Capítulo 2, Parte 5

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Al ritmo de Jazz de Miles Davis y su canción Blue in Green, Tyrone veía como el sol penetraba e iluminaba su habitación en lo que él preparaba el desayuno. Era la primera mañana en el rancho, así que preparó y comió lo más rápido posible el desayuno para disfrutar de la primeras horas del sol y el nacimiento de un nuevo día.

Se fue al espejo aún con la pijama puesta, se brindó a él mismo una sonrisa y se dijo:

—Quiero verla hoy.

Recordó su charla con Carmen la noche anterior. No podía creer que se encontró con ella en el lugar que tenía planeado desconectarse por un tiempo, y aunque no estaba en la misma situación que estuvo Omar, fue buscando eso y ver a que llevaba con todo eso.

Quería verla e invitarla a cenar, era muy temprano para pensar eso pero era su deseo, a la pizzería que conoció ayer gracias a su curiosidad y a la señora Gertrudis, que noble era esa señora no se cansaba de decirlo. Era un día con un cielo bastante despejado en comparación con el de ayer, fresco, por lo que pudo ver, pero decidió esperar un poco más y empezó a leer uno de las novelas que se llevó llamado "Encuentra tu tribu".

Leía.

"Ha medida sufrimos pérdidas que resultan muy o para nada importantes, de lo que sea, un objeto, un amigo cercano o no muy cercano, un familiar, incluso una obra de arte a la que automáticamente la realizas le entregas parte de tu ser, luego de dicha pérdida tratamos de encontrar aquello perdido porque sabemos que se ha ido una parte de nosotros, quizás no una parte vital pero sí una parte y nos sentimos incompletos.

Debemos encontrar nuestra tribu y con esto no hacemos alusión a buscar un grupo de personas cuyas creencias y tradiciones se alejan de las ortodoxas y utilizan métodos poco o nulamente alabado por los moralistas, buscar tu tribu es un sinónimo en este caso a ir detrás de todos los ideales que fuiste tú antes de la pérdida, la búsqueda continua de uno mismo, porque de otro modo con cada pérdida nos perderemos a nosotros mismos y llegaremos al borde del abismo con la depresión, la culpa, la tristeza y la una enorme pena apoyándose en nuestra espalda esperando el momentos oportuno para avisar a las ganas de morir que nos de aquella patada que nos lanzará a tocar fondo.

Encontrar nuestra tribu es más una forma de salvarse, una obligación todos los días, porque cada día perdemos, perdemos fracciones de segundos, segundos, minutos, horas hasta que llega el día y sólo fuimos nada, todo el tiempo se perdió y no ganaste ni una experiencia. Encuentra tu tribu, arriesga lo que tienes hoy y si quieres algo que no tienes, arriésgate a buscarlo."

¿Iluminarle? No tenía la menor idea, pero se sintió como quizás lo hizo Newton al descubrir la gravedad, no sabía el efecto que causaría lo que acababa de leer pero fue por mucho una gran manera de comenzar el día.

Se quitó la pijama, entró al baño y en un registro de cuarenta minutos o algo más, ya estaba listo para salir y dar un pequeño recorrido por el rancho. Al salir de su habitación y pasar por la recepción se pudo dar cuenta de que habían llegado más huéspedes, el panel de las llaves de la habitación con sus respectivos números de orden, se hallaba con más falta de algunas llaves pero aún quedaba una buena cantidad de estancias disponibles.

Ya encontrándose en las afueras del rancho caminó vagamente en círculo, dándole vueltas por sus alrededores, examinándolo, estudiándolo y siendo persuadido por su edificación. No era una construcción muy moderna, lo probable era que señora Gertrudis envejeció en ese lugar que pasó a sus manos por medio de una herencia de alguno de sus progenitores, pero sólo eran posibilidades. El rancho era un edificio que acumulaba un total de tres plantas cada una con una repartición de veinte habitaciones por cada plataforma, tenía una escalera en una de sus paredes laterales en la cual se podía directamente llegar a la azotea y por lo que él imaginaba era una azotea amplia. A unos pocos metros del conjunto de habitaciones había un generador por si la electricidad se convirtiera en algo ausente por unos minutos, a su lado, una clase de depósito o almacén, se acercó y un candado no pudo dejarlo hacer una expedición a su interior. Su tarea como investigador lo aburrió luego de entretenerlo unos minutos.

El sol ardía de una manera suave y calentaba el clima débilmente.

Mariposas se posaron muy cerca de su rostro marcando un vuelo irregular, parecían que miles de batallas se desataban contra el viento que iba soplando en divergencia con el trayecto aéreo de ellas, un viento purificado por la abundancia de árboles que plantados en esos alrededores sería una musa enorme para cualquier pintor con una pizca de sensibilidad, en aquellos árboles cierta cantidad de pájaros cantaban una pieza del amplio repertorio de la sinfonía universal de la naturaleza y en el cielo se notaba la ausencia de las figuras fantasmales de las nubes. Era un día perfecto.

Sentía la necesidad de hablar con alguien y al menos que sufriera alguna clase de trastorno mental los pájaros o las mariposas podían saciar su hambre de diálogo, optó por la opción más lógica. Entró a la recepción.

—Hola señora Gertrudis, muy buenos días.

—Buenos días doctor López, ¿cómo amanece en el día de hoy?

—Pues muy bien, me ha fascinado el panorama de este día.

—Sí, es muy bello, pero los meteorólogos han pronosticado lluvia.

—Es una lástima que pueda llover, escuchar esos pájaros cantar motiva a despertarse temprano todos los días.

—Tiene mucha razón muchacho.

Tyrone se acercó al mostrador, como quien va a decir un secreto, algo confidencial, una confesión íntima.

—Señora Gertrudis.

—¿Sí?

—Tengo una pequeña duda.

—¿Cuál es?¿Qué sucede?

—Disculpe si soy muy metiche podría ser una pequeña muy personal.

—Adelante joven, si pudo contestarla lo haré, de lo contario le informaré que podré ayudarle.

—Bien, este rancho ¿perteneció a su familia?, lo digo porque en estos tiempos no hay muchas edificaciones con esta forma arquitectónica la es algo ya pasado.

—Es la primera vez que me hacen esta pregunta, es usted muy observador muchacho, tiene un futuro prometedor. Con respecto a la pregunta, sí, perteneció a mis padres pero mamá murió al momento de yo tener quince años y papá se hizo cargo, mi padre murió y como yo era el único fruto de aquel matrimonio todo el patrimonio pasó a mis manos y con ello este rancho.

—¿A qué edad usted se hizo cargo del rancho?

—A eso de los veintisiete o veintiocho años. El negocio no marchaba tan mal, cada fin de año al sacar balance de los doce mese se podía notar un leve crecimiento anual, fueron unos años dorados y gracias a esos años mantenemos la popularidad.

—¿Siempre ha tenido este nombre, "Vida"?

—No siempre, primero se llamaba "Amanda" ese era en honor a mi abuela, mi madre fue quien se lo puso, luego pasó a llamarse "Renacer" por disposición de mi padre luego de la muerte mi madre, luego de yo tomar las riendas le puse el nombre que ahora tiene.

—Es muy interesante todo señora Gertrudis.

—Le contaré una historia más interesante sólo lo desea y me espera unos minutos.

—Sería un honor, aquí le espero.

Y con una sonrisa en el rostro, pasó por delante de Tyrone y se marchó de la recepción.

Ella, mi diabloМесто, где живут истории. Откройте их для себя