3. Respiración automática desactivada

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Las calles estaban invadidas de una multitud que cargaba carteles naranjas

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Las calles estaban invadidas de una multitud que cargaba carteles naranjas. Inundaban el aire con cantos cortos con rima. La mayoría de los protestantes llevaba prendas negras y un menor grupo dejaba carteles atados en las rejas del Ministerio junto a muchas velas.

El paso a los vehículos se encontraba bloqueado. Lilian trató de mantenerse alejada de la multitud desde que llegó, pero en su interior se sentía impulsada a mezclarse con ellos.

Al parecer se turnaban. Una parte descansaba en la plaza, en las carpas improvisadas y en el suelo; y otra parte marchaba en la calle frontal, de ida y vuelta. Podía verse a un par de camarógrafos agotados. Si Lilian quedaba grabada, sus padres la verían en la televisión. No había traído ni una gorra para disimular su rostro, por lo que se limitó a observar desde lejos desde hace veinte minutos.

Fue solo un momento en el que el auto de su hermano cruzó su vista. Estaba tratando de salir por las rejas de enfrente antes de que se llenara de personas. La multitud se amontonó sobre él como quienes se amontonan sobre los culpables antes de ir presos. Con la única diferencia de que no estaban golpeando el vehículo, aunque sí le impedían el paso.

Solo ese instante bastó para que Lilian sintiera una amargura en su cuerpo y una pesadez en el pecho: lo que quiso hacer estuvo mal. Su familia, a pesar de pertenecer a la otra parte, era la que le había dado una oportunidad para vivir.

No tenía por qué estar ahí.

Le iba a tomar otros veinte minutos volver a casa, así que se dio la vuelta para regresar caminando antes de que su hermano pueda verla.

Su cabeza todavía le traía los recuerdos pasados, se los refregaba en la mente impidiéndole disfrutar su presente. Dos partes internas de ella luchaban por lo que creían era correcto, y cada parte pertenecía a las dos familias distintas que tuvo.

Marchar parecía una buena manera de liberarse. Quizá la próxima vez podría traer una gorra y un buzo con capucha para pasar desapercibida.

Si es que había próxima vez.

—Lilian, no puedes contratar a nadie sin avisar

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—Lilian, no puedes contratar a nadie sin avisar...

—Aun no contraté a nadie, sólo puse el aviso.

El silencio de las Mariposas | GL | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora