Grace vive una vida normal, hasta que unos exámenes definen su enfermedad...el cáncer. En una de sus citas al médico conoce a Jack, quien es el encargado de su quimioterapia, viendo a Grace empeorando cada vez mas. Su amigo Chad por un lado, trata d...
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PoV Chad.
Chad: vaya idiota, te amo demasiado Johnson. Tú me hiciste mejor en los partidos, impulsando a dar lo mejor de mi, llevándome a casa cuando nadie venia, sacarme de mi mundo cuando quería simplemente desaparecer, pero tu y tu sonrisa hicieron de un día gris, uno con un gran sol.
Las palabras que Grace había escrito en su carta seguían en mi cabeza. Odio verla en ese estado tan vulnerable, no estoy listo para verla partir, porque sé que este es el final. Todos ya leímos la tierna carta que ella había redactado.
–Ven Chad– me llama y yo me acerco a su cama. Ella extiende sus manos para secar las lágrimas que ruedan en mis mejillas– no quiero que llores, quiero que hagamos una promesa con los demás.
–¿Cual es?– pregunta Anna.
–Quiero que pongan mi camisa de fútbol en el camerino, en una vitrina. ¿Podrían? También quiero que cada partido que tengan, y hagan Touchdown, miren al cielo nocturno y piensen que una de esas estrellas, soy yo. ¿Me lo prometen?– pregunta mientras unas lágrimas salen de sus ojos. Todos asentimos con la cabeza alejándonos de su camilla– Jack...
–Dime– contesta el.
–Eres un gran enfermero, gracias por intentar curarme y estar ahí para mi. Los amo a todos– nos mira y antes de que Jack pueda decir algo, la maquina emite su singular "Piiiii" y las lineas que antes subían, están planas.
–No Grace, no nos dejes– digo entre sollozos agarrando sus manos y llorando demasiado.
*****
La escuela está de luto. Camino hacia el campo donde se supone que tendremos entrenamiento, y me dirijo a los camerinos, donde los chicos ven como Amber y Camille ponen la vitrina con el uniforme de Grace. Llantos se escuchan por todo el camerino.
–Fue la mejor mariscal que ha tenido la escuela– Allen llora en el hombro de ahora su amado, el entrenador Miller. No asimilo saber que hace un día perdí a la persona más importante en mi vida. Mi amiga. Mi mejor amiga.
Ahora me doy cuenta que su amor era enfermizo, no por su enfermedad, sino porque ella le transmitía ese apoyo a cualquiera que tuviera un día malo. Sus sonrisas eran contagiosas, sus abrazos... todo.
