PARTE 4

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PARTE 4: JUST ONE HIT OF YOU, I KNEW I'LL NEVER BE THE SAME

Una sonrisa curva tus labios. Es triste y sabe tan amarga como las palabras que caen de tu boca a continuación:

- No pasa nada, Chloe. No me debes ninguna explicación – exhalas, sin energía para lidiar con esto ahora.

Te entretienes rebuscando por la llave de casa, y concentras todo tu cerebro en meterla en la cerradura a la primera para evitar hacer contacto visual con ella y ver sus ojos azules llenos de compasión. Porque se ha dado cuenta de que estabas esperando mucho más de ella de lo que jamás quiso darte.

Eso ha venido a explicarte. Probablemente se disculpe y te suelte la típica frase que tú has repetido hasta la saciedad cuando uno de tus líos de una noche volvía creyendo que querías tener algo con ella y no te quedaba otra que aclarar la situación con el mayor tacto posible: "Mira, siento si en algún momento te hice pensar que esto era algo más que un rollo de una noche, que estaba interesada en algo más...".

Nunca pensaste que un día esa frase se volvería contra ti.

Pero tampoco nunca pensaste que algún día fueras a estar en riesgo. Nunca pensaste que algún día encontrarías a una persona que rompiera todos tus esquemas y te hiciera replantearte todo. Mucho menos, que lo consiguiera en apenas una noche juntas.

No sabes qué clase de brujería hizo Chloe sobre ti, bajo qué hechizo o droga te tiene; pero algo debió hacer. Porque eres incapaz de procesar que pudieras crearte semejantes ilusiones en cuestión de horas.

Chloe alza un brazo y extiende la palma de su mano derecha contra la madera de la puerta de tu casa, como si tuviera miedo de que fueras a cerrársela en la cara. Su expresión es contrariada, su ceño fruncido. Entra detrás de ti, casi pisándote los talones, y se pasea nerviosamente por el salón mientras retuerce sus manos.

Tu salón.

- ¿Cómo has llegado hasta aquí? – preguntas de manera impulsiva, tu curiosidad más fuerte que tu sentido común.

No te has olvidado de que Chloe ya ha estado en tu casa una vez, pero sabes de primera mano que la pelirroja estaba bastante distraída cuando le dijiste al conductor del Uber a dónde ir. Al fin y al cabo, eran tus dedos los que estaban trepando lentamente por debajo de la falda de su vestido. No creíste que hubiera hecho caso, y mucho menos que tu dirección fuera un detalle que Chloe hubiera visto necesario memorizar.

Es una pieza más del puzzle que es la presencia de Chloe Beale en tu vida que no consigues hacer encajar.

- Me equivoqué de puerta, pero la señora Robinson fue lo suficientemente amable como para mandarme en la dirección correcta.

- ¿Te lo dijo así como así? – suenas sorprendida, y es que lo estás. La señora Robinson es un cacho de pan, pero solo una vez ha decidido que eres de fiar. Te estuvo lanzando miradas sospechosas durante tu primer mes en el edificio hasta el día en que apareciste en la puerta de su casa con su querido gato en brazos.

- Sombra me reconoció – explica Chloe con un gesto de la mano bastante impaciente. Luego, se pasa esa misma mano por sus ondas pelirrojas, alborotándolas, antes de presionarse los labios con los dedos.

Está nerviosa y no entiendes por qué, esto debería ser algo fácil para ella. Suspiras, y como estás ligeramente molesta suena más como un bufido despectivo. El sonido hace que Chloe deje de dar vueltas de forma muy brusca y se gira para mirarte.

- Nunca me llamaste – acusa de golpe.

- Nunca dejaste un número – replicas al instante, indignada –. Si no te hubieras escabullido en medio de la noche...

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