Mi maldita amada - Capítulo 8.

1.1K 116 12
                                    

Salía de mi trabajo como de costumbre, pero por suerte en un horario diferente

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Salía de mi trabajo como de costumbre, pero por suerte en un horario diferente. Trabajo en la cafetería que habíamos ido a comer con Dante, quién de paso me dejó aquí.
-Nos vemos mañana-se despidió mi compañero de trabajo mientras tomaba el camino contrario al mío.
-Nos vemos mañana-despedí sonriéndole.
Decidí ir caminando hasta mi casa, me había olvidado mi tarjeta del bus y a estas horas había gente rondando por la calle, era temprano, agradezco el cambio de turno.
Caminé por pleno centro dónde la gente iba y venía, era mucha. Algunos iban hablando por célular, otros de trajes muy formales cargando un portafolio, mujeres que llevaban de la mano a sus hijos o incluso jovenes que salían de las escuelas con sus uniformes. Todo estaba más que tranquilo, y eso por alguna razón me generaba paz, por primera vez después de varios días agitados me sentía tranquila, pero aún así seguía pensando en él, en Vergil.

¿Estará bien?

Pensé, yo aquí pensando en él y de seguro ni se acordará de mi.
Recuerda, solo fuiste utilizada por un tiempo, bueno no me sorprende, siempre ha sido así, pero por eso no voy a cambiar lo que soy realmente, sé que hice las cosas bien y que al menos ayudé a alguien.
Solté un suspiro tomando de las mangas la mochila y seguí caminando.
-Hola cariño-se oyó una voz masculina, no pude voltear ya que un brazo se pasaba por mis hombros y me abrazaban por el cuello, alcé la vista y observé a ese hombre de cabello rubio y ojos color verdes, un hombre apuesto que nunca en mi vida había visto.
-Te has confundido de persona-dije confusa.
-Claro que no-sonrió, su manera de hacerlo era... escalofriante.
-Si, te has equivocado, lo siento-dije apunto de apartarme pero me apreto más a él y allí sentí ese hedor a sangre que había sentido en las veces que...
-Si alzas la voz o llamas la atención de alguien, acabaré con tu vida-susurró a mi oído.
Alcé la vista nuevamente hacia su rostro y ví esos ojos grandes, inexpresivos de un color rojo sangre, tragué fuerte sintiendo un sacudón en el pecho.
-Sigue caminando-ordenó, hice caso a lo dicho ¿Qué más podía hacer? Ambos íbamos a paso lento y por lo que más deseaba quería que alguien se diera cuenta de mi rostro lleno de terror, pero para mi mala suerte nadie veía.
-¿Qué quieres de mi?-pregunté mientras seguía con la mirada hacia adelante.
-Tu querido amigo esta muy interesado por obtener poder.
¿Obtener poder?
-Así que debo detenerlo.
-¿Y yo que tengo que ver en esto?
-Muy simple, no puedo encontrarlo y se cuál es la única manera de hacerlo.
Lo observé esta vez alzando una ceja.
-Tú-y sonrió macabramente encendiendo sus ojos carmesí.
-¿Yo?-se había equivocado feo-ya no me necesita, no le importo-agregué soltando una amarga sonrisa, era cierto.
-Eso lo veremos. Si no llega a venir, acabaremos con tu vida, simple.
Quise detenerme pero de un tirón me obligó a que siguera caminando. No podía gritar, ni llamar la atención porque acabaría conmigo y se esfumaría dejando a un cuerpo sin vida y sin que nadie supiera que pasó ¿Qué haré?¿Dante? Si tán solo pudiera llamarlo con mi celular, tengo el número de su agencia guardado en mi mochila, pero no puedo hacer ningún movimiento sospechoso.

Alguien que me ayude.

Pensé cerrando los ojos, como si los milagros existieran y alguien de allí arriba me oyera, una mano ante mi me sostuvo haciendo que detuviera el paso. Abrí los ojos agradecida mostrando una sonrisa, pero esta desapareció al ver quién era...
-Vergil-nombré.
-Suéltala-dijo observando fijo al demonio que me seguía abrazando por el cuello.
-Vergil Sparda-nombró el ser sonriente-¿Me recuerdas?
Vergil frunció el ceño como respuesta.
-¿Ahora?-su tono de voz se hizo más grave y sus ojos bicolor.
-Tú...-gruñó Vergil presionando la mandíbula ¿Quién era?-creí que estabas...
-¿Muerto?-preguntó el rubio-claro que no, mírame.
-Suéltala-volvió a decir entre gruñido aún sin soltarme.
-¿Qué pasaría si de un pequeño esfuerzo le quiebro el cuello?-preguntó curioso, sentí presión en mi cuello y me tensé rápidamente, la garganta me apretaba.
-Te quebraré el tuyo, ahora suéltala antes de que comiences a llamar la atención de la gente.
-¿Acaso te importa esta simple humana?
Me observó por un momento y volvió los ojos hasta él.
-No.
Palabras que golpearon contra mi pecho.
-¿Entonces? No te importaría si lo hago-y apretó más, solté un quejido involuntario.
-Ella no tiene nada que ver en esto, detente-habló rápidamente Vergil en un tono desesperado y elevado.
Rió, rió malevolamente y notó que poco a poco la gente prestaba atención a lo sucedido.
-Te veré pronto Vergil, mientras tanto cuida tu espalda y la de ella también-dijo fríamente, me soltó del agarre y empujó hacia Vergil aprovechando la oportunidad justa para desaparecer entre toda la gente.
Caí sobre su regazo y sus manos sostuvieron mi cintura para no perder el equilibrio.
-¿Estás bien?-oí su voz cercana a mi rostro, alcé los ojos, otra vez podia verlo, cuando pensé que nunca más volviería a hacerlo.

