Un nuevo hogar

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La noche cayo silenciosa en los prados celestiales. El sonido era estruendoso. Tambores furiosos que sonaban al compas, augurio para los tiempos de paz. Las celebraciones de victoria se habían alargado más de lo que el ángel hubiera esperado, pero cuando Gabriel inició otra de sus canciones bastante achispado supo era el momento. Nadie notaria su ausencia, y consiente que las celebraciones se alargarían se escabullo entre las sombras.

Alec se marcho volando, ignorando la lluvia de estrellas fugaces que decoraban el cielo humano. Descendió a la tierra, hasta el lugar que el mismo había escondido del resto del mundo. Una pequeña porción de tierra oculta entre doscientas islas. Alrededor del noventa por ciento de ellas estaba deshabitadas, aún no eran descubiertas por los humanos, así que Alec había reclamado una para él.

Y para Bara.

Ahí construiría un refugio para ella, donde podría crecer sin miedo ni peligro. Aunque haría algo mejor que la choza de madera y paja que había creado por las prisas del momento. La frágil estructura del lugar se estremeció, aturdida por el ángel que entro en ella como un agitado vendaval. Ni siquiera le paso por la cabeza a Alec que la cabaña pudiera caerse, estaba más preocupado en el pequeño ovillo que dormía en el suelo. La había sumido en un profundo sueño, para evitar que despertara en su ausencia.

Alec se agacho junto a ella y la observo dormir durante varios minutos, atento a su respiración acompasada y latidos constantes. Una calidez invadía su gracia al observarla tranquila, a salvo.

Aun sentía los latigazos de la culpa, al recordar la flecha que había empuñado contra ella, como tampoco podía ignorar sus mejillas manchadas por las lagrimas, ni sus ropas manchadas por sangre y cenizas.

La sangre de su familia y las cenizas de su hogar.

Alec no mentiría al decir que no era su culpa. En el moreno recaía la responsabilidad de todo lo ocurrido. Si tan solo hubiera tenido más cuidado... Si hubiera simplemente dejado a la niña en paz... quizás nada de eso habría ocurrido.

No valía la pena seguir lamentándose. No podía cambiar el pasado, por más que lo deseara, solo quedaba continuar y arreglar lo que había ocasionado su imprudencia, su estupides.

Alec no sabía que le diría a la niña cuando despertara.

¿Qué había sido de su familia? Probablemente ella ya lo sabia. 

Pero, cuando ella le preguntara el porqué ¿Por qué a ella? ¿Por qué su familia había tenido que morir? ¿Por qué se debía esconder? ¿Por qué no podía ser normal?

¿Qué le diría?

¿Le contaría de su hermano Lucifer? ¿D e su verdadero padre? ¿Le diría que el Cielo la quiere muerta, y el infierno desea coronarla? ¿Le confesaría que el tenia la culpa de todo?

¿Lo odiaría? Alec no se atrevía a pensarlo.

Pero ella tenia que saberlo. Saber lo que se cernía sobre ella, la carga que llevaba por el simple hecho de haber nacido, de ser quien era... y entonces dudaba.

Dudaba al ver su rostro dulce e infantil, al sentir su aura pura e inocente. El conocimiento era una herramienta poderosa y una pesada carga. Ella aún era una niña, y Alec no se sentía capaz de darle tan dura carga a la pequeña, ni se sentía preparado para soportar su desprecio.

Aunque... podía prepararla.

Podía enseñarle a controlar su magia, a protegerse. Le enseñaría sobre la bondad y los valores. Le daría las herramientas necesarias para enfrentar el futuro y quizás, el tiempo le ayudara para no odiarlo. El se lo explicaría todo cuando ella estuviera lista, cuando pudiera entender sus acciones y si era benévola, para perdonarlo.

Así que cuando ella abrió los ojos, Alec creo una historia de medias verdades, construyendo una bomba de tiempo que tarde o temprano le explotara en la cara, pero el lo ignora y silencia toda voz de su conciencia convencido de que su decisión es lo mejor para ella. El futuro aún era una cosa muy distante, ya vería como lidiar con él cuando el momento llegará.

Algún día le dirá la verdad, pero de momento se conforma con construirle un nuevo hogar, aun cuando los cimientos son vagas ilusiones.

***
A partir de aquí la mayoría son oneshots un poco (o muy) cortos y desordenados respecto a la línea temporal, más o menos. Empezaré a actualizar la secuela "El nefilim y la bella durmiente". Gracias por sus votos y por seguir leyendo. Un beso.

El Ángel y la Princesa del Infierno de Rosas (Alexander Lightwood)Where stories live. Discover now