Capítulo Extra: La confesión

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28 de agosto de 1814

Boblín leía una novela romántica mientras de fondo escuchaba la acalorada conversación de Laima con un posible cliente. Era un bonito día de verano y se escuchaba el cantar alegre y simpático de las aves. Los árboles estaban llenos de color y vida mientras que las mujeres comenzaban a vestir prendas de tonos más cálidos y con más escote para ir a tono con la estación.

—¡Maldito hijo de perra!

Sí, su esposa realmente se había enfadado. Por lo general, era muy extraño encontrar a una mujer que dijera tales groserías, pero admitía que le divertía escuchar a su mujer repartir insultos. Así que se levantó de su asiento y dejó su lectura para después mientras se dirigía hacia el despacho. Entró con tranquilidad y pareció que nadie notó la diferencia porque Laima seguía gritándole al hombre todas sus verdades mientras este la miraba con furia.

—¡¿Quieres resolverlo a golpes?! ¡Porque incluso así te ganaría! —Exclamó precipitándose hacia el hombre y Boblín se apresuró en tomarla entre sus brazos y alejarla—. ¡Ni crea que trabajaremos para usted! ¡Lacra!

Boblín reprimió una sonrisa mientras se aclaraba la garganta. Era muy divertido verla enfadada, no había quién le ganara.

—¿Qué sucede aquí? —Inquirió dando una mirada despectiva al hombre mientras su esposa se soltaba de su agarre y acomodaba su aspecto. Algo tuvo que detonar el carácter de su esposa, ella era muy paciente y calmada.

—Quiere que seas tú quien se ocupe del caso —escupió con molestia y dirigiéndole una mala mirada al hombre, quien la observaba con desprecio—. No quiere que me involucre de ningún modo.

—¿Hay algún motivo en especial por el que mi esposa no pueda involucrarse en el caso? —Cuestionó con tono acusador al hombre, quien dejó de verla con odio para dirigir sus ojos al pelirrojo.

—Una mujer como ella no debería estar trabajando ni atendiendo hombres con tanta libertad. —Laima intentó precipitarse a él para golpearlo, pero Boblín la detuvo de nuevo y le pidió al hombre que siguiera hablando—. Usted debería saber que se la ha visto en compañía de muchos hombres en las calles y en las tabernas. Más de uno ha comentado cómo es ella en...

—¿Qué es lo que comentan? —Preguntó con dureza y el hombre prefirió callar y apartar la mirada. Viktor aclaró su garganta y soltó a Laima, sabiendo que ella no iba a lanzarse sobre él de nuevo—. Por si no le han informado correctamente, la agencia Boblín nos pertenece a mi esposa y a mí. Cada caso que se nos presenta lo evaluamos, lo aceptamos y lo trabajamos juntos. No permitiré que venga a mi casa y le falte el respeto a mi esposa de esta manera. Sea cual sea su caso, espero que encuentre solución, pero no quisiera verlo de nuevo por aquí, mucho menos hablando de mi familia.

El hombre lo observó con resentimiento antes de tomar su abrigo y su sombrero del perchero. Antes de que cruzara la puerta, Viktor se aclaró la garganta de nuevo y el hombre volteó a verlo con molestia.

—Permítame recordarle amablemente que esas personas que circulan esos rumores sobre mi esposa son las mismas personas que hablan por toda Robania sobre sus peculiares preferencias amorosas —dijo viendo al hombre enrojecer de la furia y la vergüenza—. Los rumores son un arma muy volátil, le sugiero que tenga cuidado con la elección de sus palabras.

El hombre salió del despacho iracundo y azotó la puerta principal al retirarse de la residencia. Viktor sonrió de lado. Últimamente los clientes estaban tomando esa costumbre cuando recibían una respuesta negativa, debía pensar en reforzar la puerta para que aguantase toda esa ira.

Laima pasó por su lado cargando unos libros y parándose frente a la biblioteca para devolverlos a su lugar. Sus movimientos rápidos y bruscos demostraban que aún estaba un poco enfadada por los insultos de ese cliente. Viktor observó cómo su bello cabello comenzaba a perder la gracia del tocado y comenzaban a caerse un par de mechones.

#1. El anuncio de los cuervos #1. AnimalesOscuros (✔)Where stories live. Discover now