8. Abandonado en la miseria

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"Cree solo la mitad de lo que ves y nada de lo que oyes".

-Edgar Allan Poe.

—Tared, quédate aquí hasta que lleguen refuerzos —ordenó el detective subiendo al caballo de nuevo—. No fumes en la escena e intenta que no alteren nada en los niños.

—Sé hacer mi trabajo, no soy un niño, Tracker —refunfuñó sacando su pipa del abrigo.

—Solo quédate aquí —murmuró antes de mirar al pelirrojo que tenía los ojos puestos en el cielo y no se había bajado del caballo—. Boblín, vienes conmigo.

Espoleó al caballo y este salió disparado siguiendo a las aves. Agradecía que el invierno mantuviera a los árboles desnudos y que sus copas vacías permitieran divisar el cielo, el cual estaba cubierto de esas aves portadoras de muerte. El galope de los caballos era veloz como la brisa invernal que enfriaba las mejillas de los detectives. El vaho escapaba de sus bocas y de los hocicos de los corceles y se perdía en el aire como una aguja en un pajar.

Las aves iban rápido, pero los detectives le seguían el paso sin mucha dificultad. El bosque estaba enmarañado de árboles oscuros, viejos y retorcidos. Debían esquivar muchas ramas y saltar algunos troncos y raíces, pero Tracker estaba decidido a perseguir a esas aves y dar un paso más hacia el asesino. Nadie podía convencerle de no seguirlas ahora que la idea había sido plantada en su cabeza. Tracker era como un perro con un hueso cuando se trataba de los casos; no lo abandonaba hasta acabar con él. En este caso, él no renunciaría hasta dar con el culpable y hacer justicia.

Boblín iba callado y no decía nada, pero se felicitaba por dar una observación tan obvia que su compañero no había pensado antes. No le interesaba en absoluto la gente de Asinis, pero el caso sería importante para su carrera; y no podía negar que ver la imagen de esos dos pequeños sin vida lo había chocado un poco, se había sentido desorientado por un momento. Él ni siquiera tenía esposa, pero sintió un poco de pena al ver sus rostros tan horrorizados, era notable que los niños habían sufrido mucho antes de la muerte. Tampoco le gustaba el hecho de que atacaran a niños, eso lo consternaba. Quizás su objetivo al llegar a Asinis era resolver el caso y presumirlo tanto en Robania como en el pueblo protagonista, sobre todo a cierto detective y colega policía, pero en ese momento su objetivo y motivación para resolver el caso eran diferentes. Tracker se había mostrado serio y preocupado y la imagen de esos niños habían tocado cierta fibra sensible en él.

Tracker tenía razón. Su objetivo sería atrapar a ese asesino por el bien de la comunidad. Con un poco de desconcierto notó que se estaban alejando bastante del pueblo, pero no sintió temor de perderse porque iba con un asinisiano, quien seguramente se sabía el camino de memoria.

—¿Nunca los siguieron? —Preguntó el pelirrojo sujetándose al caballo cuando saltó unas gruesas raíces enredadas en el suelo.

—Es la primera vez que vuelan en una misma dirección —respondió Tracker sin perder a las perversas aves de vista.

Su mente no dejaba de vagar en preguntas. ¿Por qué había atacado de a dos? Nunca lo había hecho. ¿Por qué las aves iban juntas a un mismo lugar? ¿Por qué esta vez no se dispersaban como siempre? Había algo diferente en esta ocasión y tenía el ligero presentimiento de que el asesino de los cuervos tampoco se hallaba muy a gusto con la intervención de Boblín en el caso, y había elegido protestar de una manera bastante peculiar.

Estaban a las afueras del pueblo y Tracker siguió espoleando a su caballo con brío. Las aves eran muy rápidas, pero las pudo ver posarse sobre el techo del viejo molino con una inquietante tranquilidad. El viejo molino abandonado daba un aspecto misterioso y terrorífico. Estaba cubierto de telarañas en toda su estructura, la madera estaba vieja y reseca; estaba seguro de que chirriaban ante el mínimo contacto. De las paletas del molino solo quedaba la estructura que se caía a pedazos.

#1. El anuncio de los cuervos #1. AnimalesOscuros (✔)Where stories live. Discover now