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Los Ángeles // Enero de 2017

—Esta es bonita —dice Janelle, poniendo la corbata doblada delante de mí, en la zona del cuello de mi camisa para ver cómo queda.

—¿Azul? —pregunto, levantando una ceja.

—Combina con tus ojos.

—Pues ahora que lo dices, me hace aún más guapo de lo que ya soy —digo, mirándome en el espejo con una media sonrisa.

—No me esperaba otro tipo de comentario. —Ríe.

Al final nos llevamos esa y dos corbatas más, junto con un par de pantalones de pinza y dos americanas a juego con estos. Janelle me ha cogido también tres camisas blancas, simples pero elegantes. La verdad es que nunca he sido de vestirme tan formal, pero no me molesta, debo admitir que no me queda nada mal. Lo único que me molesta es tener que llevarlo porque así es el reglamento: no es como si fuera a presentarme en la sede de Smeed Industries e ir a trabajar vestido en chándal y crocs. Entramos en una tienda a mirar zapatos de vestir y, mientras me pruebo un par de ellos, Janelle se me queda mirando.

—Tenemos que hacer algo con ese pelo —dice.

—¿Qué pasa con mi pelo? Ni se te ocurra tocar mi pelo —me quejo.

—Es demasiado largo —argumenta—. Te quita seriedad.

—Y me agrega sensualidad —replico—. Voy a llegar a lo más alto a costa de ligarme a todos los ejecutivos.

—Seguro.

—Segurísimo. Me gusta mi pelo.

—¿Porque es lo único que te diferencia de Louis? —me pregunta, levantando una ceja, con intención de molestar.

—Ah, ¡así que ese era tu plan! —exclamo, llamando la atención de toda la gente en la tienda—. Quieres que me lo corte para que me parezca más a Louis y así me puedas hacer cosas indecentes.

—Oh, claro, ve con cuidado si duermes cerca de mí. —Rueda los ojos— Y baja la voz, loco, que se van a pensar que estás demente, aunque tampoco estarían tan equivocados.

Me echo a reír y ella no puede evitar seguirme. Es nuestra broma de siempre: ella se mete conmigo diciéndome que soy igual que Louis, algo que sabe que he escuchado a diario desde que nací, y yo la molesto recordándole su antigua obsesión con mi hermano gemelo.

Después de una bastante productiva tarde de compras, decido invitar a Janelle a cenar para agradecerle que me haya acompañado a comprar mi disfraz de empresario serio.

La verdad es que es curioso cómo no soportaba a Janelle cuando vivía con nosotros pero ahora, años más tarde, la considero una buena amiga. Ella fue muy amable ayudándome con todo el tema de Alex, y me hizo darme cuenta de que ambos hemos madurado y ahora podemos llevarnos genial.

—El camarero se te está comiendo con los ojos —comenta Janelle, divertida, en un momento de la cena.

Me giro sin ningún tipo de disimulo hacia donde ella estaba mirando, y un camarero bastante guapo aparta la mirada de mí, algo sonrojado. Sonrío para mis adentros; esto será divertido.

Doy un trago a la copa de vino que hemos pedido y cierro los ojos. Esto está buenísimo, Janelle siempre acierta con los vinos.

—¿Cómo ha ido por Indonesia? —me pregunta ella cuando acabamos de pedir la comida. Esta vez no nos ha tomado el camarero guapo sino una chica, tendré que esperarme para poder jugar un rato.

—Muy bien —contesto, sonriendo casi involuntariamente—. Han salido cosas buenas de este viaje.

—Ya me las enseñarás —dice, y asiento con la cabeza.

Desarmando a Nate [Saga Smeed 4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora