Capítulo 3

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La sensación de calidez que lo rodea es abrumante, tan confortable que desearía poder quedarse allí muchísimo tiempo. Suaves manos recorren su pelo enmarañado, desenredando los nudos y acariciando con la punta de los dedos la zona sensible de sus orejas. Pequeñas manos se aferran a la tela de la camisa blanca y un ronroneo recorre su garganta. 

Al abrir sus ojos violáceos y elevar la mirada, una sensación de angustia apareció en su pecho al reconocer aquellos ojos iguales a los suyos.

Hay un cielo estrellado detrás de su madre, la pradera extendiéndose más allá. La hierba le hacía cosquillas en las piernas, pero concentró todos sus sentidos en la mujer que lo sostiene con todo el amor que una madre puede poseer por su hijo. 

—¿..Mamá? —su voz fue un susurro roto y con todas sus extremidades, se aferró a ella todo lo posible. 

—Mi Hitoshi..—las orejas dieron pequeñas sacudidas, cada tanto girando en diferentes direcciones. Shinsou vio con claridad las lágrimas que estaba reteniendo. El sonido de los grillos fue cambiado por el de sirenas y ladridos, las estrellas desaparecieron ante la luz potente de linternas y hombres vestidos en uniformes azules oscuro—. Tendrás que seguir solo a partir de aquí, iré detrás de ti en cuanto los haya despistado, ¿de acuerdo?

—No, mamá–

La mujer sostuvo el rostro de su hijo entre sus manos, los pulgares trazando cada uno de sus rasgos faciales. 

—Tienes mis ojos —dejo un beso sobre su frente—, pero eso no significa que deban observar siempre las mismas cuatro paredes blancas —los ladridos se volvieron más cercanos, así como las voces de varios hombres, gritando órdenes—. El universo fue creado solo para ser visto por tus ojos, Hitoshi —la voz de ella se quebró al final y tras sostener una última vez a su hijo, le dio una única indicación—. Corre y no mires atrás.

Lo empujo pradera abajo y los pies del joven híbrido se encajaron en la tierra para evitar caer de forma dolorosa. Detrás suyo escuchó claramente la voz de su madre, los ladridos y el sonido de disparos. Inevitablemente cayó de rodillas contra un montículo de hojas y ramas, haciéndose un par de heridas pero no se tomó el tiempo como para llorar o quejarse

Solo se levantó y corrió, las lágrimas deslizándose tanto por culpa del viento frío del otoño, como el dolor de haber perdido a su única familia. 

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Shinsou despertó con la respiración agitada y con Parda sobre su pecho, una de sus patas golpeando gentilmente su mejilla. El híbrido se incorporó con rapidez, causando que la gata cayera sobre sus piernas temblorosas. Cuando ella dio un par de lamidas sobre su frente, al mismo tiempo peinando su cabello enredado, fue allí que se permitió relajarse.

—Todo está bien —aseguro Parda con voz calma, pequeños ronroneos cosquilleando su piel. 

—Daría lo que fuera...—comenzó, la garganta seca y los ojos cristalizados, aunque ni una sola gota cayó de ellos—..por oír a mi madre una vez más. 

Parda detuvo sus caricias, clavando aquella mirada esmeralda sobre el. 

—Todos lo haríamos, Shin —refregó su rostro contra el del joven una vez, para después dirigirse a la salida de la guarida—. Te buscaré algo para comer, creo que Taiga separó un par de ardillas para ti. 

Be My Light [BNHA] [Shinsou Hitoshi x Lectora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora