Colín siempre tenía la ventana de su habitación abierta. Él sabía que no corría riesgos porque además de estar en el segundo piso, la casa de a lado llevaba desocupada desde que él era pequeño.
Pero en esa ocasión fue diferente.
Colín ya no era ningún chiquillo, era todo un joven de diecinueve años que salía del baño con sólo una toalla cubriendo su cadera.
Guiado por la música que había en el lugar, el chico bailaba con su cuerpo semi desnudo, mientras su nueva vecina lo observaba con una enorme sonrisa desde su ventana.
¿Quién no sonreiría viendo ese cuerpo que se movía como arma de seducción?
Colín dio un giro justo en el coro de la canción y la toalla resbaló por sus piernas. Él quedó mudo cuando notó que una chica rubia lo miraba a dos metros de distancia, justo en la casa junto a la suya, y por supuesto que ella le veía más que los ojos.
La chica sonrojada cerró rápidamente la cortina cortando toda comunicación con él, mientras Colin miraba su ventana con completa estupefacción. Su cabeza aún no digeria lo que habia sucedido, pero la tenia certeza de dos cosas:
La primera: las cortinas de la chica eran moradas.
La segunda: ella tenía los ojos más hermosos que él había visto.
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La chica de la ventana
Short StoryElla era el deseo que él siempre le pedía a las estrellas.
