Capítulo 4, Parte 3

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Al acabar de leer el libro se quedó un rato pensando sobre lo que recién había leído, todo lo de la parte final era muy cierto. Por más éxito que se pueda tener si no se tiene felicidad es sólo cuestión de tiempo para que algo pase.

Cuando cayó la noche ya Marcus estaba muy recuperado, estaba más de humor y con mejor ánimo.

—¿Quieres algo para cenar Tyrone?

—Creo que no, no tengo hambre.

—Te traeré algo como sea, para que lo comas mientras vemos una fantástica película.

Se marchó y al cabo de diez minutos o más llegó con dos órdenes de sándwiches de pollo con papas y una botella de refresco incluido. Sentados en el sofá de la sala, frente al televisor que allí había, a ver la película llamada "Medianoche en París" dirigida y escrita por el cineasta Woody Allen. El film tenía un buen argumento, buenas actuaciones y una banda de música que daba justo en el clavo. Cuando la película terminó Marcus comenzó a dar su opinión sobre ella la llamó "la comedia más seria que jamás haya visto".

—¿Te imaginas que eso pase en la vida real, que la realidad supera a la ficción?

—Bueno, con un tema así es bastante difícil Marcus.

—Sí, es muy cierto pero no puedes negar que estaría fenomenal algo así.

—Pues claro, sería raro pero genial.

Su amigo se levantó, fue a la nevera y de ella sacó un manzana a medio comer.

—Lo de raro es algo obvio. —decía mientras examinaba la manzana.

Al parecer la manzana pasó el examen y se recostó en el desayunador que dividía la cocina de la sala.

—Sólo visualiza –le dio un mordisco a la fruta- tú frente a tu escritor favorito ¿tienes escritor favorito?

—En realidad no tengo escritor favorito.

—Pues di uno, en frente ¿de?

—Quizás Oscar Wilde.

—¿Wilde?¿eres gay?

—No, deja las bromas.

—Ya, tranquilo. Bien, con Wilde al frente podrás charlar y hacerle preguntas sobre sus obras y cosas así.

—Tiene razón, lo primero que le preguntaría sería el que lo motivaba a escribir.

—Exacto. Sus motivaciones, por qué escribe, para qué y con fines.

—Sí, eso haría.

Marcus no volvió hablar y terminó de comer la manzana, sólo se despidió para irse a dormir.

—Me lavaré los dientes para dormir, buenas noches amigo.

—Buenas noches.

En plena soledad, bajo la oscuridad, Tyrone se paró delante de una ventana con vista directa a la calle. Desde un quinto piso el rango de visión es mucho más amplio, tanto de distancia como de amplitud, en esa altura se podía observar un gran número de farolas que pertenecían a esa comarca, los edificios más altos que tenían instaladas unas señales de luz roja para que los helicópteros no fueran a sufrir un percance en un vuelo nocturno, había un contraste de entre la claridad que tenían las calles y la falta de la misma en algunas azoteas de diferentes inmuebles. La ciudad parecía tranquila pero la paz que él apreciaba no era más que la vívida por él desde esa ventana, de seguro en el interior de esa ciudad todo no era color rosa, nada era muy pacífico del todo como lo prefieren los seres humano.

Se quedó ahí parado unos minutos más y luego se fue a dormir para recuperar fuerzas que usaría al día siguiente.


Ella, mi diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora