Alexander observó al cielo negro por encima de la Tierra desteñirse de colores cálidos en la última mañana de vida de Bara.
No había dormido la totalidad de la noche; no había comido o bebido; no había hecho nada mas que afilar su espada en la gélida soledad de su torre. Una y otra vez, había afilado la hoja, hasta que sus dedos estuvieron demasiado entumecidos de frío como para mantener agarre de la espada o piedra.
Michael había ordenado una pequeña guarnición para atacar, lo suficientemente discreta para no llamar la atención de los príncipes del infierno e impedir un rescate. Alexander había jugueteado con la idea durante las primeras horas después de anunciada la orden. Pero rescatar a la niña seria traicionar a su Padre, a sus hermanos. Su error, fue su propio error, sus propias malditas decisiones, que habían llevado a esto. Y si traspasaba la línea de nuevo, seria su propia sentencia de muerte. Tuvo suerte de que no hubiera sido despojado de su titulo como arcángel. Al menos todavía iría a la misión.
Cinco ángeles fueron seleccionados para ella, entre ellos Alexander, pero seria Rafael quien lideraría la cacería y cumpliría la orden de Michael.
Capturar a la niña viva.
Alexander no quería cuestionar el porque del cambio, ya se lo imaginaba.
Así que había poco que hacer, aparte de afilar su antigua hoja y rezar por dar con la niña antes que Rafael. Ese último regalo podría dárselo a la niña. Su único regalo.
No la larga, lenta tortura y decapitacion que era típica de una ejecución en el Cielo.
Pero la rápida misericordia de la propia hoja de Alec.
Botas se arrastraron sobre la piedra e hicieron rechinar la suela contra el suelo liso. Alexander conocía ese paso, lo conocía tan bien como la propia marcha de Bara.
-¿Qué?- le dijo a Vera sin mirar atrás.
-El ocaso se acerca- dijo su segunda.
Alexander se puso de pie y encontró la mirada de Vera. Pero la atención de su segunda estaba en su espada, desnuda en la mano de Alexander. Su segunda dijo:
-Rafael está esperando.
Alexander trato de hablar. Pero no pudo abrir la boca. Así que se limito asentir.
Vera miro hacia el balcón abierto más allá de Alexander.
-Desearía poder acompañarlo en la cacería.
Alexander se obligo a levantar la barbilla.
-Nosotros no deseamos. Nosotros obedecemos ordenes- dijo a su segunda. Los ojos de Vera se volvieron hacia el, algo como dolor y confusión brillaron intermitente allí. Alexander no le importo- Busca candidatos para la guarnición.
-Si señor.
Alexander enfundo su espada, tomo su arco y aljaba y se dirigió a la escalera.
***
El paisaje nevado les dio la bienvenida cuando llegaron al palacio. El bosque que lo rodeaba estaba cubierto de blanca nieve poseía una belleza etérea que cautiva a cualquiera. En el apogeo del invierno, la oscuridad y el silencio reinaban en una paz absoluta. La luna fue la única testigo en ver la llegada de los ángeles . Observo silenciosa como rodearon la fortaleza, oscuras sombras bajo el cielo estrellado, sin miramientos despacharon a los pocos demonios que rondaban la zona. Demasiado rápido para que cualquiera de ellos diera la alarma.
Alexander no oyó los chillidos de los monstruos al morir; no oyó el rugir del viento rasgando entre las hojas del árboles; no oyó el batir de las alas de sus hermanos.
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El Ángel y la Princesa del Infierno de Rosas (Alexander Lightwood)
FanfictionUna historia de amor olvidada por el correr de los años. El amor fue considerado un pecado y se le castigo por ser un sacrilegio. "Dilas- reto Asmodeo- Es mas, llama a tu padre. ¡Veamos que dice Lucifer al ver que lo tienes de nuevo por amante! Te p...