La inquebrabtable

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Loan intentó concentrarse a lo que su madre estaba por decir, tarea que fue algo difícil pero no imposible.

—¿Segura que no hay nadie más escuchando? —preguntó su hija.

—Segura, no te preocupes.

—B…bien

Por unos segundos ninguna de las dos dijo algo. Para Lori sería algo sumamente complicado, pero tenía que intentarlo.

Loan por su parte estaba intranquila, al parecer, de verdad estaba en problemas por algo. Casi nunca veía a su madre comportarse de ese modo tan extraño y por lo que ella podía notar, era la gravedad del asunto.

—Bien, Loan, llegó el momento— empezó Lori después de respirar hondo.

—¿Ma…? —preguntó con miedo.

—Ya es hora de que tu…

—¿Me vas a correr de la casa…?—pregunto Loan con dificultad.

—¿Qué? — cuestionó Lori al sentirse desviada por la pregunta.

—¿Quieres que me vaya? — volvió a cuestionar su hija mientras temblaba un poco.

—No, no, no, creo que no estás entendiendo— Lori empezó a mover sus manos en señal de calma.

—¿Acaso será porque mi presencia te recuerda a papa? ¿Y…?

—Ese es solo un motivo, del porque te sobreprotejo tanto— le dijo Lori quien ya se había colocado en frente de ella.

El sillón en el que ambas se encontraban sentadas era para fácil tres personas, por lo tanto, la posición que opto Lori para estar frente a si hija no fue del todo incómoda.

—Pero no lo entiendo, ¿No se supone que nos abandonó? Bueno…, ¿A ti? —preguntó Loan quien se encontraba confundida.

—¿De donde sacas eso? —preguntó de forma seria su madre mientras miraba fijamente a los ojos de Loan.

—Yo… — tragó saliva sin apartar su mirada— anoche te escuche hablar mientras dormías.

—¿Hmmm? — Lori demostró cierto enojo ante la sorpresa de que no se había dormido temprano como debía.

—Estabas… diciendo…:

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Lori estaba agotada, había trabajado desde temprano, correcto, pero el preparar un pastel para Loan al momento de regresar a casa… simplemente era cansado. Era su hija, a quien amaba más que a nada en esta vida, así que lo valía sin dudarlo.

Eran ya las 12:00, y la primera hermana Loud moría de sueño. Revisó el postre de su querida hija una última vez y parecía que todo estaba en orden, así que lo dejó en el horno (obviamente apagado) para irse a descansar a su cuarto.

Tal vez fue el hecho de darse la oportunidad de confiar en Loan o quizás fue el cansancio que tenía o ambas en combinación; el caso fue que decidió no ir a verla para asegurarse que dormía, porque era realmente usual que Loan desobedeciera la orden de irse a dormir temprano para jugar videojuegos hasta muy tarde.
Se acostó en su cama, sintiendo como su cuerpo se hundía en su acolchonada superficie.

Estuvo a punto de quedarse dormida, no sin antes acomodarse de lado, donde pudo notar que faltaba un espacio en la cama matrimonial, donde antes estaba…

—Lincoln…— hizo una pausa que reflejaba nostalgia —buenas noches— cerró sus ojos.

Mañana sería el momento de hablar con su hija al respecto…

Pasaron alrededor de horas; eran las 02:30 de la madrugada, no había ningún ruido en toda la casa.
En la habitación de Loan Loud estaba el televisor encendido, con el volumen totalmente bajo (mute). Ella se encontraba jugando uno de los tantos videojuegos que perteneció a su padre en su niñez.

No deseaba que su madre la regañara, si es que la encontraba (de nuevo? jugando en vez de estar dormida. ¿Realmente su madre no  entendía que era la única forma en que ella podía interactuar con algo “relativamente” fuera de casa?

Era su único medio que tenía para salir de aquellas paredes de su hogar. Es verdad, a Loan le aterraba la idea de socializar y peor aún, salir de casa a conocer el mundo (lo que le daba un gran alivio a Lori, quien no tenía que insistirle que el mundo exterior era peligroso). Pero por otro parte, la histérica Loud siempre ha deseado tener al menos la idea de las cosas que suceden fuera, tener el valor de salir. Era algo contradictorio para ella pero ¿Qué podía hacer?

Si podía aguantar un buen rato jugando videojuegos, de igual forma podía aguantar mucho sin ir al baño. Pero su límite había llegado, tenía que ir.

Salió de su habitación, tratando de hacer la menor cantidad de ruido posible. Lo más seguro es que su madre estuviera durmiendo, pero no por eso era algo sencillo de realizar. Lori por lo general dormía bastante alerta de todo, detalle que Loan tomaba muy en serio debido a la sobreprotección y preocupación.

La temblorosa Loud se escabulló por el pasillo, en dirección al trono de la casa. Su vejiga estaba obligándola a ir más rápido pero no podía darse el lujo de arriesgarse. Al llegar pudo sentir como su alma era liberada.

No pasó ni dos minutos cuando Loan ya iba de regreso a su cuarto. Si antes no le había puesto atención a la habitación de su madre, cuya puerta estaba abierta (debido a que el cansancio de Lori fue tal que ni se molestó en cerrar la puerta o apagar la luz) era por la urgencia de baño.
Al momento en que ella iba pasando por el pasillo, de regreso a su “madriguera”, pudo notar los detalles ya mencionados donde su madre dormía.

No era tan afectiva como ella deseaba, como su madre lo era con ella, todo culpa de sus temores e inseguridades. Pero no significaba que no amara a su madre, pues verdaderamente era la única persona con quien compartía y se relacionaba, era quien le brindaba el cariño que tanto le faltaba.
Con sumo cuidado, extendió su brazo hasta llegar al interruptor de la luz. Apagándola con un click.

Cuando estuvo a punto de iniciar su tramo regreso, Lori comenzó a hablar. Loan estuvo a punto de sentir un paro cardiaco, de forma inmediata pensó que había sido descubierta por su estricta madre. “¡Ay, no! , ¡Estoy acabada!”, pensó mientras sentía que su cuerpo temblaba como gelatina.

—Lincoln…— dijo Lori en sueños.

“¿Lincoln?”, se cuestionó Loan mientras sentía un alivio divino al notar que estaba a salvo. “¿Ese no es el nombre de mi papá?

Su madre nunca hablaba de él; en diversas ocasiones en donde Loan había preguntado sobre el, Lori solo decía que ya habría otro momento para hablar de él. Solo para finalizar con un cambio de tema. De esta manera, lo único que sabía de su padre era que su nombre… Lincoln Loud.

De igual forma, cada vez que alguna de sus tías iba de visita a su casa, ellas no mencionaban nada de él, lo cual supuso que era debido a que su madre les había prohibido hacerlo.

—Lincky… — Lori había comenzado a llorar— no me dejes…

Loan miraba esa escena con sentimientos encontrados, nunca se imaginó ver a su madre de esa forma, tan vulnerable, tan frágil. Siempre había sido una mujer bastante resistente, inquebrantable…

—No te atrevas… a dejarme… no así… llevando a tu hija dentro de mi…— más lágrimas brotaban.

Loan no tuvo el valor de seguir escuchando, tal vez por la mañana todo volvería a la normalidad...
“Buenas noches… mamá…”, le deseo antes de irse, aunque verdaderamente parecía que para su madre era exactamente lo contrario.

El fruto de nuestro amor (Loricoln)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora