Mi maldita amada - Capítulo 2.

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Abrí los ojos y vi hacia el techo, la imágen de aquel hombre vino de inmediato ante mis ojos y un escalofrío me recorrió toda la columna

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Abrí los ojos y vi hacia el techo, la imágen de aquel hombre vino de inmediato ante mis ojos y un escalofrío me recorrió toda la columna.

¿Acaso será cierto lo que me dijo?

Pensé, volví de mis pensamientos en cuanto una brisa fuerte y fría abrió la ventana del cuarto de par en par, me incorporé rápidamente y observe al responsable de mis pensamientos parado a un lado de la cama dándome la espalda.
-Vístete y ven conmigo-ordenó sin mirarme, y a paso lento se acercó a la puerta la cuál abrió y cerró detrás suyo.
Solté un suspiro mientras me levantaba e iba en busca de algo cómodo.
Aún no puedo entender como fue que me eligió a mi, habiendo miles de mujeres en el mundo, justo aparecí en su camino. Que maldita mala suerte que tengo.
Me vestí con unos jeans negros desgastados en las rodillas, una remera de cuello redondo con mangas cortas gris que llevaba una estampa de una calavera en el centro y unas zapatillas converce negras.
-Bien-suspire acercándome a paso lento hacia la puerta. Me detuve en seco y pose la mano sobre el picaporte.
¿Qué iba a hacer conmigo? ¿Acaso iba a matarme en un lugar donde nadie sabría de mi? Con solo pensarlo tragué fuerte rezando por mi vida, y decidida abrí la puerta.
Salí al pasillo y pude verlo apoyado contra la pared del frente, alzó los ojos y me observó al rostro, no voy a cansarme de decir que su mirada era fría y daba incomodidad.
-¿Listo? Vámonos-ordenó yendo en dirección a las escaleras.
Abandonamos la casa y nos dirigíamos a pie a quien sabe donde. Él iba delante a cuatro pasos de mi y yo detrás viendo su gran espalda, era esbelto y eso me hacia sentir diminuta y débil, aunque quisiera escaparme me tomaría con facilidad y acabaría con mi vida como lo hizo con aquella bestia.
Nuevamente tragué saliva tratando de calmar los nervios y fue allí cuando se detuvo. Estábamos en un lugar diferente, no era la ciudad o si, pero una zona que nunca conocí, era como si fuera la parte abandonada y contraria de la alegre y colorida.
-Ven-dijo y me tomó del brazo sin permiso alguno, me jaló de el dejándome ante una calle con poca luz. Estaba abandonada, voltee a observar y todo era oscuro, solo se veían casas o tiendas abandonadas, descoloridas y tristes.
-¿Q-Qué haré aquí?-me atreví a preguntar volviendo la mirada hacia él.
-Te quedarás aquí hasta que él llegue.
¿Él? ¿Quién era él? ¿A quién se refería?
Estaba apunto de hablar, pero de un abrir y cerrar de ojos había desaparecido.
El silencio y la escasa luz me ponían nerviosa, si me movía de aquí él lo sabría y no dudaría en matarme. Debía escapar, de cualquier manera iba a morir.
Oí un crujido por detrás en aquella oscuridad, entre aquellas casas o tiendas abandonadas algo me observaba, lo presentía, lo podía sentir en la nuca.

Corre.

Oí esas palabras en mi cabeza en cuanto el crujido fue mayor.
Atiné a correr, pero desde el cielo algo cayó, una bola negra que poco a poco al levantarse mostraba forma, una forma horrenda. Cuerpo gigante y grotescos, brazos largos y unos brillantes ojos rojos como el mismo infierno.

¿Qué demonios?

Pensé dando un paso hacia atrás, luego otro, hasta detenerme en seco en cuanto un aliento caliente y con repugnante olor a sangre rozó por mi nuca. Me hele del miedo y sentí gruñidos como de un animal salvaje, mi corazón latía con fuerza a tal punto que me saldría del pecho, trataba de gritar pero la voz no salia, tenía un nudo en la garganta.
-¿Qué hace una linda dama por aquí?-habló el que estaba delante de mi, su voz era rasposa y distorcionada.
-Su aroma-comentó el de atrás mientras inhalaba-es delicioso-agregó y sentí el sonido de como disgustaba su asquerosa boca, maldición que me había asqueado.

Corre.

Otra vez esa voz, la cuál me impulso a salir corriendo por la derecha.
-No te escaparás fácilmente perra-gruñó el de atrás.
Sentí una arrugada mano que me tomaba por la muñeca.
-¡Suéltame!-grité safándome de su agarre. Tropecé y caí con todo el cuerpo contra una pared de una tienda abandonada.
-Maldita-gruñó la bestia que se acercaba.
A mi lado en el suelo habían cristales rotos de una ventana, sin apartar la vista de esos aterradores ojos, lentamente tantee el suelo y tomé uno que era de gran tamaño.
-Tranquila, solo dolerá mucho- se burló, tragué fuerte rezando a todos los santos posibles.
En cuanto se acercó le clavé el cristal en el rostro, gritó con fuerza, una señal para levantarme torpemente y huír hacia la calle iluminada.
-¡No lo lograras!-gruñó el otro que aparecía a mi costado, alzó su grande mano con garras peligrosamente afiladas y atacó sin dudarlo.
Quise evadirlo, pero hirió mi brazo derecho desgarrando la remera y a su paso la piel. Me tragué el grito de dolor y solo me quejé, por el inmenso dolor perdí el equilibrio y caí rendida al suelo. Dolía, dolía mucho, mi respiración era inestable y mis latidos eran tan fuertes que me producían dolor en el pecho.
Voltee a observar al que llevaba su mano cubierta por mi sangre y al otro que se quitaba el cristal del rostro, estaba furioso y venía hacia mi para vengarse. Quise levantarme pero fue en vano, caí nuevamente dando ya lástima.
-M-Maldición-maldije al ver la piel de mi brazo desgarrada.
La bestia me tomó del cuello y me levantó por los aires.
-Maldita perra, acabaré contigo-gruñó presionando mi cuello. Poco a poco me quedaba sin aire y comenzaba a sentir la visión oscura.
¿Dónde estaba? ¿Por qué aún no aparecía?
Y fue allí cuando vi una figura, una la cuál conocía y al menos me aliviaba un poco. Eso creía, solo... solo cerré los ojos y no supe nada más.

꧁𝓜𝓲 𝓶𝓪𝓵𝓭𝓲𝓽𝓪 𝓪𝓶𝓪𝓭𝓪.꧂Where stories live. Discover now