La infancia de Taira no Bara (tercera parte)

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Al día siguiente, ya sin invitados ni el emperador, pude escabullirme de vuelta al bosque. Había estado tan nerviosa que no había podido preocuparme por el herido. Cubrí con un manto oscuro mi kimono de tonos claros y emprendí el camino por el bosque.

Le encontré incorporado y apoyado en el tronco del sauce. Al verme, se irguió, sujetándose de la corteza del árbol y se me acercó, caminando con mucha dificultad. Era un hombre muy alto, me sentí más pequeña de lo normal a su lado. El herido era más fuerte que cualquiera de los hombres del clan y en su porte dejaba ver una cierta nobleza. Aprecie que estaba deseoso de verme. Me hablo con brusquedad.

-Ayer no viniste.

Le interrumpí, disculpándome. De nuevo- y no sabía porque- me sentí avergonzada en su presencia. Algo en él la causaba.

-Llegaron los líderes de varios clanes...- dije- Tenías comida más que suficiente, y yo no puedo estar siempre aquí. Mi presencia era necesaria, de no haber estado hubiera sido tomado de los clanes como un insulto de mi gente. Tengo obligaciones como princesa del clan Taira, no puedo defraudar a mi gente.

El hombre me miró escrutándome. Ante aquella mirada interrogadora muy oscura e intensa, sentí más mejillas se tornaban del color grana; sin embargo, proseguí, sin estar muy segura del porqué:

-Era la presentación de los pretendientes para mi hermana mayor.

- ¿Se casará? - pregunto.

Asentí.

-En dos meses. Con el heredero del clan Tachibana.

Él debió haber visto la desesperación plasmada en mi rostro.

-Ohhh... ¿eso es malo?

-No- musité- Es lo que toda mujer espera, pero... ella se ira con el clan de su marido y...- me mordí el labio.

- ¿Qué sucede?

-Que... yo...- Suspiré- Mi padre ya concertó mi matrimonio.

Él se quedó callado.

-Tuvimos la visita de nuestro ilustre emperador. Quería comprobar por sí mismo la veracidad de los rumores que corrían de mi..., y quedó satisfecho. Me eligió como su futura esposa... cuando termine el invierno seré llevada a su palacio donde me enseñaran todos los protocolos de la corte hasta que esté lista para la unión.

Se quedó callado.

- ¿Eso es lo que quieres?

Dude. Era la primera persona que me preguntaba eso... y no supe que responder. Nunca había tenido que escoger. Nunca había anhelado nada más que no fuera salir de los muros del palacio... fue entonces que me cuestione. ¿Quería casarme? ¿Quería ser emperatriz?

-Le daré honor al clan- dije finalmente, jugando con el anillo nuevo que adornaba mi mano. El lo vio, y tuve que reprimir mis deseos de ocultar mis manos bajo las mangas de mi ropa.

- ¿Y tú?

-No hay honor más grande que convertirme en la mujer de nuestro emperador.

- ¿En serio? - dijo irónico.

Eso me molesto.

-Si- constaste rotunda- Es un gran honor y...

- ¿Es lo que quieres? - repitió.

-Yo... he... yo- balbuce torpemente. Me sentí confundida, atacada y furiosa; sin saber que pensar, hasta que la furia le gano a la confusión - ¡¿Eso a ti que te importa?!- grite- No sabes nada de familia, honor o deber. Soy hija de Taira no Kazuo, se espera de mí que obedezca y honre a mi familia y... tu simplemente no lo entiendes.

El Ángel y la Princesa del Infierno de Rosas (Alexander Lightwood)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora