🌟V E I N T I D Ó S

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Colín respiro tan profundo que sintió como sus pulmones se llenaban. Movió su mano hacía donde se encontraba su teléfono y lo tomó contestando la llamada.

Esperó a que ella dijera algo, lo que fuese, pero se dio cuenta de que la chica le insistía con los ojos para que él comenzara. Volvió a respirar y rezó para que no salieran estupideces de su boca.

—Hola—le dijo por fin con su voz grave y ella sonrió grande, con esas sonrisas en las que sus mejillas tocaban sus ojos. Sus hermosos ojos.

—Hola, Colín—su voz. Dios, su voz era como la miel. Colín saboreo las palabras que habían salido de sus rosados labios y sintió que ella en verdad era una sirena que sin saberlo podía hacer lo que quisiera con él.

—Tu voz me encanta—fue lo único que le pudo contestar.

Y entonces las mejillas de ella se encendieron, resaltando con el gris de sus ojos.

—Entonces...ammm—buscó Colín las palabras para preguntarle—, ¿Esto significa que ya somos amigos?

Ella soltó una carcajada y asintió con la cabeza provocando que sus risos rubios danzaran.

—Sí Colín, somos amigos.

—Y los amigos se dicen su nombre, ¿no?

Ella volvió a reír

—Seguirás insistiendo, eh.

—Soy persistente. Siempre consigo lo que quiero—y él ahora la quería a ella.

—Esta vez no—negó la chica con la cabeza.

—Okey—aceptó él acomodandose mejor en su habitación—. Te tengo un trato.

—¿Qué clase de trato?—rió ella.

—Es muy simple—asintió el futuro abogado mientras le sonreía y se pasaba una mano por su despeinado cabello—, jugaremos qué probabilidad hay.

Y eso hizo que una sonora carcajada saliera de la garganta de la chica.

—Que juego más maduro, ¿de qué trata?

—Yo diré, por ejemplo, ¿qué probabilidad hay de que te quites esa linda blusa?—las mejillas de ella se encendieron y recordó de nuevo el rostro de Colín cuando se tocaba. Santo Dios—, Después a la cuenta de tres ambos diremos fuerte un número entre el uno y el tres, y si decimos el mismo tu lo haces, ¿Entendiste?

Ella asintió con su cabeza.

—Quiero jugar.

—Vale—rió él—, comencemos con una práctica, ¿Qué probabilidad hay de que te quites esa linda blusa?

La chica aceptó el reto con la mirada y le lanzó una sonrisa coqueta

—Uno, dos...—comenzó a decir ella.

—¡Uno!—respondió él a la cuenta de tres.

—¡Dos!—se escucho la voz de la chica amortiguada por la voz grave de su vecino.

—¡Eso es injusto!—se quejó Colín al darse cuenta de que había perdido.

—Es muy justo—le respondió ella rindo a carcajadas. Cuando por fin se calmo, tomó un respiro y habló—, Mi turno, ¿Qué probabilidad hay de que tu te quites ese sexy pantalón?

El rostro de Colín se quedó blanco. Tal vez fuera por la forma en que sus tentadores labios rosados pronunciaron la palabra "sexy" o por la sonrisa sensual que lanzó al terminar de hablar y levantar su formada ceja.

—Okey—dijo él siguiendo el juego y regalandole una sonrisa de lado—. Uno...dos...tres.

—¡Uno!—corearon dos voces.

—Yo gané—le dijo ella con una sonrisa.

Y él se quitó el pantalón, poco a poco, viendo como el rostro de la chica se ensombrecia por el deseo.

—Me toca—dijo él ya sin su prenda, con la voz más lenta y la respiración un poco agitada—, ¿Qué probabilidad hay de que me digas tú nombre?

La chica de la ventanaWhere stories live. Discover now