01/09

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LuHan se removió en su asiento de nuevo. La mirada de SeHun en él siempre le incomodaba, y le daba mucho miedo. Pero el chico no parecía tener ojos para nadie más. LuHan no sabía si sentirse halagado o si por el contrario, debía considerarse perturbador. Y así como lo ve LuHan, perturbador. Claro que no siempre fue así.

Cuando se conocieron, el primer día de clases, y cuando LuHan se mudó, SeHun sólo le dedicó una mirada desinteresada. Y nunca habló con él, por más que LuHan trató de sacarle algunas palabras. Con el pasar de las semanas, LuHan dejó de intentar y se preocupó más por sus nuevos amigos.

Todo parecía ir bien, no había discusiones de ningún tipo y SeHun siempre acataba lo que LuHan decía. Pero una noche, LuHan se retrasó en llegar a la habitación. Estaba lloviendo, y su coche se había descompuesto, así que tuvo que correr a la residencia con el agua mojando todo lo que llevaba. Cuando llegó, SeHun estaba furioso. No le gritó, ni lo golpeó, pero LuHan hubiera preferido unos cuantos insultos y unos golpes.

LuHan se acercó a su cama, donde las sábanas estaban desordenadas y sus peluches estaban en el suelo. Su almohada tenía un extraño color rojo, LuHan se acercó con miedo. Las puntas de sus dedos acariciaron el color carmesí, llevándose los dedos a la nariz, LuHan entendió de qué se trataba.

Se alejó a tropezones, asustado. No sabía de quién podía ser la sangre en su almohada. Volteó para ver a SeHun, asegurándose de que no le pertenecía a su compañero de habitación, pero SeHun sólo estaba manchado con ella. Sus grandes manos cubiertas por el carmesí, su remera blanca manchada.

LuHan se acercó a la cama de nuevo, quitó las sábanas con rapidez; un pequeño pájaro yacía en el medio de su cama, destripado y con los ojos aún abiertos.

LuHan gritó. Retrocedió y salió corriendo de la habitación. Quince minutos después, volvió junto al conserje y el rector. SeHun seguía de pie en una esquina, mudo, como siempre.

- ¡En la cama! ¡Justo en el centro! - indicaba LuHan. Se mantuvo alejado de su cama,mientras los hombres mayores se acercaban con el ceño fruncido.

- Joven LuHan, aquí no hay nada. - el conserje movió las sábanas, las almohadas y no encontró nada.

- ¿Q-qué quiere decir? - LuHan dio dos pasos adelante, lágrimas en los ojos y las manos temblando.

Su cama estaba como nueva. Las sábanas limpias y la almohada blanca como siempre. No había rastros de sangre. Sus ojos se movieron a las manos de su compañero, totalmente limpias, al igual que su remera.

- P-pero estaba ahí. - la suave voz de LuHan hizo suspirar a SeHun. Era tan precioso.

- Joven LuHan, tal vez tuvo una pesadilla. - le explicó el rector, que estaba con su pijama, imposibilitando poder verlo seriamente.

- ¡No! - LuHan negó con la cabeza repetidamente - ¡No fue una pesadilla! ¡Acabo de llegar! - su mirada se fijó en SeHun, de nuevo - ¡Diles, SeHun! ¡Tú estabas ahí!

SeHun se encogió de hombros y evitó mirar a su amor prohibido. Los hombres mayores intercambiaron miradas antes de salir de la habitación.

- LuHan, ¿por qué no va a las reuniones con la psicóloga? Podrían ayudarle, si esta clase de cosas ocurren a menudo. - el rector movió las manos como siempre hacía.

- ¿Está diciéndome que estoy loco? - LuHan estaba ofendido, estaba asustado y resulta que lo estaban tomando como un loco de atar.

- Por supuesto que no, LuHan. Sólo digo que busque ayuda si la requiere. - el rector se despidió con una ligera e incómoda sonrisa y se fue junto al conserje.

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