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Aquella noche había sido perfecta, ella había sido perfecta. Su cuerpo, sus movimientos, su rostro lleno de lujuria, maldición era perfecta.
V-Vergil...
Te amo...
H-Hazme tuya...
Su voz mezclada con gemidos se había grabado en mi cabeza y en esos momentos me hacían subir la sangre a la cabeza. -Buen día-saludó Dante, quien entraba a la cocina, volví en si y lo observé. -Buen día-respondí al saludo bebiendo un sorbo de mi taza de café. -¿Alguien tuvo acción anoche?-preguntó Dante observándome con las cejas alzadas-pude oír un "Vergil... Vergil, sigue"-imitó un gemido con cara de estar sintiendo placer. Me ahogué con el café y Dante rió a carcajadas. -Las paredes de los cuartos son muy delgadas y te recuerdo que duermo al lado-comentó alzando el dedo índice en ademán. -Me iré de aquí-amenacé dejando la taza sobre la mesa. -Se que no lo harás porque quieres a tu hermanito. -No sabes cuanto-comenté con ironía abandonando la cocina. Fui escaleras arriba hacia mi cuarto y cómo lo supuse, ya estaba despierta, sentada sobre la cama con una remera mía puesta y apenas los cabellos alborotados. -¿Qué hora es?-preguntó frotándose un ojo. -Es temprano-respondí acercándome y me senté en la cama posando la espalda sobre el respaldar-vuelve a dormir si quieres. Acto seguido se sentó sobre mis piernas mirando hacía mi. Sabía que debajo de esa remera no había nada y... no quería pensar en ello ahora. -Buenos días-saludó sonriéndome. -Buenos días-saludé también tras recibirla con un beso en los labios. -¿Quién lo diría? Llegar hasta aquí. Alcé una ceja cómo respuesta. -Cuando antes me querías cortar el cuello y no te importaba. Sentí una pesades, sabía lo que había hecho y me arrepentía mucho de ello. -Y aún sigo sin entender como es que estas a mi lado-dije observándola. -Porque te amo. Pasé una mano por su mejilla, la tomó, le depositó un dulce beso en la palma y lo llevó hasta su pecho. -Y porque mi corazón y mi vida te pertenecen por siempre. Mi corazón latía rápido ¿Esta sensación? ¿Era de amor? Si, lo era y me gustaba sentirlo por ella. -Te amo-le dije de repente mientras tomaba sus manos entre las mías y las acercaba a mis labios-y siempre lo voy a hacer. Sonrió acercándose a mi y sellamos nuestros labios en un dulce beso. Es cierto ¿Quién iba a pensar que ella seria la persona que querría a mi lado por siempre? Padre, ahora entiendo cómo fue que te enamoraste de mi madre, ellas tienen ese toque especial que nos hacen caer rendidos a sus pies, ahora lo se.