9| Una tarde a solas

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Daemon caminaba en dirección al estacionamiento con la frente arrugada, cosa que era bastante usual en él. Scott y Aron habían desaparecido al nada más escuchar el timbre de salida y no es que a Daemon le importara, pero últimamente ese par desaparecía sin decir nada y eso era sospechoso.

Bajó los escalones de entrada listo para ir hacía el estacionamiento, entonces lo vio. Max estaba sentado en una de las jardineras con la cabeza gacha. Pensó en ignorarlo, pero cuando se dio cuenta, sus pies ya se había puesto en marcha.

—Hey— dijo cuando estuvo cerca, logrando que el castaño se sobresaltara. —¿Qué haces ahí? ¿No piensas ir a casa?

—Hola Dae— susurró el chico y a Daemon no le paso desapercibido la forma en que lo había llamado "Dae", nadie lo había llamado de esa manera antes. —Yo esperaba a que Billy terminará su entrenamiento.

—Y supongo que piensas esperar tres horas aquí, solo y sin nada que hacer. —Max asintió con una sonrisa avergonzada — ¿Y no es mejor ir hasta el campo y esperarlo en los graderios?

—No...al entrenadodor no le gusta que me apresca en los entrenamientos.

—¿Por qué?

—No lo sé, creo que no le agrado.

—Eso es ridículo —Bufó con incredulidad. Siempre había pensado que el entrenador era un imbécil, pero con lo que Max dijo, ahora creía que era un completo idiota. —Venga, vamos.

—¿Qué? ¿a dónde? — su expresión confudida era realmente graciosa.

—¿Importa? Solo sigueme o... no lo hagas. —Daemon empezó a caminar en dirección al estacionamiento —Tal vez prefieras quedarte aquí esperando como un tonto.

—¡No!

Escucho las pizadas apresuradas del chico y sonrio para sus adentros. El niño era tan fácil de persuadir. Daemon no sabía si llevar consigo a Max era una buena idea, pero dejarlo ahí solo, tampoco le parecía correcto. Llegaron hasta el estacionamiento, en donde Daemon se acercó a una motocicleta negra.

—Sube— dijo Daemon acomodándose sobre la motocicleta y paso a darle el casco al castaño. Pero Max no se movió —¿Qué pasa?

—Emm...es que nunca he subido a una motocicleta. —Arrugó la frente al tiempo que se mordió el labio con nerviosismo.

—¿Te da miedo?— el pequeño elfo asintió y eso hizo que una risa burlona ecapara de los labios del pelinegro. —Venga, sube ¿No confías en mi?

—Si lo hago.

Y como demostración de la veracidad de sus palabras, Max se subió a la motocicleta y se colocó el casco, para luego rodear con sus brazos el torzo del pelinegro.

—¿Listo?

—Si— susurró el chico y Daemon sin necesidad de verlo, supo que tenía los ojos cerrados.

Daemon pusó la motocicleta en marcha y soltó una carcajada cuando Max se apretó mas contra sus espalda y sus piernas se presionaban fuertemente contra las suyas. Y no es que el pelinegro fuera malo, pero se tomó la libertad se acelerar a fondo sabiendo que su acompañante probablemente tenía el corazón a punto de un paro cardíaco.

El viaje duro alrededor de quince minutos ya que no era demasiado lejos. Para cuando la motocicleta se detuvo, Max estaba tentado a incarse y besar el suelo. La velocidad no era lo suyo y su acelerdo corzón estaba de acuerdo.

—¿Estas bien?— preguntó Daemon con una sonrisa burlona.

—No, creo que voy a vomitar. —Y el bastardo de cabello negro sonrio aun más.

Un Golpe De Suerte (Suerte #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora