Bienvenida a casa

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El automóvil se detuvo en la casa de los Loud. Lori abrió la puerta apresuradamente y se dispuso a bajar su equipaje lo antes posible, quería entrar en aquella casa, ponerse al día después de años de estar fuera. El señor Loud ayudó a su hija con las maletas mientras que la señora se dirigió a abrir la puerta de la casa. “Qué extraño”, se dijo Lori, “pensé que saldrían todos a recibirme, o bueno, quienes estén”.

La primera hermana Loud acercó el equipaje junto con su padre, atravesó la puerta de su querida casa ruidosa y… nada, el interior estaba completamente silencioso y ningún miembro de la familia se movía como de costumbre. La sala estaba prácticamente vacía, ni hablar de las escaleras o el comedor. Lori quedó parada en medio de un silencio que le recordaba a los días que se quedaba sola en su habitación de la universidad. Con su mano derecha recorrió el viejo sofá que años atrás le había recibido para sacar las lágrimas que reprimía. Un suspiro y una mirada melancólica salieron de ella mientras que su mirada se iba posando en cada objeto de la casa. De pronto, su madre le echó un grito desde la cocina:

— Lori, ayúdame con algo, por favor.

— Ya voy, mamá— fueron sus palabras antes de encaminarse al origen de la orden.

Lori caminaba mientras sus ojos veían fijamente al piso, sentía la pesadez de sus pisadas y así, poco a poco, pudo observar un cambio de patrón por donde pisaba; había llegado al suelo que caracterizaba a la cocina de su casa. Fue entonces que tuvo que alzar la mirada para buscar el rostro de su madre pero, en cambio, la sorpresa la invadió cisuando delante de ella aparecieron todas su hermanas y hermano. Un fuerte “Bienvenida a casa se escuchó por toda la casa. Lori quedó pasmada por la alegría y sólo se limitó a expresar su sentir por medio de pequeños sonidos que provenían de su boca. Ante tal respuesta, sus hermanos fueron los que tuvieron que acercarse para saludarla apropiadamente, en otras palabras, todos  se lanzaron a abrazar a su querida hermana mayor.

— Qué alegría verte de nuevo, Lori— gritó de alegría la segunda hermana Loud mientras abrazaba con fuerza a su hermana más cercana.

— Leni, me da mucho gusto verte, hermana— Lori contestó con un abrazo igual de fuerte.

— ¡Pero si es la hermana mayor! — saludó la tercera hermana Loud.

— Oh, Luna, ¡qué gusto! ¿Qué tal la música? — preguntó Lori.

— De maravilla, justo ahora tocaré algo con mi guitarra para animar el ambiente.

— Me parece fantástico.

— ¿Qué es alta, más grande y ha regresado a casa? ¡LORI! —gritó la cuarta hermana Loud.

— ¡Luan! — contestó Lori— ven aquí y dame un abrazo, hermana.

— ¡Lori! — gritó una muy enérgica Loud.

— ¡Oh, Lynn! — dijo la recién llegada a la par que daba un abrazo a su hermana.

El resto de hermanas saludaron a Lori en orden de nacimiento. La primera hermana Loud se percató que los cambios más notorios estaban, desde luego, en las más jóvenes de sus hermanas. Lucy ahora estaba más alta, su piel estaba igual de pálida y tenía un vestido negro más largo. Las gemelas, por su parte, también habían crecido, Lola se paraba más derecha mientras que Lana tenía un overol gastado y arrugado. Lisa había crecido un poco  portaba unos lentes nuevos y seguía igual de seria. Pero lo siguiente fue lo que hizo que Lori sintiera un apretón en el corazón; una pequeña niña que estaba parada detrás de su madre mirándola con pena. Rita Loud cogió de la mano a Lily para acercarla a du hermana mayor. La pequeña bajó la mirada y se quedó viendo a los zapatos de Lori. Cuando el tiempo parecía volverse pesado, Rita le indicó a su hija que cargara a su pequeña hermana, Lori así lo hizo y Lily pronto correspondió el gesto dándole un abrazo con su pequeño cuerpo; este acto casi hace que la hermana mayor de los Loud soltara unas lágrimas.

Después de las muestras de cariño con sus hermanas, el señor Loud le hizo una señal a su hijo para abriera el refrigerador, Lincoln entonces sacó un gran pastel de tres pisos que estaba adornado con unas letras: Bienvenida a casa. El joven Loud puso el pastel en la mesa y el resto de hermanas salieron disparadas con dirección al pastel. Rita fue detrás de sus nueve hijas mientras que el señor Loud avanzó con paso lento mientras reía plácidamente. Lori quedó en la cocina observando aquella escena que le recordó los viejos tiempos en aquella casa, vio nuevamente a Lily, su hermana más pequeña ahora convertida en un linda niña que peleaba por pastel. Pero vista se vio interrumpida por alguien que se iba acercando a la entrada de la cocina, era Lincoln. Ambos hermanos quedaron frente a frente. Usualmente Lori se hubiera incomodado ante tal situación, sin embargo, al tratarse de su hermano, lo que sintió fue una enorme paz. Esta vez el silencio fue interrumpido por un abrazo repentino proveniente de Lori.

— Te extrañé mucho, Lincoln— dijo Lori mientras apretaba su cuerpo con el de su hermano.

— Y yo te extrañé a ti, Lori— contestó el joven Loud a la par que exhalaba.

Sin decir nada más, los dos hermanos Loud fueron a donde encontraba el resto de su familia, se incorporaron al festejo y toda la noche se la pasaron contando sus diferentes vivencias en esos años. Lori se enteró de los grandes experimentos de Lisa, los poemas de Lucy, los concursos de Lola, los nuevos espectáculos de Luan, los conciertos de Luna, las competencias de Lynn, los nuevos diseños de Leni, los empleos de Lana como fontanera y una que otra anécdota de sus padres. Sumado a todo ello, Lori se enteró también del noviazgo que tuvieron Lincoln y Ronnie Anne dos años atrás, algo que, según palabras de todos terminó muy bien ya que decidieron mantener su amistad. Por su parte, Lori relató algunas de sus experiencias como estudiante, de cómo pensaba en su familia muchas veces y otras cosas.

La noche cayó en todo Royal Woods y todos los integrantes de aquella casa se fueron a sus habitaciones, no sin antes llevar a Lori de vuelta a la habitación con Leni. Lincoln subió las maletas y las dejó dentro mientras que ambas hermanas se emocionaban por estar juntas bajo el mismo techo como los viejos tiempos. Lincoln se retiró para descansar, se encaminó por el pasillo cuando escuchó que alguien le llamaba, Lori le sonreía desde la puerta de su habitación. “Gracias, Lincoln” fue lo que ella le dijo. Lori entonces cerró la puerta, platicó un rato más con su hermana Leni y ambas se quedaron dormidas tiempo después, la primera hermana Loud dormiría aquella noche con una enorme sonrisa dibujada en su rostro.

El fruto de nuestro amor (Loricoln)Where stories live. Discover now