Prólogo

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A medida que el auto avanzaba por la autopista, su mente recreaba recuerdos de su niñez. Cuando su padre conducía por la misma ruta y charlaba con su madre, mientras ella dormía en los asientos de atrás.

Sus ojos se perdieron en los copos de nieve que reposan sobre el césped seco. Y de fondo, las nubes grises danzaban en un vaivén lento, siendo guiadas por la fuerte ventisca del invierno.

Había dejado de escuchar al taxista, que seguramente se quejaba sobre el mal clima y los pocos clientes que ha de tener por esto. Ya que no muchos querrían salir con un clima así de frío.

(T/n) solo abrazo su mochila a su pecho, sintiendo de a poco los nervios recorrerle la espalda en un toque gélido.

Esta iba a ser la primera vez desde el fallecimiento de su abuela que iría a visitar su hogar.

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El resto de camino fue silencioso, solo compartió palabras a la hora de darle el dinero correspondiente del viaje y agradecerle que la llevara hasta allí. Están en un pueblo, a las afueras de Tokio. Es uno de los que se mantiene lejos de la tecnología y el caos de las calles de cemento.

Transportar los bolsos por el camino de piedras que conduce hacia la casa fue un poco desastroso. Sobre todo porque el piso está resbaladizo, culpa de la nieve y humedad del clima.  Dejo en la puerta alrededor de cuatro bolsos llenos de ropa, pertenencias y demas, junto con la pesada mochila que cargaba en sus brazos.

Metió la mano derecha en el bolsillo de sus jeans negros, sacando un viejo llavero de unos dados con varias llaves que chocaban entre sí y emitían un ruido parecido al de pequeñas campanas.

Al introducir la llave en la cerradura y escuchar un claro "click", empujó la puerta, notando el interior de la casa a oscuras.

Quien sabrá cuándo tiempo se quedó parada allí, viendo las partículas de polvo volar en su dirección y las largas sábanas blancas que recubren los viejos muebles. Lo primero que se veía al entrar son las escaleras que conducen al segundo piso y si uno mira a la derecha, podrá ver la sala de estar y un pasillo corto que lleva a la cocina.

Arrastró los bolsos con pocas ganas al interior y antes de cerrar la puerta, provocando así  quedar en la penumbra, decidió correr las cortinas. Permitiendo que ingresé luz.

Soltó un suspiro pesado, quitándose el gorro de lana que cubría su cabeza. Lo sostuvo entre sus manos, apretando el mismo hasta el punto que se podían apreciar sus nudillos.

Un suave aroma a perfume permitió que pudiera relajarse y al abrir sus labios, sintió el claro nudo en la garganta y los ojos humedecidos.

—Abuela...estoy en casa.

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Estuvo alrededor de dos horas y media quitando sábanas, limpiando y dejando que aire fresco llevará lejos el polvo junto con el aroma a humedad.

Los muebles se mantuvieron intactos todos estos años, con solo pasar un trapo estos volvían a brillar. (T/n) recordaba perfectamente lo bien que su abuela mantenía cada uno de ellos en buen estado, al igual que los jarrones llenos de flores frescas que aromatizaban la casa.

Solo habían transcurrido tres años. Pero lo vivía como si hubiera sido ayer.

Sus dedos pasaron encima de las fotografías colgadas en la pared empapelada de un rosa suave. El polvo quedó impregnado en la yema de sus dedos, pero pronto lo elimino con el trapo.

Be My Light [BNHA] [Shinsou Hitoshi x Lectora]Where stories live. Discover now