56| Chica Astuta

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ROUGE

  Aún no entiendo cómo es que tuve el valor de ir hasta Angel Island solamente para verlo. Se supone que ya lo he superado, que sigo con mi vida o que incluso ya encontré a alguien más; pero ese no es mi caso.

  Knuckles the Echidna todavía me trae loca, y lo seguirá haciendo.

  Tampoco logro identificar qué es lo que me atrae de él. Digo, no es el más brillante, no es para nada romántico y es lo más similar a un cavernícola hoy en día. Así y todo lo sigo queriendo, porque para amar no se necesitan razones.

  Sin embargo, no creo que él aún sienta lo mismo por mí. Es decir, han pasado cinco meses desde nuestra ruptura y ya tiene de novia a la Perra-Su que sigue actuando como una mosquita muerta, aunque yo se perfectamente que no lo es. Trabajar en G.U.N tiene sus ventajas, como encontrar información de todo el mundo con solo presionar teclas al azar. Ella es la hija del comandante del ejército secreto que Angel Island posee, así que no todo es color rosa en esa maldita isla flotante. Y estoy casi segura que Knuckles no lo sabe.

Me despido del echidna rojo lanzándole un beso y salgo volando. La excusa de que me debe mi regalo de cumpleaños fue una de las mejores que se me ha ocurrido en los últimos días. ¿Que qué hago en esta isla? Vine a verlo. ¿Cómo llegué tan rápido? Eso es fácil: Chaos Control. No creo que a Shadow le moleste que haya tomado una de sus preciadas esmeraldas. Qué mas da.

  Hablando de Shadow, estando junto a Knuckles recibí un mensaje de parte de Omega diciéndome que mi amargado amigo y él necesitaban de mi ayuda. Dijo que lo espere en la oficina del azabache.

—Chaos... ¡Control! —exclamo, una vez que me alejé lo suficiente de Angel Island. La esmeralda emite un brillo pequeño por varios segundos y este se apaga—. Ugh, estúpida piedra...

  Le doy un par de golpes y vuelvo a intentar. Nada. En el quinto intento la Chaos Emerald logra cegarme con la luz que emite y en un abrir y cerrar de ojos me encuentro frente a una de las entradas secretas de G.U.N. Ingreso sin problemas y me encamino hacia la oficina de Shadow, dejando antes la esmeralda en su lugar.

Abro la puerta del despacho y ahogo un grito de sorpresa: Shadow, Omega y Amy Rose se encuentran allí. La eriza rosada está recostada sobre una cama con sábanas negras, aparentemente desmayada.

—¿Rouge? ¿Qué haces aquí? —inquiere Shadow, poniéndose de pie y acercándose a mí.

—¡¿Qué ha ocurrido?! —exclamo indignada. Corro hacia mi amiga, apoyo mi mano en su frente y corroboro su pulso—. ¿Está bien?

La eriza identificada como Amelia Rose se encuentra actualmente sin conocimiento —habla Omega, de pie junto a sus pies—. Posee un hematoma en la parte trasera de su cráneo. La causa de este suceso probablemente se deba a un fuerte golpe.

Shadow, cuéntame todo —le ordeno, dándole una seria mirada.

—El comandante Tower me asignó capturar a Scourge otra vez —resopla, apoyando sus codos en el respaldo de una de las sillas—. Omega y yo fuimos hasta su última ubicación; el Edificio Rose. Al llegar notamos que no había electricidad, entonces decidí entrar y examinar los quince pisos. Nunca pensé encontrarme a Amy allí, ya que se suponía que debía estar en la escuela.

—Ya veo —digo, observando a la eriza de soslayo—. ¿Y cómo es que terminó inconsciente?

—Se golpeó la cabeza contra el suelo.

Debido a que Shadow la confundió con un intruso —acota Omega, y se gana una mirada de odio de parte del erizo.

—Aún no entiendo que es lo que Scourge hacía en el edificio de los padres de Amy —reflexiono—. Espero que no le haya hecho nada... raro...

—No lo creo —niega Shadow—. Scourge no es esa clase de criminal. Tampoco es estúpido como para meterse con ella: sabe que tiene amigos capaces de matarlo. Tengo dos teorías de por qué él estaba allí: o ella no sabía que Scourge estaba ahí...

—... o él quiere algo de ella —concluyo, intercambiando miradas con el azabache.

—Ve a la base de datos de Tower y fíjate si encuentras algún dato útil sobre él —me encarga, enderezándose.

—Si, señor —respondo con un irónico saludo militar. Camino hacia la puerta y la abro—. Ah, ni se les ocurra nombrarme cuando ella despierte: Amy no debe saber que trabajo aquí, ¿de acuerdo?

  Salgo de la pequeña oficina y cierro la puerta detrás de mi, largando todo el aire que contenía en mis pulmones. Me costó mucho estos últimos meses mantener en secreto mi trabajo, y estoy decidida a seguir haciéndolo. Si las chicas se enteraran, probablemente Fiona también; entonces comprendería el porqué de mi amistad con ella. Solo soy amiga de Fiona por mi trabajo como espía, nada más. Nadie dejaría libre a una criminal en medio de una escuela si custodia alguna.

G.U.N puede ser confundida con un laberinto muy a menudo. Es tan grande y complicada que sus extensos pasillos no hacen más que confundirte. Al caminar, lo único que logro escuchar es el sonido de mis zapatos de tacón. Tardo diez minutos en llegar hasta mi destino: la base de datos del comandante.

Observo la puerta de metal frente a mí, que sólo puede abrirse con una tarjeta de identificación que este autorizada y una clave de cuatro números.

—¿Por qué nunca es fácil? —me pregunto en un susurro.

Justo en ese instante cuatro chicas con un uniforme azul oscuro pasan junto a mi, empujando un carrito con artículos de limpieza. Eso es.

Automáticamente me abalanzo sobre el carrito simulando una terrible caída. El carro se cae de costado y todos sus productos se desparraman con un estrepitoso ruido. Las chicas ahogan una exclamación, y luego se acercan a mí preguntándome si estaba bien.

—¡Lo lamento tanto! —me disculpo dramáticamente—. Estos tacones son nuevos y me cuesta caminar bien... ¡Qué torpe soy!

—Oh cariño, no te preocupes —me dice una gata gris, ayudándome a ponerme de pie—. Los accidentes ocurren.

—Déjenme ayudarles —les pido, mientras me arrodillo.

Levanto algunos objetos del suelo. A mi derecha, la gata se encuentra acomodando los productos en el carrito. Esta es mi oportunidad. Procuro que ninguna de las otras tres me esté mirando y, con mis habilidades de ladrona súper desarrolladas, tomo su identificación que se asoma de su bolsillo del pantalón trasero. La oculto en mi traje y termino de ayudarles.

—Perdón —vuelvo a disculparme una vez que se despiden. Las saludo con la mano hasta que veo que doblan a la izquierda, y decido ingresar a la base de datos.

Deslizo la identificación por el lector de tarjetas y la acepta. Después me pide que ingrese el número de cuatro dígitos. Con la linterna de mi celular alumbro las teclas y las miro detenidamente. Presiono las cuatro que poseen más huellas dactilares. Un "ding" me indica que la contraseña es correcta, y la puerta de metal se desliza a un lado.

N/A

¡¡¡MIL VOTOS!!! HEMOS LLEGADO A LOS MIL VOTOS!!!!!! *explota de la emoción*

Yo... ya no sé cómo agradecerles.

O tal vez... tenga una idea...

¡SABADO DE DOBLE CAPÍTULO!

Escuela ChaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora