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Camino hacia la City con paso tranquilo porque, aunque vengo de una reunión y voy tarde, estoy hasta los huevos de ir corriendo a todos lados y quiero tomármelo con calma. Tengo poco tiempo, porque en menos de una hora debo estar en la sede de F&A para otra reunión, y espero que Alex ponga las cosas fáciles. No tengo ganas de pelearme, la verdad, pero tampoco tiene pinta de que vaya a ocurrir.

Llego a la cafetería unos cuantos minutos más tarde de la hora a la que habíamos quedado, y Alex ya está ahí, sentada, esperándome con un café delante suyo. Me acerco a ella y me mira, haciendo una mueca de amabilidad pero que demuestra que, lo que se dice cómoda, no se siente. Al menos el sentimiento es mutuo.

—Lo siento. —Junto mis manos y hago una especie de reverencia japonesa un poco rara, y Alex suelta una carcajada— Desde que empecé a trabajar en la empresa me siento acosado constantemente, siempre hay problemas y cosas que hacer.

—No tiene pinta de ser un trabajo muy divertido, no —contesta ella, dándome una sonrisa un poco incómoda.

Me siento en la silla de delante de ella y me quito el abrigo, poniéndolo en el respaldo de la silla. Alex me examina con curiosidad, como si nunca me hubiera visto antes —y eso que hay un ser prácticamente idéntico a mí rondando Inglaterra, aunque un poco más al sur—.

—Así que, ¿una gala benéfica? Eso suena muy de clase alta —dice Alex, rompiendo el silencio tenso que acababa de empezar a formarse.

—Sí —asiento—. Yo pensaba que estas cosas solo las hacían para quedar bien, en plan "tenemos dinero, pero pensamos en los demás, eh", pero resulta que sí se dona a la caridad. Sorprendente.

Alex ríe

—Creo que Axel y Jude también iban a una, puede que sea la misma —me dice.

—¿Jude Fitzroy? —pregunto, levantando una ceja.

—El mismo —asiente.

Maldito rubio. Ni en una conversación sobre dinero con mi medio hermana perdida me libro de él.

—Sí, él sí que va —digo—. Ahora somos socios.

—¿Con Jude? —Levanta ambas cejas.— Pues buena suerte.

—Es un tipo peculiar —respondo, sonriendo.

Nos quedamos unos segundos callados, yo porque no sé cómo empezar esta conversación sin que suene demasiado frío, y ella... Probablemente por lo mismo.

—Tenemos que hablar —digo tras pocos segundos, decidido a ir al grano—. Es importante, he hablado con los demás y todos queremos que tú también tengas una parte.

—Alice me comentó que era... bastante dinero —contesta, y noto cómo reprime el impulso de tragar saliva.

—Sí, lo es —asiento—. Y tienes derecho a tenerlo, Alex. Incluso más que nosotros. Joder, él ni siquiera estuvo ahí para ti.

Esto me da muchísima rabia. El muy imbécil de Ian no solo la negó toda la vida, sino que ni siquiera la puso en la herencia. Si quería que siguiera siendo un secreto podría haberle mandado dinero, joder, algo. Sé que el dinero no lo es todo, pero es la intención lo que cuenta. Veintitrés años lleva viva Alex, los mismos años que Ian estuvo escondiendo su existencia, como si fuera insignificante.

Menudo imbécil.

—Solo quiero un cinco por ciento —dice, captando toda mi atención y alejándome de posibles pensamientos homicidas hacia mi padre—. Lo demás dónalo a la caridad.

Vale, eso no me lo esperaba. Es decir, me parece bien, pero el noventa y cinco por ciento del dinero es muchísima pasta.

—¿Estás segura? —le pregunto.

Desarmando a Nate [Saga Smeed 4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora