17. Ahí ha de temer

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"En algún momento, tienes que olvidarte de los rencores, porque solo hieren."

—Taylor Swift

Tracker palideció cuando entendió que su peor pesadilla se había hecho realidad. Sintió su corazón desgarrarse en pedazos mientras el dolor consumía cada parte de su cuerpo. Daina lloraba desconsoladamente en sus brazos mientras los cuervos insistían en ser escuchados. El detective estaba desorientado, no sabía qué hacer, no sabía cómo seguir; estaba temblando del pavor que le causaba saber que su hijo era otra víctima del asesino que no pudo atrapar. El mundo dejó de tener sentido para Gustavs Tracker en ese momento, toda lógica escapó de su mente y aquella sensación que lo había invadido de niño cuando se sentía más solo que nunca, cuando solo era un blanco fácil para los niños mayores de la escuela, aquella sensación de impotencia, de vulnerabilidad, ardió en su ser sintiendo que una vez más los niños mayores acababan de humillarlo y quitarle todo lo que tenía, todo lo que siempre había querido.

Sintió que sus piernas no eran suyas, no le respondían, y temblando comenzó a tropezar hasta sostenerse de la biblioteca con Daina aún abrazada a él. Boblín se acercó rápidamente hacia él mientras el detective con los ojos llenos de lágrimas observaba un punto fijo, perdido en sus pensamientos, en su dolor. De fondo se escuchaba el llanto de Daina acompañado por los sollozos de Laima; Viktor era el único que no se había dejado llevar por los sentimientos, pero cuando vio que Tracker, el soberbio, presumido, egocéntrico e impenetrable detective asinisiano, comenzó a llorar, sintió que sus muros de apatía hacia el rubio comenzaron a caerse.

Pese a ser uno de los detectives a cargo, siempre se había guiado por Tracker, ya que él conocía el pueblo a la perfección y la mejor manera de proceder, pero ahora que tenía una oportunidad de guiarlo, se encontraba tan perdido como él. Escuchaba a los cuervos graznar junto al coro de sollozos en la habitación y comenzó a observar la habitación, ignorando a las personas en su interior para pensar con claridad.

El niño había desaparecido hacía un aproximado de doce horas, al amanecer los cuervos habían dado un anuncio de muerte. Tracker había salido a la madrugada para enviarle la carta y ver una nueva pista en la iglesia, de seguro había revisado que su esposa y su hijo estuvieran durmiendo tranquilos antes de irse. Eso reducía las horas a dos. Tracker regresó y encontró a Pavel intentando robar pistas y generando disturbios en su casa. Él había llegado y había visto cuando Tracker había intentado golpearlo. No era posible que el asesino de los cuervos hubiera entrado en la casa cuando ellos desayunaban y que hubiera sacado al niño frente a sus narices.

Sus ojos dieron con Laima, que se mantenía apartada derramando un par de lágrimas silenciosas, y se acercó rápidamente a él ante su mirada. Lo abrazó con tristeza y él acarició su espalda con pereza, aún perdido en sus pensamientos. Había algo que no encajaba. Cuando él llegó, todos se encontraban despiertos, hasta la cocinera; el asesino no pudo haber evadido a todos y mucho menos haber torturado y matado al niño en dos minutos, calculaba que secuestrarlo, torturarlo y luego dejar el cuerpo le tomaba cerca de una hora.

—Tracker, no es Jonas —interrumpió Boblín observando al rubio llorando—. No es tu hijo.

—¿Qué dices? —Balbuceó abrazando a Daina.

—No es él, los tiempos no concuerdan —aseguró totalmente convencido—. Vamos, no es él. Tu hijo debe estar escondido en algún lugar de la casa.

Gustavs lo observó escéptico, buscando pruebas para poder creerle, pero solo encontró la certeza de su hipótesis en aquellos ojos verdes azulados. Las dudas lo carcomían, en aquel momento, rendirse al dolor era más fácil que llenarse de ilusiones y esperanzas que más tarde podrían destrozarlo brutalmente. Los hechos eran demoledores.

#1. El anuncio de los cuervos #1. AnimalesOscuros (✔)Where stories live. Discover now