8. Cita-N-Sip

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*Se va lentamente*

7. El día de Halloween, Dean deja a Charlie en casa de Castiel mientras él va a su trabajo. Al atardecer, el hermano mayor de Castiel, Gabriel, aparece en su casa disfrazado y termina asustando a la niña. Dean llega poco rato después, disfrazado de Batman. Castiel es el único que no está disfrazado, incluso cuando Dean asegura que "está disfrazado como un ángel" refiriéndose a su aspecto casual, pero aún así accede a acompañarlos a pedir dulces. Al llegar a una casa donde se niegan a darle dulces a Gabriel, él toma venganza en compañía de Charlie y Dean y le lanzan huevos a la casa. Poco después, en una esquina, Dean reconoce a uno de los sujetos del juego de rol del parque, mismos a los que robaron. Cuando el sujeto, "Boltar el Furioso" los ve, huyen de regreso a la casa de Castiel con Boltar y sus amigos persiguiéndolos. Ante la confusión de Charlie, Dean y Castiel le confiesan el motivo por el cual son perseguidos. La niña se muestra comprensiva y sale de la casa para devolver los artículos robados. La noche finaliza con el grupo viendo películas en la sala de Castiel. Dean aprovecha ese momento para invitar a Castiel a cenar en algún sitio y Castiel acepta.

No se podía saber quién de los dos estaba más emocionado esa noche. Cuando Charlie se enteró de que su tío Sammy la recibiría en su casa, ella se lanzó a los brazos de su padre mientras chillaba de la emoción. Podría ver a su primo y jugar toda la noche con él. ¡Vaya! Charlie sonreía de solo pensar en eso.

Y Dean... bueno, él saldría a solas con Castiel. Tendría a ese adorable hombre para él solo por un buen rato... si es que todo se mantenía raya, por supuesto. Dean podía enumerar varios momentos en los que había deseado tomar a Castiel de su camisa y atraerlo hacia sus hambrientos labios. ¡Maldición! Dean casi exigía una medalla por su increíble autocontrol, aunque nadie iba a dársela.

—Papi, ¿estás ahí? —La suave voz de Charlie lo sacó abruptamente de sus pensamientos.

—Sí, solo estaba pensando.

—¿Pensando en tu cita? —Charlie sonrió, observando a su padre con ojos soñadores.

Dean le mostró un gesto negativo por el espejo. Su mentira no era del todo mentira, es decir, él sí quería ver aquello como una velada con uno que otro toque romántico, pero tampoco buscaba pasarse de la raya, eso sin mencionar que su pequeña niña poseía el don —y a veces maldición— de hablar más de la cuenta. No quería oírla decir algo inapropiado frente a Castiel. No estaba para esa clase de vergüenzas.

—Charlie, esta no es una cita, ¿sí? —El hombre se agachó para dejar un dulce beso en la frente de la niña—. Creo que deberíamos irnos. De seguro tu tío está ansioso por que le hagas trenzas.

—¡Trencitas al tío Sammy! ¡Sí! —La niña corrió alegremente a su habitación para recoger su mochila. Dean la encontró en el salón poco después y ambos salieron del departamento.

Estaban en el estacionamiento cuando Charlie vio el auto de su padre aparcado a unos metros y sonrió. Corrió hasta plantarse frente a la puerta del copiloto y esperó a que su padre desbloqueara las puertas, sin embargo, se lo encontró dándole una mirada agotada.

—Bebé, sabes que debes ir en los asientos traseros, en tu silla.

—¡Pero yo odio esa tonta silla! —protestó la menor, dándole una dura mirada a la parte trasera del auto.

—Todos detestan esa silla, Charlie, pero pueden arrestarme si la policía ve que no vas en tu silla.

La dura mirada de la niña se tornó en una sonrisa adorable. Ella corrió para abrazar a su padre por las piernas.

—Si te llevan a la cárcel venderé mis cosas para sacarte, papi.

Dean sonrió, sin poder evitarlo. Revolvió el cabello de su hija con suavidad y desbloqueó las puertas del auto.

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