36| Una Última Vez

1.3K 127 33
                                    

ROUGE

—Voy a a salir un rato, avísenme si hay noticias —nos avisa Blaze, poniéndose de pie.

Desaparece de mi vista y automáticamente Silver la imita.

—Yo igual —anuncia, corriendo tras ella.

Siempre pensé que esos dos harían linda pareja, pero cuando el plateado invitó a otra al baile, mis esperanzas se fueron a la basura. Parece que mantienen una gran amistad, de todas formas.

Continuamos esperando en silencio durante unos minutos más. Amy duerme sobre mi regazo, y yo ya me he leído todas las revistas del lugar. Tails juguetea con un par de tuercas y Sonic se sienta junto a mí. Knuckles y Shadow permanecen en la casa rodante.

Esto de no tener noticias del estado de Cream me altera. Es tan pequeña, amable y tierna que no me gustaría verla fallecer. No se lo merece. Quizás nunca fue tan cercana a mí, pero si era una gran compañera.

Hago un lado la última revista que he leído y suspiro. Me estoy aburriendo y no tengo a nadie con quién hablar. Amy está dormida, Cream en coma y Blaze no está aquí. Ni hablar de Knuckles, estamos en crisis. Tal vez tenga que pensar sola.

Mi relación con el equidna ha estado pendiendo de un hilo desde que llegamos a Green Hills. Si no hubiéramos tocado Angel Island, él nunca tendría metida en su cabeza la idea de irse a vivir allí. No quiero que se vaya, quiero que se quede conmigo. Voy a intentar de convencerlo para que se quede. Sonic comparte mi punto de vista: Knuckles no puede irse ahora, cuando está a punto de terminar la escuela.

  Tomo la cabeza de Amy con delicadeza y le pido a Sonic que ocupe mi lugar. El erizo se sonroja levemente antes de aceptar. Intercambiamos lugares; yo estoy de pie y él sentado con Amy descansando en su regazo. Esbozo una sonrisa pícara y me voy, avisándoles que iré al vehículo. Salgo del hospital para encontrarme cara a cara con Shadow. Antes de que continuara con su camino, lo detengo.

—Amy está dormida sobre Sonic gracias a mí. Así que no generes ningún alboroto o no te enfades con tu colega. Yo lo obligué a hacerlo, ¿okey?

  Shadow asiente confundido y entra al edificio. Observo cómo entra. Sacudo mi cabeza, ahuyentando viejos recuerdos, y me dirijo hacia la casa rodante. Está lloviendo a cántaros. Trato de cubrir mi cabeza con mis alas, pero termino mojándome igual. Abro la puerta de la casa rodante una vez que llego, y entro al vehículo. Cierro la puerta, me sacudo un poco y registro el ambiente. Knuckles está sentado en la mesa con una computadora portátil frente a él.

—¿Sabías que en Angel Island no se cobran impuestos? —me dice, sin dirigirme la mirada.

  Suspiro apenada y tomo asiento frente a él.

—Tenemos que hablar —anuncio.

—Esa frase me causa escalofríos —murmura para si mismo.

—¿En verdad deseas vivir en Angel Island? —inicio, ignorando su comentario.

  Él asiente, ahora mirándome a los ojos.

—Allí se encuentra mi familia, Rouge, mis raíces. Nunca creí que los encontraría.

—Nosotros también somos tu familia, Knuckles. No puedes dejarnos así porque sí. Tienes que terminar la escuela, por lo menos.

—Mira, la escuela me importa muy poco. Quiero tomar mi puesto como guardián de la Master Emerald. Quiero conoces más sobre mi pasado. Es algo que necesito. Y en verdad me gustaría que me apoyes.

—No puedo hacerlo —admito, al borde del llanto—. Te necesito junto a mí.

—Estás siendo egoísta. Si en verdad me amas, apóyame en mis decisiones.

—No, Knuckles —algunas lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas—. Te amo demasiado, ese es el problema. No puedo imaginarme un futuro sin ti. Desde que estamos juntos, desde que te conocí, mi vida ha cambiado. ¿Acaso no recuerdas que era una ladrona? Uno de mis últimos robos fue al Team Chaotix, fue la primera vez que te vi. Yo estaba buscando información para Scourge mientras tú dormías, rojito. No puedo negar que eras guapo, y lo sigues siendo, pero con solo verte dormir me di cuenta de que mi vida podría ser mucho mejor si no me dedicaba a robar. Cambié por ti, tonto.

  Knuckles aparta su mirada de mí y se rasca la nuca. No sabe cómo responderme. Coloco mis manos sobre sus mejillas y le robo un beso, que probablemente termine siendo el último.

—No te vayas, por favor. Quédate conmigo.

Él cierra los ojos, como si estuviera tratando de aguantar las lágrimas. Un trueno resuena a lo lejos.

—No creo poder mantener una relación a distancia —murmura, luego de un largo silencio.

—Yo tampoco —concuerdo con él por primera vez en toda la tarde.

—¿Sabes lo que eso significa?

Asiento, llorando a mares. Mi corazón se rompe en miles de pedazos. Quizás será lo mejor para los dos.

—Tenemos... que terminar —concluyo.

Knuckles asiente.

—Es lo mejor —dice.

Un incómodo silencio se establece entre nosotros. Ninguno vuelve a emitir palabra, él solamente cierra la computadora y nos ponemos de pie dispuestos a volver al hospital. Nos detenemos frente a la puerta. Después de unos minutos, cruzamos miradas. Adoro sus ojos púrpuras, son únicos. Como si fuéramos atraídos por el otro, nos unimos en un último beso, esta vez de verdad. Sin embargo, se nos va de las manos rápidamente: la intensidad aumenta demasiado. Sus manos recorren mi espalda, bajando más de la cuenta, y las mías divagan entre sus púas. Nuestras lenguas batallan por ver quién tiene el control. Logra sorprenderme cuando siento que baja el cierre de mi traje. Me acorrala contra la puerta y comienza a besarme el cuello.

—Una última vez —le pido, entre besos.

Knuckles me sonríe y cierra la puerta del vehículo con llave.

Escuela ChaosWhere stories live. Discover now