Capítulo 5, Parte 10

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En aquella noche del miércoles, con la radio de Marcus se pusieron a escuchar una radio novela sobre la vida de un detective de la policía y en la trama de de aquella noche el detective tendría que investigar una serie de asesinatos ocurridos en un motel en la afueras de la ciudad. Al acabar la radio novela Miguel aprovechó que el lugar de los asesinatos en la novela era un motel y que muchas de las víctimas eran adolescentes pero que mayormente eran mujeres que no llegaban a los treinta años, para hacer la sugerencia de él comenzar a contar historias de terror, con dicha sugerencia las muchachas no estuvieron de acuerdo pero los chicos decían que sólo eran pequeñas historias creadas y que no pasaría más nada de ahí, no pasarían de ser historias ficticias. Sentados en el piso Carmen se fue a sentar al lado de Tyrone, Maruja estaba a la derecha de ella y a la izquierda de Tyrone estaba sentado Marcus, en esa formación parecían un medio círculo en el que Miguel estaba en el centro como el emisor.

Miguel poseía una fluidez notable al momento de narrar la historia, él posteriormente había tomado clases de actuación. Durante la narración él hacía las pausas en el debido momento creando así una tensión y una incertidumbre en los otros bastante admirable, su voz era su principal arma, con ella dominaba a su antojo las emociones de los demás y su rostro era completamente neutro y lineal, era una nada expresiva.

—En medio del bosque todo estaba en silencio, oscuro y tenso pero en un momento él se giró a la derecha —hizo una pausa y continuó con el relato subiendo gradualmente la voz —para encontrarse con el cuerpo de su hermano que colgaba de una soga amarrada desde lo más alto de un árbol, supo que era su hermano porque su rostro ensangrentado era levemente iluminado por un poco de claridad que la luna le facilitó por una pequeña abertura que había entre dos árboles. El cadáver de su hermano tenía los ojos casi salidos de sus cuencas por la presión.

En una acción involuntaria Carmen gritó y abrazó fuertemente a Tyrone ocultando su detrás de la espalda de él mientras éste le decía que solamente era una historia falsa, que no era real y que nada le pasaría a ella ni a ninguno de ellos. Insistiendo ella logró que ambos salieran de la habitación para dejar de escuchar el relato que Miguel narraba y que tanto miedo le provocaba, salieron y se fueron a la recepción.

Una pequeña lámpara con una bombilla que emitía una luz amarilla y que estaba encima del mostrador iluminaba una pila de libros que en ese lugar habían, en el techo otra bombilla que iluminaba la estancia con una luz del mismo color de la bombilla del mostrador le daba más claridad a ese espacio. Detrás del mostrador el panel donde se colocaban las llaves de las distintas habitaciones tenían casi la misma cantidad de llaves de cuando ellos llegaron el primer día, al parecer no fueron muchos vacacionistas en aquella ocasión.

La pareja de novios tomaron en asiento en un mueble rústico con las madreas enceradas.

—Creo que soy muy gallina Ty. —dijo aún algo asustada Carmen.

—No lo eres y si lo fueras no sería tan malo.

—¿Por qué no sería tan malo amor? —preguntó ella con voz suave.

—Es simple mi princesa. Las personas que se asustan con facilidad o como mayormente las llaman, personas gallinas, por razones evidentes sienten algo y con una simple cosa que sientan van a conseguir sentir muchas otras más y el que siente puede disfrutar más su vida. En cambio el insensible está condenado a la absurda monotonía de la frialdad.

Mientras más fría es la persona menos va a sentir algo y menos vive cuando de disfrutar los momentos únicos se trata. Muchas de las veces no es por una elección propia de ellos el querer optar esa actitud atípica y antisocial con el resto de personas que los rodean, han adquirido esa forma de tratar a los demás como un mecanismo de defensa para evitar el daños y el sufrimiento que con anterioridad han sufrido por culpa de otras personas. Ese grupo de seres humanos que son fríos con sus semejantes, con su prójimo, han construido un gran muro de bastante grosor por el que nunca, o es muy poco probable, que los sentimientos puedan pasar y habitar en sus vidas y han levantado esta malla protectora invisible alegando que una vez los sentimientos llegan a tu vida lo que hacen es convertirte en una persona frágil para hacerte sufrir por mucho tiempo. Dejarte una herida abierta de por vida que ningún bálsamo logrará curar. Pero son estas mismas personas que duran muchos años respirando y diciéndole a todo el mundo que están viviendo cuando en realidad no han sabido aún lo que es vivir.

—Quiero —le decía él —que siempre compartas tus miedos conmigo, que no te avergüences de hablarme sobre algo que te de miedo o que te asuste aunque parezca muy insignificante y absurdo. Yo te amaré con todos tus miedos y cuidaré de ti cuando ellos perturben tu paz.

Ella le dio un beso en la boca.

—Te amo Tyrone.


Ella, mi diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora