1. Busca en la simplicidad

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"Tal vez sea la propia simplicidad del asunto lo que nos conduce al error."

—Edgar Allan Poe.

El pueblo estaba desolado. El viento gritaba pedidos de auxilio y las fuertes pisadas de dos hombres, tan diferentes como araña y mosca, hacían crujir las ramas muertas de los árboles que yacían en la inmaculada y perpetua nieve de diciembre. Los policías dejaban su rastro con sus pesadas pisadas mientras se dirigían a la alterada escena del crimen.

El ambiente del pueblo había cambiado. Antes estaba alegre por la llegada de la Navidad, pero desde lo ocurrido con Marion solo podía apreciarse la melancolía y la preocupación en los rostros de las personas. Nadie dejaba a sus hijos ir solos a ningún lado. Siempre se veía a algunos padres vigilando con paranoia los juegos de los niños y observar con temor los alrededores en busca de alguien muy interesado en sus hijos.

Había rumores y sospechas de que se trataba del ebrio del pueblo. Suponían que era una especie de venganza debido a que en el pasado la madre de Marion no había aceptado casarse con él por estar enamorada de su actual esposo. Pero solo eran rumores, nada concreto y sustancial como para atribuirle tal crimen.

Los oscuros árboles deformados que nacían de la espesa nieve parecían querer cernirse sobre los oficiales y desfigurar sus ropas con las afiladas ramas de sus bajas copas. El cielo estaba gris, igual que hacía dos meses en los que no se podía discernir los rayos del sol. No estaba nevando, pero aquellas nubes que cubrían el cielo anunciaban una gran tormenta.

El pueblo era de una gama gris. No había una pizca de color, no estaba esa alegría infantil de los niños que hacían agradable al lugar. Y el detective Gustavs Tracker se preguntó cuándo volvería a ser el lugar calmo y cálido que conoció en su niñez, aquel que se veía cada vez más lejano desde que su infancia lo había abandonado.

Al acercarse a la escena del crimen no pudo evitar que su mente fantaseara al verse a sí mismo jugar por aquellos lares. Reír y lanzarse bolas de nieve con su amigo antes de que tuviera que mudarse y lo dejara solo. Su infancia había sido un gran momento el cual atesorar, pero su adolescencia había dejado bastante que desear. Recordar con nostalgia esos momentos se volvía un poco rutinario al ver a su propio hijo jugar con sus amigos en la casa. Su hermosa y joven esposa acariciando el cabello castaño de su retoño solo hacía que anhelara con más fuerza sentir el calor de los brazos de su madre en él, pero desgraciadamente hacía ya varios años que se había marchado tras una larga e incurable enfermedad.

Al encontrarse en el lugar donde fue hallada la pequeña, sus recuerdos infantiles se esfuman con la misma rapidez con la que lo invadieron; y su mente comienza a maquinar con velocidad a la vez que sus ojos se mueven de un lado al otro examinando la escena con meticulosidad.

—La hallaron tendida en la nieve, su rostro de lado. Su boca sangraba y también había sangre en su entrepierna y en su vientre. Murió de una hemorragia cuando un objeto punzante perforó su bazo —informó el oficial Ludis Tared mientras fumaba de su pipa.

A Tracker jamás le agradó, era un inepto que no podía encontrar ni sus propios zapatos en la mañana. De todas formas, el sentimiento era recíproco; Tared lo detestaba. No se toleraban, nunca lo habían hecho. Tared creía que él era un engreído y un lame botas, mientras que Tracker lo consideraba un gordinflón inútil y chismoso. Sencillamente eran muy diferentes, tanto física como mentalmente.

—No fumes en la escena, Tared —regañó y el castaño le dedicó una mirada molesta. Odiaba que siempre lo tratara como a un niño cuando él era diez años mayor y tenía mucha más experiencia que él en el campo.

—No me digas qué hacer —masculló hacia el rubio y luego se detuvo a detallar su figura. Era alto, mucho más que él. Su cabello siempre había sido rubio claro, pero con el paso de los años se había tornado dorado, sus ojos eran verdes oscuros y de una mirada tan penetrante que no te permitía mirarlo más que unos pocos segundos. Poseía una nariz recta y respingona, la misma que le había heredado a su niño. Sus labios eran finos y duros, tal como los comentarios que soltaba de vez en cuando. Era un cretino sofisticado.

#1. El anuncio de los cuervos #1. AnimalesOscuros (✔)Where stories live. Discover now