No.

Pensé, él solo te ha utilizado, ni le importas.
-Estoy bien-respondí secamente mientras me apartaba-no era necesario que me salvaras.
-Ese tipo te hubiera llevado y quién sabe que te hubiera hecho.
-¿Y importa?
Frunció el ceño y abrió la boca para hablar, pero se detuvo.
-El silencio dice más que mil palabras-dije tratando de irme, me tomó del brazo y detuvo mi caminata.
-¿A dónde vas?
-Lejos de ti, de tu vida. Tú mismo me dijiste que ya no me necesitabas-respondí volteando a verlo, mis ojos estaban cristalinos, en cualquier momento me rompería a llorar allí nomás sin importar que diría la gente.
Me sentía avergonzada, utilizada y más por una persona la cuál tenía sentimientos muy profundos.
-Él irá por ti, debes estar a salvo.
-¿Para qué? Si acaba conmigo será mejor, ya no seré un estorbo.
-No digas eso.
-¿Qué quieres que diga? Es la verdad, solo sirvo para ser utilizada. Incluso tú lo has hecho.
Desvió el rostro a un lado sintiendo aquellas palabras, pero era la cruda verdad.
-¿Ves? No dices nada porque sabes que tengo razón.
-No, no la tienes.
-¿En qué no la tengo?
No respondió, solo estaba allí parado ante mi sin mirarme.
-Dime en que...
Nada, ni un mínimo sonido, poco a poco sentía que las lágrimas iban brotando.
-¿Qué hice para que me trataras de esta manera? Yo simplemente quise ayudarte, aunque al principio me hayas amenazado, tuve el deseo de hacerlo y...
Me contuve e inhale profundo.
-Desee acercarme a ti.
-¿Para qué quieres acercarte a mi?-su voz sonaba débil.
Ya no lo aguantaba, tenía que decirlo...
-Porque me gustas-respondí, ahora su rostro volvió hacia mi mostrando una expresión de asombro.
-No.
-¿No qué?
-No puede ser-negó.
-¿No puede ser que? ¿Que me gustes? Si, estoy enamorada de ti.
-Basta-desvió los ojos.
-Y quiero estar junto a ti.
-Detente ahora mismo.
Ya comenzaba a desesperarme su forma tan fría.
-¡¿Por qué?!-inquirí.
Se acercó a mi rostro tan repentinamente y me plantó un beso violento pero pasional. Ese suave y dulce tacto que quería volver a sentir luego de aquella vez, me hacía feliz y completa. Tán solo me dejé llevar por ellos cerrando los ojos, esta vez mis brazos se envolvieron en su cuello, no hubo desaprobación de su parte y eso me alegraba el corazón.
Disgustada por haberse apartado de mis labios abrí los ojos y contemplé los suyos con un brillo que reflejaban la tristeza y preocupación.
-No podemos-susurró, sus manos ascendieron temblorosas hasta llegar a mi rostro, delicadamente las apoyó en mis mejillas haciéndome sentir como si fuera lo más frágil del mundo y él de su parte sentir temor de que sería capaz de romperme.
-¿Por qué?-pregunte angustiada mientras tomaba sus manos que retenían mi rostro.
-Soy un semidemonio y tú una humana, no puede ser así.
Era un semidemonio ¿Quién lo diria? Me habia enamorado de uno.
Negué levemente mientras dibujaba una sonrisa.
-No me importa.
-Si importa, terminarás lastimada por mi culpa.
-Y aún así seguiré junto a ti...
Podía sentir los latidos de su corazón acelerados contra mi pecho, una sensación perfecta de la cuál no olvidaría jamás.

꧁𝓜𝓲 𝓶𝓪𝓵𝓭𝓲𝓽𝓪 𝓪𝓶𝓪𝓭𝓪.꧂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora