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Jude

—A veces salgo de mi barrio —bromea—, sobre todo cuando hay algo que me interesa fuera.

—Y, ¿qué sería eso? —cuestiono, divertido.

Divertido y un poco —puede que algo más que un poco— caliente.

Él solo me da una sonrisa enigmática y levanta las cejas.

—¿Me vas a invitar a entrar?

No me molesto en preguntarle cómo ha descubierto dónde vivo, porque siendo él le habrá sido muy fácil, igual que a mí tampoco me costó demasiado encontrar su dirección cuando fui a Los Ángeles. El paralelismo me hace gracia, y debo admitir que me ha cogido desprevenido.

Voy a contestar cuando veo, a lo lejos, una cabellera rubia recogida en dos trenzas despreocupadas. Alex camina hacia mi apartamento, y Axel está a su lado. Hablan de algo con aparente tranquilidad, aunque puedo decir que Alex le está tomando un poco el pelo, porque ella sonríe con malicia y él rueda los ojos.

—Ahí vienen los polluelos —digo, y Nate levanta una ceja antes de seguir mi mirada y ver a quién me estoy refiriendo.

Veo cómo su rostro adopta una mueca de incomodidad, y noto la diversión arremolinarse en mi estómago. Los medio hermanos con una relación entre tensa e inexistente, reunidos: esto va a ser gracioso. Alex sonríe al verme, pero cuando se percata de la presencia de Nate a mi lado, pone exactamente la misma cara que su medio hermano, lo que me obliga a tener que aguantarme la risa.

—Hola —nos saluda Axel, ajeno a todo lo que está ocurriendo, porque él no sabe nada del asunto.

He hablado con Alex de esto, de que Axel no sepa nada, y respeto su decisión. Se me haría raro tener que ocultarle cosas a Axel, pero no es la primera vez que lo hago. Se me da bien guardar secretos.

Es Nate el primero en darse cuenta de que estar tan tenso ante un miembro de su familia —es que no me canso de repetir lo de que son familia, me hace demasiada gracia—, y sus labios esbozan una sonrisa. Yo me quedo mirando su boca durante lo que a mí me parece mucho rato, porque el tiempo parece haberse ralentizado, pero no deben haber pasado ni un par de segundos cuando aparto la mirada. Este hombre me puede.

—Hola, ¿qué tal? —les pregunta Nate a ambos.

—Nathaniel Smeed —dice Axel, mirándolo con curiosidad pero manteniendo la compostura porque Axel sin ser excesivamente formal no es Axel—. Cuánto tiempo.

A Alex parece que también se le ha pasado la sorpresa, porque levanta las cejas y me mira con una sonrisa burlona.

—Así que no querías hacer de aguantavelas y has decidido invitarlo —bromea, y Nate ríe.

—Me dáis el papel de aguantavelas tan a menudo que ya lo tengo muy interiorizado, así que no me hacía falta —respondo, haciendo que Alex se eche a reír antes de abrazarme.

—¿Teníais planes? —pregunta Nate, y Axel asiente con la cabeza

—Íbamos a ver no sé qué película, probablemente alguna muy sangrienta o desagradable para que Alex y Jude puedan reírse de mí un rato —contesta, y tengo que reprimir una carcajada: nos ha pillado—. Pero si tenéis planes, Alex y yo ya encontraremos algo que hacer.

—Como ir al Byron a comernos una hamburguesa de cuatro pisos —dice ella.

—No, eso no —contesta Axel con seriedad, pero cuando ve a Alex sonreír no puede evitar hacer lo mismo.

Ay, el amor.

Miro a Nate con disimulo mientras los dos tortolitos están muy ocupados discutiendo sobre las hamburguesas de Byron. Estoy intentando descifrar si en esa bolsa que cuelga de su hombro hay un arsenal de juguetes sexuales porque planeaba una noche de pasión desenfrenada, o si le parece bien la noche de peli. Él se encoge de hombros, así que ya tengo su respuesta.

Desarmando a Nate [Saga Smeed 4]Where stories live. Discover now