El fruto de nuestro amor (Loricoln)

Ex novio

Delante de Bobby se encontraba aquél que en el pasado le había encomendado la misión de regresar a la casa Loud.  El moreno veía con horror como el sujeto se mantenía parado detrás de las rejas que mantenían preso al hijo mayor de los Casagrande. Tanto alboroto había sido provocado por él y por el pequeño grupo de seguidores que se mantenían a unos cuantos metros de distancia, Bobby debió imaginarlo. 

—Hola, Bobby— dijo la voz de aquella figura que en el pasado le había convencido— ¿Me recuerdas? Necesito que vuelvas a trabajar para mí. 

Bobby cerró sus ojos mientras escuchaba que la celda se abría, era momento de volver a buscar a su querida Lori. Uno de los seguidores y nuevo compañero suyo le arrojó ropa normal, se dispuso a cambiársela y entró a un baño para ello. Se detuvo unos instantes para analizar lo que sucedía. Era libre, como hacía años quería serlo. Podía buscar a su hermana pero, ¿qué le diría? Seguro no hablaría con él después de lo sucedido años atrás. Miró detenidamente su reflejo en el espejo del baño, los años se le notaban en su barba, sus ojos reflejaban cansancio pero su determinación y odio aún existían. De todas formas, ¿qué más le quedaba?

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Loan salía del baño con un rostro que demostraba temor debido al ruido de la cadena del inodoro. En un par de horas su madre le diría que era momento de dormir y ella quería aprovechar cada segundo para saber más sobre la historia de su padre. Regresó a su cómodo lugar, volvió a tomar entre sus manos a Bun-bun y se acurrucó con él para continuar con el relato. Por su parte, Lori le daba otro sorbo a su café al mismo tiempo que veía a su hija tan entusiasmada. Suspiró, era mejor continuar para mantener a su hija lo más feliz que pudiera. 

— Y entonces regresó— prosiguió la primera hermana Loud.

— ¿QUIÉN? —preguntó Loan con pánico. 

— Bobby.

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Pasó la noche y llegó la mañana; Lori se despertó de buen humor al haber dormido como bebé después de todo el movimiento del día anterior. Observó con detenimiento la habitación, miró a su hermana Leni, quien todavía dormía plácidamente, y recordó que ya no se encontraba más en la habitación de su universidad. Agradecida por ello, la primera hermana Loud salió de su habitación, se encaminó hacia el baño y pudo notar que delante de la puerta de éste se encontraban tres de sus hermanas. Luan estaba al principio de la fila cargando en sus brazos al señor cocos; Luna se encontraba en el medio mientras escuchaba música con sus audífonos y Lynn se balanceaba de sueño al final. 

— Me alegra ver que hay cosas que nunca cambian— dijo Lori en voz baja para sí misma. 

— Buenos días, Lori— la voz de Lucy se escuchó detrás de la rubia.

Lori saltó del susto al escuchar la sorpresiva voz de su misteriosa hermana ahora más crecida. Cuando recuperó el aliento, echó una mirada de desgano a la gótica que rápidamente entendió el mensaje. Esta última se disculpó, echó un leve suspiro al aire y dio media vuelta para dirigirse a las escaleras. Pero antes de que pudiera llegar a ellas, Lucy escuchó que Lori la llamaba por su nombre. En espera de un regaño, la sexta hermana Loud volteó lentamente sólo para escuchar:

—Muy buenos días para ti, hermana.

Ante tales inesperadas pero agradables palabras, Lucy cambió de expresión. Una leve y apenas visible sonrisa se le formó, dio la media vuelta sin decir nada y bajó rumbo al comedor. Fue entonces que Lori volvió a reafirmar lo que había dicho momentos antes: "De verdad, me alegra ver que hay cosas que nunca cambian". Con esto en mente, la primera hermana Loud se formó detrás de sus tres hermanas que aún esperaban entrar al baño. 

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Loan miraba que su madre estaba entusiasmada por aquellos bellos recuerdos. Parecía que el estrés del trabajo y de su vida en general no le pesaban en ese momento, un lindo brillo resplandecía en Lori como muy pocas veces había presenciado en su vida y Loan no pudo evitar sentir algo de envidia. Su madre, a diferencia de ella, había crecido con una gran familia, libre de preocupaciones y problemas en su cabeza, eso, por no decir las demás diferencias, hacía que la hija de Lori bajara un poco la cabeza. Mientras tanto, Lori proseguía con la historia. 

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Cuando Lori salió de bañarse, se dirigió a su habitación. Leni ya se había despertado; buscaba un vestido que hacia poco tiempo había comprado, pero por más que revisaba en su armario no lo encontraba. La segunda hermana Loud se estaba impacientando, soltó quejido y volteó a ver a su hermana.

— Ya me desesperé— dijo Leni con cierto enojo.

— ¿No es ese el vestido que usaste ayer para recibirme? 

— Es verdad —saltó de alegría la segunda rubia —mejor busco otro para el día de hoy—dijo antes de volver a su armario.

Lori no pudo evitar soltar una pequeña risa; regresar a la casa Loud con su familia en verdad le generaba mucha alegría.

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Lincoln no es el protagonista de esta historia, pero es importante en ella. En aquella mañana, él se encontraba en su habitación esperando a que fuera el momento para desayunar. Había hablado con Clyde por medio de sus radios. Parecía que su amigo ya había superado su amor por su hermana, pero la noticia de su regreso le alegro honestamente. 

— ¿Y qué se siente tener a Lori de vuelta, Lincoln?— escuchó por la bocina.

— Clyde, Lori llegó apenas ayer, tendría que convivir un poco más con ella para saberlo— Lincoln rió un poco.

— Es verdad— contestó Clyde con una carcajada. 

De pronto el timbre sonó, Lincoln se despidió y decidió bajar por si nadie abría la puerta.

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Lori pudo escuchar el timbre de la casa. Por unos momentos pensó que Lucy podía abrir, pero decidió que ella misma debía hacerlo, bajó las escaleras al ver que el resto de sus hermanas hacían sus actividades cotidianas y llegó hasta  la puerta. En eso escuchó a alguien decir su nombre, era Lincoln que se dirigía escalones abajo directo hacia ella. 

— Buenos días, Lincoln—dijo ella.

— Buenos días, Lori— contestó él.

— Déjame atender la puerta. Después me pones al día de todo lo ocurrido en este tiempo que estuve fuera de casa— mencionó Lori antes de abrir la puerta.

El corazón se le detuvo. Su mano, que todavía estaba en la perilla de la puerta, comenzó a temblar. Las palabras se le fueron. Delante de ella se encontraba su ex novio, Bobby, quien saludo felizmente como si nada. Estaba un poco más alto, su bello facial había crecido más, su voz demostraba estar más gruesa y su complexión era más fuerte. Lori no supo qué decir, pensó que iba a caerse por la impresión, pero una mano agarró la suya que estaba desocupada, Lincoln se había aproximado a ella. 

— Hola, Lori— dijo Bobby mientras la veía fijamente. Luego sus ojos se cruzaron con los de Lincoln quienes lo veían con desconfianza — qué bueno que regresaste—.