas tus comidas y recuerda que te quiero ¡Me volveré loco sin sentir el aroma de tu cabello!— gritó desde el interior del tren, por la ventana, haciendo avergonzar a la doctora.

Seongwu siempre fue así de romántico con sus citas, haciendo a todas sus parejas sonrojarse fácilmente.

Él era visto como alguien atractivo por dentro y por fuera, no importaba de dónde lo vieras. Rostro hermoso, sonrisa cálida, extranjero, alto y delgado, no llegando a ser escuálido. Voz dulce, buen temperamento, inteligente, buen oyente y amante, profundo y bueno en cualquier cosa que se propusiera.

La escuela y las calificaciones jamás fueron un problema para el, por lo que tenía tiempo para hacer revolotear el corazón de sus compañeras sin siquiera intentarlo y era el causante de muchos suspiros. Él era calmado como un lago, pero tan influyente como el aire.

El tren partió y Seongwu se sentía ansioso por volver a aquel baúl de recuerdo de su infancia. Cuando se fue a Italia tuvo tiempos muy duros al tratar de aprender el idioma y comunicarse con los demás, pero solo bastaron dos años para que dominara por completo y luego, lamentablemente, debieron mudarse nuevamente, esta vez a Francia y Seongwu tuvo que volver a comenzar de cero. Fue así que pasó parte de su adolescencia en Europa y América, volviendo a su país natal a los dieciocho para terminar sus estudios y por fin establecerse.

Pero aquel lugar fue acogedor, sin duda alguna. Él era apenas un niño, estaba descubriendo el mundo y pasó sus días en un hospital sin siquiera estar enfermo o contagiarse por descuido. Luego él recordó a las personas que lo rodearon en ese entonces ¿Cuántas posibilidades tendría de que el siguiese viviendo en aquel lugar? ¿En el mismo país? ¿En el mismo continente? Seongwu podía recordar a aquel pequeño de gran sonrisa con detalle, pero habían pasado demasiados años para que pudiera reconocerle.

Pasó el viaje durmiendo y pronto sus pies habían tocado tierra ya conocida. Seongwu no podía creer que estaba ahí, en aquel lugar podía olfatear Otoño puro. Miles de recuerdos pasaron por su cabeza por cada paso que daba, el lugar estaba tal cual como lo dejo, o bueno, gran parte.

De pronto, Seongwu sintió la necesidad de volver a ser un niño y por fin disfrutar todo aquello que no pudo cuando vivió aquí.

Llegó al lugar que le habían asignado para su estadía en el hospital y comenzó a ordenar sus cosas. Rápidamente las cajas quedaron vacías y el lugar tomó una decoración hogareña de un hombre de 25 años viviendo solo. Libros por un lado, cajones llenos, cortinas color mostaza, el reloj al lado de su angosta cama y sus abrigos colgados detrás de la puerta.

Seongwu marcó el número de su madre.

— Madre, ya me he instalado. Todo está tal cual lo dejamos, es increíble.

De Vuelta a Otoño ✧ OngnielWhere stories live. Discover now