0. Año Nuevo

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Las mariposas tienen una gracia encantadora, pero también son las criaturas más efímeras que existan

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Las mariposas tienen una gracia encantadora, pero también son las criaturas más efímeras que existan. Nacidas quien sabe dónde, buscan dulcemente solo pocas cosas limitadas, y luego desaparecen silenciosamente en alguna parte.

(Haruki Murakami)

 (Haruki Murakami)

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Ella estaba destrozada

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Ella estaba destrozada.

Lilian caminaba alrededor de los escombros de la plaza con un ramo de flores en su mano.

Año Nuevo repiqueteaba en cada rincón de la ciudad Farasha: los árboles, además de ser adornados por sus hojas brillantes, tenían sus troncos vestidos con luces. La gran mayoría de ellos iluminaba la ciudad de una manera cálida.

Los protestantes se encontraban en cada calle contribuyendo al festejo. Prepararon una fiesta de regalos y donaciones para El Hogar de Niños.

Muchos de los huérfanos correteaban por las plazas en su juego. Ella sonrió al recordar haber estado en su lugar. Era el tipo de persona que sonreía aun estando destrozada.

Los escombros de la vieja atracción turística no perdían su belleza porque distintas luces se centraban allí. Nadie venía por ellos. Nadie era capaz de reparar algo roto por temor a que lo vuelvan a destrozar. Era una estrategia bastante cobarde si lo pensaba.

Las mariposas revoloteaban de un lado a otro en la noche siguiendo el compás de la música. Lilian se sentía encantada por ellas, como cuando era niña y las notó por primera vez. Recién ahora podía entender la emoción de "ella" hace un año. Era una conexión indescriptible.

Bajó el ramo de flores, y estiró su otra mano para alcanzarlas.

¿Si se comportaba como niña solo esa noche?

Persiguió a paso lento su vuelo. Sin darse cuenta había dado una vuelta a la cuadra.

De un momento a otro, las mariposas se arremolinaron hacia el centro de la plaza destruida. Los escombros no impedían el paso, pero Lilian no pudo evitar sentirse culpable al cruzar por encima de los muros hechos trizas.

Cuando llegó con ellas tomaron vuelo en todas direcciones. Como si la hubieran estado esperando para abandonarla.

La mayoría se fue. Solo quedó una. Aquella mariposa monarca se posó en su índice y, poco a poco, le obligó a subir el brazo hacia el cielo. Se elevaba y volvía a su dedo tantas veces que parecía saltar. Como si llevara las alas rotas y no pudiera despegar su vuelo.

Apuntó su vista en la ausencia de la Luna.

El brillo naranja que sus alas reflejaban se fue apagando en cuanto Lilian vio la primera estrella fugaz atravesar cielo.

Incrédula, no supo cómo reaccionar; cada vez cruzaban por el firmamento más y más estrellas.

Un instante que se tornaba infinito.

Unas lágrimas asomaron en sus ojos, al recordar los buenos momentos que había vivido allí hace un año. Y las estrellas se reflejaban en ellas.

Volteó a su alrededor para ver si alguien más podía observar ese espectáculo.

El cielo se caía, pero no había nadie en los escombros con ella para apreciarlo.

En ese instante recordó las leyendas que escuchaba de niña. "Las estrellas pueden conceder deseos". Ahora estaba segura que no, no eran ellas. En realidad: eran las mariposas.

Los niños que en el pasado jugaron ahí no podrían haberse dado cuenta. Quizá es por eso que no a todos se les concedía sus ambiciones. La lluvia de estrellas era una distracción de la naturaleza.

Volvió la vista a la mariposa de su dedo índice. Tanto poder contenido en un ser tan frágil.

¿Qué deseo podía pedir?

¿Era posible ser feliz de nuevo?

¿O debería abandonar sudeseo para poder volver a verla?

El silencio de las Mariposas | GL | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora