26| Perdóname

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Daemon Colter estaba sentado en  la sala de su casa cuando su teléfono había empezado a timbrar, decir que no se sorprendió al ver quien lo llamaba, sería mentir descaradamente. Al ver el nombre de Max en la pantalla lo dejó sin aliento momentaneamente y por supuesto no se lo pensó dos veces antes de responder.

«—¿Hola? ¿Max?— había preguntadó con voz titubeante, sin embargo no obtuvó la respuesta que esperaba.

—¡No! ¡Sueltame Jason, no me gusta!—Esa sin duda sonaba como la voz de Max y...parecía alterada —¡Basta, te dije que no me gusta!¡No quiero!  ¡No quiero que sigas haciéndolo! ¡No quiero, no quiero!

¡Max! ¿qué esta pasando? ¡Max!....Mierda....»

Cortó la llamada y no se lo pensó dos veces antes de salir corriendo de casa, afortunadamente estaba solo y no tuvó que dar explicaciones acerca de su reacción tan exagerada. Tomó su motocicleta y todo el camino a casa a Max no dejaba de imaginar una y mil maneras de matar a Jason Cooper... Y es que si se atrevía a lastimar a su pequeño elfo... Si, si. Tampoco era que el tuviera derecho a quejarse, pero él ya había causado mucho daño a Max; no permitiría que nadie más lo lastimara.

Pero cuando llegó a la casa de Max todo sucedió demasiado rápido. Para cuando se dió cuenta ya se encontraba a solas con Max, sumidos en un tenso e incomodo silencio.

El pequeño castaño lo observaba de manera expectante mientras se mordía el labio inferior de manera nerviosa y eso era más de lo que Daemon podía soportar. Su mente estaba tan confusa entre procesar el hecho de haber caido en una trampa ideada por Jason y su secuaz Billy y por otro lado se debanaba los sesos pensando en que debería decir para romper el silencio.

Max suspiró con molestia mientras se daba la vuelta perdiéndose en el pasillo que (según recordaba Daemon) llevaba hacia el segundo piso.

—Sabes en donde esta la salida — dijo Max con un tono de voz que rosaba la frialdad.

Daemon se quedo ahí parado sintiendo ese estúpido nudo que se formaba en su estomago y se tensaba de manera dolorosa. Escucho las pizadas de Max mientras subía las escaleras y después escuho el portazo que dio al cerrar la puerta de su habitación. El pelinegro bajó la cabeza y empezó a girarse dispuesto a marcharse...entonces se detuvo y apretó los puños tan fuerte que sus nudillos adquirieron un tono blanco.

—A la mierda...— susurró antes de tomar el mismo camino que Max había seguido minutos antes.

Estaba harto de toda esa situación y sabía que si se iba, tal vez nunca tendría otra oportunidad de acercarse a Max...tal vez nunca tendría el valor de disculparse, era en ese momento o nunca.

Max se sentó en el borde de su cama y se cubrió el rostro con las manos. Su corazón latía una velocidad sorprendente y las mariposas en su estomago tampoco ayudaban mucho que digamos, pero esas bonitas sensaciones eran empañadas por la desilusión al ver que Daemon no había dicho una sola palabra. Era esa la razón por la que había huido a refugiarse a su habitación como un animalito asustado.

Max dio un brinco cuando la puerta de su habitación se abrió de golpe dándole pasó a un muy decidido Daemon.

—¿Q-qué haces aquí?— dijo poniendose de pie.

—Tengo que hablar contigo.

—¿De qué? Tú y yo no tenemos nada de que hablar...— quiso darse un golpe por haber dicho aquello, pero se sentía un tanto intimidado y ponerse a la defensiva parecía la mejor opción.

Un Golpe De Suerte (Suerte #1)Where stories live. Discover now